sábado, 27 de julio de 2013

Capítulo XXXI-XXXII



Capítulo XXXI

Isabel se encontraba completamente satisfecha por esto que le había comentado Angélica, realmente era un plan que le parecía bastante atractivo, puesto que así lograría separarme de Axayácatl como de Jérémy. Ahora lo restante era saber el cómo sería el proceso de tal acción.

    - Has dicho unas palabras sabias y llenas de gran astucia amiga, me has dado la mejor de las ideas de este mundo – expresó Isabel muy alegre -; pero ahora la duda es: ¿cómo podré hacerle para lograr eso?, he molestado tanto al mugroso indio ese, que seguro no me querrá escuchar cuando le intente hablar.

    - Bueno, evidentemente ya no debes insultarlo ni agredirlo para nada, eso se acabó; por el contrario, con decirle a Axayácatl que Clemente es homosexual los alejarás a ambos, pero falta que tu hermano se aleje de Clemente, para eso, podrías confesarle a Axayácatl lo que Clemente siente por Jérémy y, así, seguramente el pobre indígena irá a decírselo a Jérémy.

    Isabel, que escuchaba con mucha atención la opinión de Angélica, no paró de sonreír en todo el tiempo en que Angélica habló, pues realmente Isabel estaba no feliz, sino completamente alegre por esta nueva idea, estaba excitada, y ella, que deseaba como nadie acabar con aquellos que estaban interesados en su hermano, pensó en otra opción, basado en lo dicho por su amiga, para así acabarme por completo. 

    Ambas amigas continuaron su conversación, pero no es prudente darle continuidad, por ahora, a tal planificación que ellas formulaban.

    Así pues, sucedió que nuestro grupo tuvo una hora sin clase. 

Jérémy me había pedido que lo acompañara a caminar por el patio mientras el prefecto no estaba en el pasillo. Evidentemente no me negué para ir con él. Ambos caminábamos por el área que está justo enfrente de todos los salones de tercer año.

    - Espero que tu hermana no se haya enojado más por lo de ayer Jérémy -expresé preocupado.

    - Qué va, no debes preocuparte por ello Clemente, Isabel es una loca – él expresó sin pena alguna.

    - No le digas así a tu hermana, ella parece ser una buena persona, sólo que tal vez se preocupa demasiado por ti – comenté con amabilidad.

    Jérémy, al escuchar esto, sonrió debido a mi comentario, como si hubiese agradecido el hecho de que yo opinara así de Isabel.

    - Tal vez tengas razón, ella realmente me quiere proteger, pero a veces creo que no sabe el cómo hacerlo; en fin, tú no debes preocuparte por si ella llega a comentarte algo, pues yo siempre estaré contigo, Clemente.

    Lo dicho por Jérémy me tranquilizó de sobremanera, pues sabía que entonces podía contar con él en el dado caso de que Isabel comentara algo sobre el primer día en que nos vio a Axayácatl y a mí; pues a pesar de que pensaba que Isabel no podía ser tan mala, por el contrario, coincidía con Jérémy en cuanto a de que a veces ella no sabía cómo cuidar de su hermano.

    Después de que dejamos un poco en claro lo que creíamos sobre Isabel, y ahora que nos encontrábamos solos, decidí pues, aunque con pena, preguntarle algo a Jérémy que desde el primer día en que llegó a la escuela quise saber, y era precisamente el por qué había venido a México a una escuela pública a estudiar, sin embargo, pensé en hacerle una pregunta no tan obvia con respecto a mi duda.

    - Jérémy… Cuéntame, ¿cómo era tu escuela en España?- expresé interesado.

    Jérémy se quedó un instante pensativo y callado, y posteriormente comentó:

    - Mi escuela… Bueno, diré esto no porque quiera verme muy opulento, no pienses eso Clemente, sino que bueno… Realmente era así. Mi escuela de España era una de las más costosas y privilegiadas del lugar en donde vivíamos, no había tantos alumnos como los hay aquí, por tanto, todos sabíamos los nombres de todos; sin embargo, el ambiente era algo pesado, sobre todo por los grupos que se creían “populares”. Era una escuela particular, y aunque era muy buena, no me sentía identificado en ella.

    - Y... Entonces… si ibas en una escuela privada en España, ¿Por qué quisiste venir a una escuela pública como ésta y no a una privada de las que hay aquí en México?, ¿hubo problemas en tu escuela anterior? – pregunté un tanto extrañado al no encontrar relación en la expresión de Jérémy y la realidad. 

    La reacción de Jérémy ante mis preguntas fue quedarse un momento en silencio, él hizo una expresión de tristeza, como si mis cuestiones le hubieran recordado algo del pasado que no quería traer al presente.

    - ¡Jérémy!, perdona, si no quieres hablar del tema yo lo entenderé muy bien, perdona en verdad – hablé en cuanto me percaté de lo que pasaba.

    - No Clemente, no hay nada que deba perdonarte – en seguida él repuso -, tú sabes que no me molestan tus preguntas, al contrario, es agradable ver que te interese mi vida, eso es parte de la amistad ¿no es así? – él me sonrió amigablemente, yo también lo hice al ver su reacción, y posteriormente Jérémy dio un suspiro y continuó –. Te contaré lo que sucedió. Sí, en realidad tuve un problema en mi escuela. Como te comenté antes, mi escuela era muy pequeña, así que todos nos conocíamos y por tanto sabíamos alguna que otra cosa del otro; eso terminó por afectarme a mí, pues al finalizar el año escolar corrió un fuerte rumor acerca de otra persona y yo, por eso decidí irme de ahí. Cuando a mi madre le ofrecieron el trabajo aquí en México, fue una buena oportunidad para excusar el que yo quisiera venir para acá y así dejar esa escuela. Una vez que llegamos y que me enteré que había una escuela pública muy cerca de la casa, grande, y con muchos alumnos, decidí inscribirme aquí a preferir otro colegio privado en donde tuviera que vivir oculto de los demás.

