sábado, 25 de mayo de 2013

Capítulos XVII-XVIII

Capítulo XVII

Isabel se acercaba hacia nosotros con mucha furia, tanta, que hasta su cara se desfiguraba a cada paso que daba ella. Estaba decidida a gritar, golpear y humillarnos a ambos, planeaba ya en su mente macabra lo que diría y haría, pensó que esta sería la ocasión perfecta para delatarme a Axayácatl y a mí sobre lo que tratábamos de esconder ambos; así como también podría finalmente decirle a su hermano que se había dado cuenta de lo que él sentía hacia mí. Sí, finalmente Isabel había tejido la ocasión ideal para acabar con todo de una vez por todas; sin embargo, al tiempo que ya estaba a la altura de la puerta de su casa para seguir con su camino y llegar con nosotros, fue su desgracia el que Renata abriera la puerta de la casa, impidiendo que Isabel pudiera continuar con su plan de llegar con nosotros.

    - Ay, hija, perdona, no te vi. Isabel, voy rápido a comprar algo que se me olvidó para hacer el postre. En la casa ya está la comida lista, ¿te puedo pedir de favor si recoges la mesa?, es que tu hermano, su amigo y yo hemos terminado de comer y no me ha dado tiempo para levantar. Trataré de no tardarme, ¡vuelvo en seguida!- dijo Renata apurada y posteriormente se fue.

    - ¿¡Pero qué coño!?- dijo Isabel con cara de asombro, frustración, enojo y coraje al ver su plan ofuscado, pues cuando su mamá se fue, notó que Jérémy y yo ya no estábamos en la calle-. ¡Me lleva el carajo!, ino puede ser que se me hayan ido así de fácil esos malditos!, ¡estuve tan a punto de acabar con todo esta mugrosa y pecadora historia! – exclamó Isabel totalmente enojada, pues había perdido su valiosa oportunidad, una que tal vez no podría repetirse; o tal vez sí.

    Así fue como terminó mi visita a la casa de Jérémy, tan dulce y alejada de incovenientes, que estuvieron a nada de pasar; sin embargo, lector, si has de recordar lo que al mismo tiempo pasaba en el momento en que yo recién llegaba a casa de Jérémy, podrás darte cuenta que falta esclarecer lo que le pasó a uno de nuestros más importantes personajes. Así, por tanto, vayamos pues a la casa de Axayácatl, en donde Francisco y Rogelio justo terminaban su acto vil de violación.

    Ahí, en el cuarto de Axayácatl, Francisco y Rogelio dejaban a su pobre víctima totalmente golpeado de todos lados y desnudo en su cama sin poderse mover debido a las heridas de su cuerpo.

    - Estuvo muy bueno Axayácatl- decía Francisco mientras se levantaba de la cama.

    - Vaya que sí indito, y eso que no veníamos con la intención de algo; pero mira, terminaste por darnos tanto placer – apuntó también Rogelio, con tono sumamente irónico y de burla.

    Ambos entonces comenzaron a reírse descaradamente por su acto recién cometido, Axayácatl sólo los veía con una mirada difícil de describir, entre de coraje pero a la vez de no poder fijar sus pupilas en ellos a causa de todo el dolor que sentía en su cuerpo. Finalmente Francisco y Rogelio terminaron de vestirse y se salieron del cuarto.

    - No puede ser, aquí vienen los dos- exclamó Xochimitl con mucho temor.

    - Pues ya está Xochimitl, ahí te dejamos al imbécil de tu hijo en su cuarto, te recomiendo que no lo muevas demasiado- dijo Francisco al tiempo que se acercaba a la puerta.

    - Sí- añadió Rogelio, quien se acercó a Xochimitl-; y si me quedan energías, regreso por usted doñita.- él tocó de forma morbosa a la mujer.

    - Maldito cerdo- murmuró ella.

    - ¿¡Qué dice!?- enojado dijo Rogelio al escuchar las palabras de la mamá de Axayácatl.

    - ¡Rogelio, déjate de mamadas y ya vámonos de aquí!- ordenó Francisco a lo lejos.

    Rogelio, al escuchar las órdenes de su superior, se contuvo las ganas de golpear a Xochimitl por lo que ella dijo, así que enojado se acercó con Francisco a la puerta y finalmente ambos se salieron de la casa. Inmediatamente después de que ambos se fueron, Xochimitl corrió al cuarto de su hijo para ver cómo se encontraba éste. Al entrar, vio el terrible estado en el que estaba Axayácatl.

    Xochimitl se acercó rápidamente a Axayácatl para abrazarlo. Al llegar con él, lloró y le pidió disculpas por permitir que Francisco y Rogelio le hicieran eso, Axayácatl no podía hablar debido a sus heridas, pero respondió a su madre con sus lágrimas tan puras e inocentes; misma inocencia que ya había perdido él desde muchos años atrás.