    Ahora entendía gran parte del pasado de Jérémy y del por qué él se había quedado en esta escuela, parecía que allá en España había tenido momentos dolorosos; pese a esto, aún quedaba una duda en mí, y era que: ¿Qué podía ser ese rumor que le habían inventado?, ¿y con qué persona?, pese a mis dudas, decidí no externarlas, pues sería muy obvio mi interés, a excepción de una:

    - Comprendo; y por eso Isabel decidió venir también contigo, ¿verdad?

    Jérémy volvió a sonreír por mi duda.

    - Escucha Clemente – él se detuvo, por lo que yo también lo hice -; te contaré algo que no le he dicho a nadie, ni si quiera a mamá. La verdad es que Isabel decidió venir aquí a México, y a la misma escuela que yo, porque ella también se enteró de ese rumor mío allá en España, y estoy seguro que tan sólo decidió viajar hasta acá para tenerme vigilado en todo lo que haga.

    Tras escuchar esto, quedé completamente sorprendido. Mi mente entonces pensó: ¿tendrá algo que ver esa preocupación y vigilancia de Isabel por Jérémy, con Axayácatl y yo como para que ella nos odie tanto a los dos?

    Al mismo tiempo que esto acontecía entre nosotros, por su parte, Axayácatl se encontraba solo en el barandal que está enfrente de nuestro salón. Él nos observaba a Jérémy y a mí conversando, pero realmente Axayácatl tan sólo nos miraba, pues en su mente sólo había un pensamiento.

    - <<Estoy muy nervioso por lo que pasará el viernes con Francisco y Rogelio -pensó Axayácatl -. Si por mala suerte falla el plan, sin duda Clemente y yo resultaremos asesinados, al igual que mi familia y hasta la de Clemente. Todo depende de un hilo, la muerte o la salvación pueden estar muy cerca – entonces Axayácatl tuvo un momento sereno en medio de esos pensamientos, pero de pronto, cual volcán que a veces parece serenarse y posteriormente estallar con toda fuerza, él prosiguió - ¡Cómo odio a Francisco y a Rogelio!, por tanto tiempo nos han hecho daño, no entiendo cómo es que pueden hacer todo lo que hacen, cómo es que pueden tener relaciones sexuales con personas de su mismo sexo, y peor aún, que éstas sean menores que ellos.>> ¡Odio a los homosexuales! - esto último lo dijo en voz alta debido al tanto coraje que tenía dentro de sí y contra ellos. Él creyó que nadie estaba a su alrededor y por eso se expresó así, pero Axayácatl se equivocó.

    - Yo también los odio - dijo una voz por atrás. 

    Cuando Axayácatl escuchó que alguien se encontraba justo atrás de él, y que esa persona lo había oído como para haber expresado eso, él sintió temor al mismo tiempo que pena, no quería voltear para ver de quién se trataba por miedo a ver quién había sido el que lo había escuchado en tan severo juicio. Finalmente él se armó de valor para voltear, así lo hizo, y entonces se sorprendió aún más al ver que esa persona era Isabel, misma que no pudo pedir un mejor momento para abordar a Axayácatl en lo que ella y Angélica habían tramado antes. 

    Axayácatl empezó a temblar cuando se percató que era ella, y él tenía la intención de meterse al salón para que así Isabel no pudiera molestarlo como solía hacerlo.

    - Tranquilo Axayácatl, no vengo a hacerte algo; al contrario, me ha parecido muy interesante lo que acabas de decir con respecto a los homosexuales - dijo Isabel con tono misterioso.

    - ¿Qué? – expresó muy extrañado él debido a la actitud de Isabel.

    - Veo que después de todo tú y yo tenemos algo en común, y es precisamente ese odio hacia los homosexuales – Isabel miraba fijamente a Axayácatl.

     - No me interesa lo que tú opines Isabel – expresó Axayácatl, quien no estaba en la disposición de escuchar a Isabel, y él estuvo a punto de irse, pero entonces ella lo tomó del codo.

    - Creo que te interesará saber lo que opino cuando te digo que tengas cuidado con los que andas, porque hasta en ellos puede estar.

    - ¿Cerca de mí, de quiénes hablas?, ¿qué puede estar con los que estoy? -espantado habló Axayácatl.

    - Tú sabes a qué me refiero, esos homosexuales pueden estar en cualquier lado, a veces sin que uno se percate de ellos. Son en verdad una plaga que se extiende poco a poco y que nos hace daño a todos, son seres perversos que no buscan más que el sexo, ellos no tienen sentimientos; y al parecer, tú no te has dado cuenta que muy cerca de ti tienes a dos personas que practican ese pecado.

    Axayácatl se sorprendió todavía más por las palabras de Isabel.

    - ¿Quiénes son esas personas? – preguntó él con sorpresa.

    Isabel entonces, en un movimiento natural y sin duda, volteó para fijar su mirada en Jérémy y yo, que todavía nos encontrábamos hablando en el patio que estaba justo enfrente de ellos. Así ella le dio a entender a Axayácatl que hablaba de nosotros dos, él también nos volteó a ver.

    - Es claro que hablo de Jérémy y Clemente - prosiguió Isabel. Axayácatl se sorprendió tanto al escuchar esto, que al oírlo abrió sus ojos por la sorpresa -. Tan sólo míralos ahora, ¿no notas algo raro en ellos?

     - ¿Raro?

     - Vamos, usa la imaginación, ¿acaso no se te hace raro que esos dos siempre estén juntos?

    Axayácatl guardó silencio un momento mientras no nos quitaba la mirada de encima, parecía que frente de sí tuviese al mismo demonio, pues nos miraba con temor, mucho temor; entonces, de pronto, su mirada pasó de temor a una de odio, y de vernos como seres humanos, nos veía ahora como una plaga.

    - ¿Estás segura que ellos dos son homosexuales? – todavía con esperanza de escuchar lo contrario, preguntó él. Axayácatl volteó a ver fijamente a Isabel.

    - Completamente segura, tan sólo piensa, Clemente no le habla a casi ningún niño, a excepción de ti y Josef, pero realmente muy poco; sin embargo, cuando está con Jérémy habla más y hasta se alejan de los demás, siempre tratan de ocultarse de los otros cuando deciden estar juntos, como si ocultaran algo, como si ocultaran su amor. Además, ten en cuenta que yo no vendría a decirte esto porque sí y sin fundamento alguno, más aún si mi hermano está involucrado. Te he dicho esto por lo que acabo de oír sobre tu odio con los homosexuales, por tanto te diría que te anduvieras con cuidado con esos dos, más con Clemente.

    Axayácatl volvió a voltear para vernos, en su mirada se veía la completa seguridad de que lo que le acababa de decir Isabel lo había creído, nos veía con desprecio, con temor, con una mirada que expresaba el dolor de una traición y el rencor de una verdad oculta de parte de sus amigos, sobre todo de mí, su mejor amigo.

    - Medítalo Axa, yo sólo te quiero advertir sobre ellos, porque tú sabes que no son como nosotros – tras decir esto, Isabel se alejó de Axayácatl, quien no podía dejar de ver a Jérémy y a mí.

Capítulo XXXII

Mientras Isabel se alejaba de Axayácatl, ella sonreía de satisfacción, pues, en efecto, el plan que había ideado con Angélica ya lo había llevado a cabo, y lo que era mejor para ella, de una forma que le convenía. Pues al delatar la sexualidad de su hermano y sobre la supuesta relación entre él y yo, haría que Axayácatl se alejara de Jérémy como de mí, y así sacar ventaja en todo aspecto; sin embargo, decirle a Axayácatl lo que sucedía entre nosotros no era todo el proyecto de Isabel, no, ella tenía otro as bajo la manga, uno que todavía no planeaba usar hasta ver los efectos de lo que acababa de hacer.

    - ¿Será verdad lo que dijo Isabel sobre que Jérémy y Clemente son homosexuales? – se preguntó Axayácatl, realmente en él todavía había una pequeña esperanza de que lo que le había dicho Isabel fuera mentira, aunque, en ciertos momentos lo creía. Su mente era un caos total -. Lo mejor será averiguarlo por mí mismo. – finalmente él entró al salón.

    Mientras tanto, Jérémy y yo también ya íbamos en camino rumbo al salón. En ese transcurso de camino él me dijo lo siguiente:

    - Clemente, debo decirte con toda sinceridad que eres una gran persona, me encanta estar contigo, me haces muy feliz.

    Estas palabras que dijo Jérémy me pusieron muy contento en todos los sentidos, significaba tanto para mí que él, la persona que más me gusta y por la cual mi corazón latía todos los días, me dijera esto. A veces me parecía tan cercano el hecho de pensar que él sí estaba interesado en mí. 

    - Gracias Jérémy. Quiero que sepas que tú también me pones muy feliz, el que hayas llegado a la escuela fue algo que cambió mi  vida – aunque nervioso, respondí con toda sinceridad.

    Finalmente ambos llegamos al salón. El día de escuela pasó de manera rápida y sin acontecimiento relevante alguno, así que todos regresamos a nuestras casas. 

    Axayácatl llegó a su hogar. Él estaba muy preocupado al mismo tiempo que confundido no sólo por lo del problema con Francisco, sino que también por lo que Isabel le había confesado el día de hoy, era este momento de su vida una avalancha de conflictos para su existencia, y él no deseaba hablar nada al respecto porque realmente quería demostrar una actitud de valentía ante los demás, una actitud que nunca antes había demostrado. Él al entrar a su casa, tan sólo saludó a su mamá y a Inés, sin enterarse de nada de lo que había pasado entre ellas y Francisco. Los tres se sentaron a comer.

    Durante su comida todos estaban muy callados. Axayácatl por sus problemas, Inés y Xochimitl porque ocultaban lo que había sucedido con Francisco en la mañana. Entre Inés y Xochimitl había muchas miradas de conspiración pero también de miedo y de necesidad de expresar ese miedo, ambas sabían que debían confesarle lo sucedido a Axayácatl, pero ninguna de las dos tenía el valor para abordarlo.

    - Axayácatl – finalmente habló Xochimitl. Axayácatl, cual si hubiese despertado de un sueño, se alteró al escuchar la voz de su mamá -, he pensado muy bien y creo que lo mejor sería que le hablaras a Francisco.

    - ¿Tú crees que sea lo mejor? - respondió Axayácatl sorprendido.

    - Sí hijo, tienes que hacerlo - añadió nerviosa la madre.

    Inés tan sólo miraba a su mamá y a su hermano sin decir nada, pues conocía la razón por la cual Xochimitl le pedía eso a Axayácatl.

    - Pero no creo que Francisco sospeche algo, yo un día antes del viernes le hablaré para decirle que conseguí a alguien en el último momento – muy seguro expresó Axayácatl.

    Xochimitl al escuchar esto de su hijo, volteó a ver a Inés con mirada nerviosa ante la severidad que demostraba Axayácatl. Entonces con mucho temor, y casi temblando, la madre dijo:

    - Bueno hijo, es que…

    - Es que Francisco ya sospechó todo Axayácatl – interrumpió Inés a su madre al ver el nerviosismo de ésta.

    Cuando Axayácatl escuchó las palabras de su hermana, soltó los cubiertos de sus manos y volteó a ver a Inés.

    - ¿De qué hablas? – temeroso preguntó.

    - Como lo oyes, Francisco ya lo sabe todo. Él estuvo en la mañana aquí, vino a amenazar a mi mamá y a decirle que se le hacía muy raro de que tú no les hayas hablado ni una vez para decirles que ya tienes a alguien o, al menos, para decirle que estás en eso; eso despertó sus dudas y está seguro que estamos tramando una trampa para ellos – respondió muy seria Inés.

    - ¿Que Francisco qué? – preguntó Axayácatl sorprendido -, no puede ser, ¿te hicieron algo mamá?, ¿te lastimaron o te hirieron?

    - Eso es lo de menos hijo – apenada respondió su madre.

    - ¿Cómo que lo de menos?, por favor, dime qué te hicieron.

    - La verdad Axayácatl, Francisco y Rogelio sí lastimaron gravemente a mi mamá, ellos vinieron cuando yo me fui al mercado, por lo que mamá estaba sola. Por las heridas no te preocupes, yo la curé durante la mañana para que estuviera mejor, pero debes saber que estuvieron a punto de matarla. Es por eso que ella te pidió que le hablaras a Francisco para que no sospeche más, o de lo contrario, nuestro plan ya no funcionará – volvió a hablar Inés.

    - No, hijo, mejor esto del plan ya no debe continuar – nerviosa habló Xochimitl.

    - ¿Cómo que no debe continuar? – sorprendido preguntó Axayácatl.

    - Es que ellos ya sospechan; perdón, pero creo que no funcionará lo que habíamos pensado.

    Axayácatl se quedó pensativo ante las palabras de su mamá, sin embargo Inés, al ver el silencio de su hermano, repuso:

    - No, el plan debe continuar.

    Xochimitl y su hermano en seguida la voltearon a ver.

    - ¿Qué dices hija?

    - Sí madre, el plan no se puede detener ahora. Sé que Francisco y Rogelio ya sospechan sobre una trampa, y que por tanto estarán muy preparados para ello, pero también piensa: ¿Por qué ellos quisieron y tuvieron la decisión de matarte hoy mismo?, nunca antes Francisco había tenido una decisión para eso. Aunque antes nos amenazaban, jamás habían llegado a estos límites, eso indica que ellos también tienen algo en mente, desean hacernos algo después del viernes, lo sé porque cada vez son más violentos con nosotros, con Axayácatl, y eso indica que de algo tienen miedo; además, ellos ya me vieron aquí con ustedes, lo cual hace afirmar que sí planeamos algo, tanto ellos como nosotros sabemos que de ambas partes hay algo tramado, sólo falta que uno mueva la pieza definitiva, y seremos nosotros.

    Axayácatl volteó a ver a su mamá, pues con esta mirada expresaba el total apoyo en la opinión de Inés, entonces Xochimitl habló:

    - Está bien, continuemos con el plan; pero eso sí, ni una palabra de esto a su padre, porque él es capaz, por su enojo, de acelerar todo lo que hemos planeado, así que por favor manténganse callados.

    Ambos hermanos se sonrieron entre ellos y asentaron la cabeza para aceptar la condición de su madre.

    - Axayácatl, háblale en seguida a Francisco para decirle que ya tienes a alguien para el viernes, de esa forma él pensará que en verdad tenemos miedo como para haber recibido, en este mismo día, una llamada de tu parte.

    Axayácatl obedeció a su madre, él entonces subió a su recámara para hablarle a Francisco. El teléfono de Francisco sonó y él contestó.

    - Francisco, soy Axayácatl, te hablo para decirte que ya tengo a la persona que te prometí llevar el viernes - en seguida, fingiendo un tono muy temeroso, le dijo Axayácatl a Francisco.

    - Axayácatl, tanto tiempo sin hablar que ya te extrañaba. Realmente lo que acabo de escuchar me pone muy de buenas, parece que la visita que le hice hoy a tu mamá sirvió de mucho – respondió burlón Francisco.

    - Sé lo que pasó hoy, por favor no nos hagas más daño, en verdad que no tramamos nada, por eso te llamo para avisarte que por fin conseguí a la persona para el viernes – Axayácatl continuaba en su táctica de fingir todo lo que decía.

    - Mi Axayácatl, cómo me encanta que seas nuestro perro fiel; yo sé que en verdad estás nervioso por lo del viernes, pero tranquilo, yo no sospecharé nada, y no te haré nada, si acaso tú cumples perfectamente con lo acordado. Ahora hijo, dime, ¿quién será la persona de la cuál degustaremos Rogelio y yo el viernes? – esto último Francisco lo preguntó demasiado interesado.

    - Gracias por creer en mí, no te fallaré. La persona a la cual llevaré el viernes será Clemente, Rogelio y tú tendrán a Clemente…
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jueves, 11 de julio de 2013

Capítulos XXIX-XXX

Capítulo XIXX

Jérémy y yo caminábamos hacia la parada del autobús, yo me encontraba algo sorprendido y desconcertado por cómo Jérémy había dejado a Isabel atrás, a pesar de que ella le había amenazado.

    - Jérémy ¿en verdad no quieres ir con tu hermana?, no quiero que tengas problemas por mi culpa - le comenté apenado y preocupado.

    Él, sin voltearme a ver, expresó una sonrisa en su rostro, con lo cual respondió:

    - No te preocupes por Isabel, ya se calmará; además, para nada debes decir que es tu culpa, porque yo soy el que eligió estar a tu lado - respondió muy seguro.

    Las palabras de Jérémy, una vez más, significaban una explosión de sensaciones que nunca antes yo había experimentado. La última frase, con la cual decía que él había elegido estar conmigo, sin importar lo que pasara con Isabel, tenía un gran significado para mí y para mi corazón.

    - Gracias por eso Jérémy, la verdad es que me dejas sin palabras; aunque debo decir que Isabel es demasiado explosiva – le comenté apenado.

    - Recuerda que no debes agradecer el hecho de que yo quiera estar contigo – él entonces me volteó a ver sin quitar esa sonrisa tan mágica de su rostro. De pronto Jérémy dio un suspiro y continuó -. Con respecto a Isabel, la verdad es que últimamente ha estado demasiado rara, en España era así pero no tanto como aquí en México. Creo saber qué es lo que le preocupa.

    - Tal vez se siente rara por estar en un país al que nunca había venido – comenté, aunque el comentario de Jérémy hizo que vinieran a mi mente todas las amenazas que Isabel nos había dado a Axayácatl y a mí el primer día en que la conocimos.

    - No, en realidad ella tiene una preocupación mayor – Jérémy en ese momento cambió la forma de su mirada, ahora sus ojos reflejaban una preocupación, como si él tuviera un temor a algo que me fuera a pasar -; pero bueno, tú y yo hablábamos de lo que pasó con Josef. Escucha Clemente, no sé cómo tome Josef lo que vio entre nosotros dos, realmente debería verlo como un simple juego, pero existe la posibilidad de que piense otras cosas; sin embargo, tú y yo debemos estar seguro de lo que somos, ¿de acuerdo? – entonces Jérémy me miró fijamente, como si esperara una respuesta mía.

    Cuando Jérémy terminó de decirme esto, yo no sabía qué pensar ni qué decir, pues al referirse con “estar seguro de lo que somos” me hacía pensar en que, en efecto, eso que había pasado entre nosotros sólo fue un juego y que ambos éramos conscientes de ello, pensamiento que no sólo me hacía dudar con respecto a todo lo que él me había demostrado, sino que también me hizo pensar acerca de lo que yo empezaba a sentir por él.

    - No te preocupes Jérémy, yo también diré la verdad si es que llega a pasar algo – respondí con un tono altibajo.

    - Por cierto Clemente, hay algo que me gustaría comentarte sobre otro asunto – Jérémy volvió a cambiar su tono de voz, esta vez con uno de mayor preocupación.

    - ¿Sucede algo más? – el cambio de actitud de Jérémy me asustó mucho.

    - Es con respecto a Axayácatl.

    En cuanto Jérémy mencionó el nombre de Axayácatl, mi corazón empezó a latir rápidamente, pues me había venido la idea de que Isabel ya le había dicho todo lo que vio ese día en que nos encontró a Axayácatl y a mí en las escaleras.

    - ¿Qué pasa con él? – respondí cortante debido a mi temor.

    - Primero me gustaría preguntarte algo, ¿acaso tú conoces a la familia de Axayácatl? – preguntó muy interesado.

    Yo guardé silencio por un momento, en tanto que Jérémy y yo por fin ya habíamos llegado a la parada del camión.

    - Sí, conozco a sus padres – respondí extrañado.

    - ¿Por casualidad conoces a sus tíos? – volvió a preguntar él.

    - ¿A sus tíos?, no, para nada; ¿por qué? – aquella pregunta de Jérémy me causó mayor confusión con respecto a lo que me quería decir de Axa.

   - Bueno, resulta que el día en que no vino Axayácatl, un día antes de la entrega del trabajo de Historia, yo me encontraba a la salida en la esquina de la escuela, estaba esperando a que Josef encontrara a los demás integrantes del equipo, por lo que yo esperaba en un lugar, pero entonces se acercó a mí una camioneta de color negro y en ella había dos hombres, ellos se estacionaron justo enfrente de mí y entonces me comenzaron a hablar, me preguntaron si conocía a Axayácatl, a lo que respondí que sí, entonces me preguntaron que si él había venido a la escuela porque lo buscaban, ya que ellos eran sus tíos, entonces respondí que él no había venido; luego, extrañamente, ellos me preguntaron que si yo era español, ya que mi tono de voz me delataba. Total que tuve que irme debido a que Josef ya había reunido a todo el equipo de trabajo, así que ya no pude hablar más con ellos, pero realmente todo eso de que eran sus tíos se me hizo muy extraño, además ellos estaban vestidos de una forma rara, al menos no había visto gente que aquí en la ciudad se vistiera de esa forma, por tanto pensé que eran de otro estado.

    Cuando Jérémy me terminó de contar su relato, no pude evitar mostrar una cara de asustado. Entonces mi cuerpo, en una reacción involuntaria, hizo que yo diera un paso hacia atrás, como si enfrente de mí hubiesen estado Francisco y Rogelio, tal y como lo estuvieron con Jérémy.

    - ¿Qué pasa Clemente, te sucede algo? – me preguntó Jérémy al notar mi temor.

    Mientras que pasaba esto, Isabel, por su parte, ya planeaba su venganza por lo que había acontecido momentos antes.

    - Nestor, necesito que vayas por mi hermano hasta la parada del bus, tráelo aquí, yo los esperaré en la entrada de la escuela – le dijo Isabel a su novio.

    - ¿Yo?, pero, ¿para qué? – preguntó extrañado Nestor.

    - ¡No me preguntes, tan sólo hazlo! – expresó furiosa Isabel.

    Nestor, que también temía a la furia de Isabel, no preguntó otra cosa y de inmediato fue por Jérémy a la estación del autobús; mientras tanto, Isabel caminó tranquilamente hacia Axayácatl. Él, al percatarse de que Isabel poco a poco se acercaba, se detuvo asustado.

    Isabel finalmente llegó con Axayácatl.

    - Hola Axayácatl - dijo Isabel -, vaya, al parecer hay mucha gente aquí, ¿no te parece? - Axayácatl no respondió nada -. Ya veo, algo me dice que sigues temeroso por lo de tu secreto que puedo revelar en cualquier momento, sé que te da miedo que la escuela completa lo sepa, porque serías la burla eterna de todos, serías recordado como el más estúpido de todas las generaciones, pero, ¿sabes?, aun cuando no diga tu secreto, tú eres todo eso; ¿por qué andas por ahí sonriendo y siendo feliz?, si para todos no eres más que un vil indio que vino de su sierra. Mugroso, feo y asqueroso; ¿sabías que todo eso provoca que dé pena verte y hablarte?
    "Sí Axayácatl, imagina, si así das pena, ¿qué pasaría si le dijera a todo el mundo lo que ocultas?, ¡A todos causarías el mayor de los ascos!, tú y los que son tus amigos, como Clemente, que sólo te trae peor reputación.

    Axayácatl sólo veía con furia a Isabel, pero no quería decir nada por temor a lo que hiciera ella. Isabel, por tanto, continuó:

    - Como sea, allá tú y tu cochina vida; y si quieres vele a decir a Clemente todo lo que te hago, créeme que ni tú ni él podrían hacer algo contra mí - dijo Isabel, quien con esto terminó de hablar con Axayácatl y se dirigió hacia la escuela.

    Axayácatl únicamente se quedó parado, estático, sin expresar emoción alguna, aunque por dentro su ser estuviera lleno de odio y con ganas de decirle algo a Isabel, pero esto no le era posible, porque cada vez más estaba seguro de que sí, de que Isabel sí había escuchado todo en ese día en que estaba conmigo.

   Por tanto, Jérémy y yo continuábamos en la parada del autobús.

    - Clemente, responde, ¿qué te sucede?, ¿acaso conoces a los tíos de Axayácatl? – Jérémy me volvió a preguntar.

    Yo no podía responder, no tanto porque dudara o no en confesarle la verdad a Jérémy con respecto a lo del problema de Axayácatl, puesto que eso jamás lo hubiera dicho; sino que, por el contrario, mi perturbación y mi silencio se debía a que se me hacía increíble el que Francisco y Rogelio hubieran estado tan cerca de Jérémy, pues sabía que, y con base en todo lo que me había dicho Axayácatl, ellos dos hubieran sido capaces de llevarse a Jérémy en ese momento para violarlo, cosa que no sucedió gracias a Josef.

    - No, no, yo no conozco a sus tíos, pero seguramente sí eran sus familiares – finalmente respondí, para que Jérémy no comenzara a dudar.

    - Ya veo, bueno, ojalá hayan visto a Axayácatl ese día, parecían muy preocupados – añadió él.

    Yo tan sólo sonreí levemente, pues seguía sorprendido por lo que me había comentado Jérémy; sin embargo, en ese momento, Jérémy, sin titubear, me abrazó de una forma fuerte, muy tierna y dulce.

    Cuando sentí su cuerpo al contacto con el mío, sentía que el mundo se desplomaba por la emoción que me causaba estar completamente cerca de él, era una sensación que jamás había experimentado como tal. Una sensación única porque el chico que me gustaba me estuviera abrazando en la calle sin ningún problema, era algo que parecía de sueño, pues tantas veces deseé que en esta parada alguien me tomara de la mano sin importar la gente que estaba ahí, y ahora, aunque no era la mano, era el calor de un cuerpo el que estaba a mi lado, el calor y el cuerpo no del sol, sino de Jérémy.

    Durante el abrazo yo tenía los ojos cerrados, pero entonces, ya fuese un poder divino o la eterna preocupación de que alguien más de la escuela nos viera, algo me hizo abrir los ojos y voltear hacia arriba, al puente del Metro. Entonces noté que Nestor se acercaba justo hacia donde nosotros estábamos.

    - Jérémy – en seguida me alejé de él -, Nestor, él viene hacia acá – le comenté asustado.

    Jérémy de inmediato volteó a ver hacia al puente, y, en efecto, Nestor ya se acercaba cada vez más, aunque parecía que no se había percatado del abrazo entre nosotros dos.

    - Diablos, seguramente Isabel lo mandó a buscarme. Clemente, debo de irme, por favor vete con cuidado y muchas gracias por tu compañía – Jérémy entonces, sin darme la oportunidad a que yo le respondiera algo, se apresuró para acercarse hasta Nestor, yo tan sólo miré cómo se alejaba, así que finalmente subí a mi camión.

    Tiempo después, cada uno de nosotros llegó a sus respectivas casas. Axayácatl, por su parte, como estaba muy confundido y asustado con lo de Isabel, a la vez que preocupado y angustiado por lo de Francisco, no quiso saber más de nadie y por ello, en cuanto llegó a su hogar, lo primero que hizo fue irse a su cuarto para encerrarse en él.

    Xochimitl e Inés, que se encontraban en la cocina, se percataron de esto.

    - ¿Axayácatl? – Inés dejó de hacer por un momento lo que hacía para la comida para así subir al cuarto de su hermano.

    - No, no lo hagas Inés, seguramente tuvo un día cansado y tiene miedo por lo de Francisco – expresó Xochimitl -, lo mejor es dejarlo solo.

    Inés volteó en dirección al cuarto de su hermano, pero había algo en ella que no la convencía acerca de que sólo fuera el problema de Francisco, pues aquello no había hecho que Axayácatl se encerrara en su cuarto, por lo que Inés sospechó que esta actitud de su hermano se debía a otro problema.

    El día había transcurrido su curso, y no hubo otro acontecimiento trascendente qué contar, cada uno continuaba con sus labores, Jérémy decidió ignorar los reproches de su hermana para no ocasionar problemas conmigo; en tanto que yo, aunque quería hablarle a Axayácatl para comentarle lo que me había dicho Jérémy con respecto de sus “tíos”, no pude hacerlo, pues estaba la hermana de mi padre ahí, lo cual me impedía hacer lo que quería hacer.

    Llegó entonces el siguiente día. Era plena mañana, alrededor de las 10 a.m, en la casa de Axayácatl únicamente se encontraba Xochimitl, puesto que Axayácatl estaba en la escuela, Juan todavía estaba en el trabajo, e Inés, por encargo de su madre, había ido al mercado para comprar las cosas de la comida, Inés tenía aproximadamente 15 minutos de irse.

    En ese momento tocaron a la puerta de la casa.

    - Vaya, pero qué rápido fue Inés al mercado - dijo Xochimitl mientras se acercaba a la puerta. Ella la abrió para así encontrarse con Francisco y Rogelio afuera…

Capítulo XXX

La puerta se abrió y la historia continuó. Francisco y Rogelio, al ver a Xochimitl, sonrieron de forma malévola, entonces ellos entraron a la casa.

    - Vaya, pero qué sorpresa, estás completamente sola Xochimitl - comentó Francisco al tiempo que llegaba a la sala.

    - Sí, lo estoy - dijo Xochimitl totalmente asustada mientras cerraba la puerta de la casa.

    - Sí cierto, ahora tu preciado hijo está en la escuela, ¿no es así? – añadió Rogelio.

    - ¿Qué se les ofrece? - preguntó Xochimitl con un tono muy serio, sin embargo, el miedo que invadía su cuerpo y su alma era mucho mayor, pues por dentro estaba totalmente temerosa de que Francisco y Rogelio, de la nada, se hubiesen aparecido justo en el momento en que ella se encontraba sola.

    Francisco, al escuchar la pregunta de Xochimitl, se acercó lentamente hacia ella.

    - Mira Xochimitl, te vamos a ser sinceros como siempre lo hemos sido Rogelio y yo. Y es que creemos que tú y tu familia planean algo contra nosotros, y no creas que lo pensamos así de la noche a la mañana, oh, no, no; realmente ya son varios días en los que no nos han hablado, ni siquiera se han aparecido por los rumbos en que suelen estar, por eso suponemos que ustedes no quieren salir, no sólo por el miedo que injustamente nosotros siempre les hemos inspirado, sino también porque estamos casi seguros en que están pensando algo extraño con respecto a lo que le pedimos a Axayácatl para salvar su vida; además – Francisco entonces volteó a ver a Rogelio -, resulta que nosotros ya los extrañamos.

    Xochimitl, al oír esto, quedó completamente sorprendida y petrificada por las sospechas que tenían Francisco y Rogelio, puesto que no estaban nada alejadas de la realidad. Xochimitl no sabía qué contestar, pues temía en que si decía algo, ellos fueran a confirmar todavía más acerca de lo del plan que tenían contra ellos; sin embargo, en ese momento a Xochimitl le vino un temor todavía peor, y era el que Inés fuera a regresar en ese preciso momento del mercado, porque entonces así no habría la necesidad de que ella comentara algo para darles la razón a Francisco y Rogelio acerca de lo planeado, pues la sola presencia de Inés haría confirmar las cosas.

    - No sé de qué hablas Francisco- contestó, sin pensarlo, Xochimitl.

    - Xochimitl querida, por favor, tú sabes que mentir te puede salir muy caro en esta vida – Francisco entonces sacó su pistola.

    La mujer comenzó a temblar al ver el arma justo enfrente de ella.

    - Compañero, para mí que sí nos oculta algo, mira cómo tiembla la pobre - dijo Rogelio mientras se sentaba en el sillón de la sala.

    Xochimitl comenzó a sudar frío debido a la presión y al gran temor que tenía en ese momento, pues ellos dos ya se habían dado cuenta de su miedo.

    - Cierto Rogelio, esta india nos oculta algo junto con su familia; sino, dime Xochimitl, ¿por qué tu hijo no nos ha hablado para decirnos si ya consiguió a la víctima del viernes?
    - Francisco, te juro que no sé de qué hablas – volvió a repetir la madre.

    - ¡Déjate de mamadas!, ¡Ya sé que ustedes nos quieren tender una trampa!, ¡Malditos indios mugrosos! - Francisco gritó enojado y con la pistola golpeó a Xochimitl en la cara. Ella cayó al suelo y Francisco se agachó para tomarla del cabello - ¿Qué es lo que traman maldita?, ¡Qué traman!

    - ¡Nada Francisco, nada!, ¡por favor ya no sigas! – decía e imploraba Xochimitl mientras le salía sangre de la herida que le causó Francisco en la cabeza.

    - ¡A mí no me engañas hija de perra!, ¡habla o te parto la madre! – volvió a decir Francisco, ahora más enojado.

    - ¡No por favor, en serio que digo la verdad! – exclamó Xochimitl, quien trataba de quitar la mano de Francisco de su cabello.

    Francisco se desesperó por la actitud de Xochimitl, así que él azotó varias veces la cabeza de la mujer en el piso.

    - ¿Segura que no vas a decir nada? – volvió a preguntar Francisco mientras jalaba el cabello de Xochimitl para que la cabeza de ella estuviera arriba.

    Evidentemente Xochimitl no podía decir nada debido a los golpes que le dio el hombre, tan sólo podía llorar y clamar por su vida; entonces Francisco volvió a azotar a la mujer en el piso. Tras esto, él se paró y le dio una patada en las costillas.

    - ¡Escúchame bien cabrona, o hablas o te suelto un puto plomazo! – Francisco apuntó con su pistola a Xochimitl, quien se encontraba con mucha sangre en el rostro.

    - Cámara compa, mejor quiébrale este plato, hazla sufrir más – exclamó Rogelio al mismo tiempo que le pasaba un plato a su compañero.

    Francisco hizo lo sugerido y le quebró el plato en la cabeza a Xochimitl, ella ya no podía más, lloraba descomunalmente y trataba de levantarse, pero le era imposible, toda su cabeza sangraba y aquellos golpes la habían dejado sin coordinación. Entonces, Francisco volvió a apuntar con la pistola a Xochimitl y le dijo:

    - Ya valiste verga india mugrosa, te voy a mostrar cómo trabajamos Rogelio y yo en estas cosas.

    Realmente Francisco si estaba decidido a matarla, él estaba tan enojado que no dudó ni un momento en hacerlo, pero en ese momento la puerta de la casa se abrió.

    - Ya llegué mamá, perdona por la tardanza, pero es que las cosas de la ciudad están muy caras - era Inés quien decía esto mientras entraba lentamente y con la vista hacia abajo a causa de la gran bolsa de mandado que se le había atorado un poco en la entrada. Entonces ella cerró la puerta y al momento de alzar su vista hacia la sala, encontró tirada a su mamá en el suelo y con mucha sangre en el piso. A lado de ella estaban Francisco y Rogelio, ambos se encontraban sorprendidos por ver a Inés en la casa.

    Inés, como si no le hubiese puesto importancia a la presencia de Francisco y Rogelio, soltó la bolsa de mandado y corrió hasta donde estaba su mamá.

    - ¡Mamá!, ¡Mamá!, ¡Reacciona por favor! – comenzó a decir desesperada ella.

    - ¿Inés aquí?, ya veo que realmente sí traman algo - dijo Francisco todavía sorprendido.

    - ¿Qué le hicieron a mi mamá malditos bastardos? - gritó Inés mientras abrazaba a su madre en el suelo.

    - Querida Inés, tanto tiempo sin vernos y nos gritas de esa forma, ¿no te parece que eso es un acto de descortesía? - respondió cínico Francisco.

    - ¡Eres un maldito cerdo estúpido! – dijo Inés sin pensarlo. Entonces se levantó y se puso enfrente de Francisco.

    - Calmada Inés, tan sólo vinimos a hacerle unas preguntas a tu mamá, pero ella no cooperó mucho que digamos, y pues bueno, éste fue su premio – dijo Francisco mientras volteaba a ver a Xochimitl.

    - ¡Eres un bastardo! – de inmediato expresó Inés al mismo tiempo que le dio una gran bofetada a Francisco.

    - ¡Maldita puta! - enojado dijo Francisco y apuntó con su arma a Inés.

    - ¡No, no por favor, a mi hija no! - Xochimitl gritó desesperada.

    - Lo lamento Xochimitl, pero tú sabes que quien me toca de esa forma, no vive para contarlo.

    - ¡Vamos, hazlo!, el disparo sonará en toda la colonia y de inmediato vendrán los vecinos a ver lo que pasó – Inés retó a Francisco.

    - ¡Eres una hija de…! – expresó Francisco mientras se contenía para dispararle a Inés.

    - ¡Compadre, no lo hagas!, la tonta de la Inés tiene razón – añadió Rogelio.

    Francisco alejó por completo el arma de la cara de Inés.

     - A esta pendeja me la echo después - entonces Francisco y Rogelio se acercaron a la puerta –. No crean que esto se quedará así – dijo Francisco y finalmente ambos se salieron de la casa y cerraron la puerta.

    Inés tan sólo esperó a que Francisco y Rogelio cerraran la puerta para volverse acercarse a su mamá.

    - ¡Mamá!, ¡Mamá!, por favor responde – expresó Inés desesperada.

    - Inés… Inés… - apenas podía hablar Xochimitl.

    - Espera aquí mamá, voy a traerte un vaso con agua – Inés entonces se levantó, y cuando ya iba a dirigirse a la cocina, Xochimitl jaló como pudo el vestido de Inés para detenerla.

    - Hija, ellos lo saben – con pocas fuerzas finalmente dijo la madre.

    - ¿Qué?, ¿qué es lo que saben mamá? – Inés se detuvo.

    - Ellos sospechan del plan, tenemos que decírselo a Axayácatl, Clemente puede morir.

    Inés se quedó sorprendida ante esta confesión de su madre.

    - Por favor, diles sobre lo que pasó, diles que Francisco ya lo sabe – entonces Xochimitl quedó inconsciente.

    Al mismo tiempo que esto acababa de suceder; por otra parte, en la escuela, Isabel y Angélica se encontraban hablando en su salón.

    - Angélica, ya no sé cómo le puedo hacer para que el tonto de Axayácatl le diga a Clemente sobre todo lo que le he hecho, pareciera como si el indio tuviera miedo de decir todo lo que le hago.

    - ¿Por qué mejor ya dejas así todo esto Isabel?, después de todo, si es que a Clemente realmente le gusta Jérémy, sabemos que tu hermano jamás le hará caso; y pues Axayácatl es lo de menos, ni quién le haga caso al mugroso indígena – opinó su amiga.

    - ¡No!, esto no se puede quedar así Angélica, ¿no te das cuenta que si Clemente se atreve si quiera a abrazar a mi hermano y alguien los ve, la reputación de mi hermano caerá? – expresó Isabel para así ocultar la verdad de su hermano.

    Angélica se quedó callada por un momento, entonces finalmente exclamó:

    - Tienes la razón; pero, si quieres conseguir tu objetivo, creo que tu plan no servirá de nada.

    - ¿Qué?, ¿lo crees así? – sorprendida expresó Isabel.

    - Sí, seguramente Axayácatl no dice nada por lo mismo de que es un hombre y a los hombres no les gusta decir que una mujer los molesta, lo que tienes que hacer es pensar: Axayácatl es un pobre indígena de pueblo, ¿no?

    - Sí, eso es lo que es; ¿eso qué?

    - Bueno, pasa que como indígena él no debe de tener tanta apertura o tolerancia en aspectos como la religión, la política, la sexualidad y demás, puesto que es un indio de pueblo y no conoce otras cosas más que lo que él sabe; por tanto, debe pensar que la homosexualidad es algo malo que castiga Dios, por eso es que debe repudiar a los homosexuales; por tanto, lo que debes de hacer, amiga, es decirle a Axayácatl que Clemente es gay.


    Al escuchar esto, Isabel sonrió con suma satisfacción…
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