    La madre bajó cuidadosamente a su hijo a la sala, lo sentó en un sillón y la mujer se puso a lado para curarle las heridas con las mismas hierbas que Axayácatl utilizó de forma oculta cuando Francisco y Rogelio lo habían golpeado días antes. Axayácatl expresaba que le ardían las heridas cuando trataba de curarlas su mamá, pero no tenía otra opción que aguantarse. Mientras Xochimitl resolvía las heridas del cuerpo de Axayácatl, expresó ella lo siguiente:

    - Pero mira nada más cómo te dejaron estos dos demonios.- decía Xochimitl mientras curaba a su hijo. Axayácatl sólo veía fijamente al suelo; al notar Xochimitl la gran tristeza que embargaba a su hijo, ella continuó-. Escucha hijo, cuando tu padre y yo estemos muertos, el contrato que firmamos él y yo ya no tendrá validez, y por tanto tú y tu hermana podrán ser libres de este dolor que les han causado estos dos imbéciles. –Axayácatl, al escuchar esto, comenzó a llorar-. Hijo, no tienes idea de lo cuánto que me duele el que te hagan esto, créeme que haría lo posible porque ya no sufrieras de este modo, pero si nos oponemos a Francisco y a Rogelio, tu padre y yo iremos a la cárcel y nos irá peor a todos.

    Axayácatl no quitaba esa expresión pusilánime de su rostro, pues lo que acababa de vivir realmente era algo que había dejado a su corazón pálido y seco de emociones; pues, aunque ya antes Francisco y Rogelio habían abusado de él, nunca antes lo habían hecho con tanta violencia como lo habían realizado en este momento.

    - Es que… - con un tono entrecortado trató de decir él- ¡Es que a mí no me molesta tanto que ellos me hagan esto!- finalmente dijo enojado Axayácatl mientras se secaba lágrimas de los ojos. Xochimitl quedó sorprendida-; ¡lo que me molesta es que todos tengamos esta vida!, ¡ya no soporto que no podamos vivir como una familia tranquila!; ningún humano merece esta existencia- Axayácatl aventó con su pie uno de los pequeños sillones que estaban enfrente de él.

    - ¡Hijo, tranquilízate!- su mamá se paró y se puso enfrente de él-. Mira, yo también desearía cambiar las cosas, yo daría lo que fuera porque tu vida no fuera de este modo, pero sabes que tu papá trabaja en el campo, y que desde el Estado de México viene a dar el poco dinero que gana; que yo a veces voy a hacer la limpieza de algunas casas, y que juntos no tenemos grandes ingresos. Con el dinero de Francisco es con lo que hemos podido tener esta casa, que tú estudies, que tu hermana se encuentre en otra parte del país; si acaso hacemos algo contra ellos, todo eso lo perderemos.

    - Sí, lo sé, ahora me doy cuenta que el precio de nuestra vida es grande madre. Cuando era más pequeño no lo entendía, pero ahora que he llegado a este punto de mi edad, y que he conocido gente nueva, me doy cuenta que nuestras vidas jamás podrán ser normales. -Axayácatl abrazó a su mamá al mencionar estas últimas palabras.

    Su madre tan sólo suspiró mientras tenía en su regazo a su hijo, entonces ella exclamó:

    - La vida de nadie es normal hijo, sin embargo, nuestra familia nunca tuvo la fortuna de poder sonreír en cualquier circunstancia de la vida. En este país quien nace en la pobreza, muere en la pobreza. – la madre entonces hizo una pausa y segundos después expresó-. Yo creo que el lunes no vas a la escuela hijo, mira nada más cómo te dejaron- separándose de él, su madre le indicó.

    - Está bien, muchas gracias por curarme.- sonrió Axayácatl.

    - Canijo, has de estar bien contento porque no irás a la escuela el lunes ¿verdad?- ambos comenzaron a reír por ello, como una forma de olvidar lo que había pasado, pues dentro de ellos sabían que sí, que lo que había dicho Xochimitl era cierto: quienes nacen pobres mueren pobres; y por tanto ellos no podían hacer nada para quitar las cadenas que tenían de Francisco y Rogelio. Lo mejor para ellos era continuar con su vida y su familia, pese a las crueldades que vivían.

    Ese día el padre de Axayácatl no llegó a su casa porque se quedó trabajando en el campo, por lo que él no se dio cuenta de las heridas que tenía su hijo; eso fue algo que tranquilizó a Axayácatl y a Xochimitl, pues sabían cómo era el carácter del hombre, ya que él también ya estaba harto del yugo de Francisco, así que cualquier cosa en contra de su familia haría que el padre quisiera matar a Francisco.

    Pasó el domingo sin ningún hecho relevante en esta historia, y a la mañana del lunes Axayácatl se levantó tranquilo y trató de olvidar lo del sábado, pero no, para él no habría descanso en los próximos días de su vida; porque de pronto, el celular que le había dado Francisco para que tomara las fotos, comenzó a sonar de forma inesperada.

    Axayácatl comenzó a buscar el teléfono y cuando lo encontró de inmediato contestó:

    - ¿Bueno?- dijo Axayácatl.

    - Vaya, sobreviviste… - exclamó una voz al otro lado del teléfono.

    - ¿Francisco? – preguntó Axayácatl, aún dudoso de la voz.

    - Sí, soy yo, Francisco. Axayácatl, debo decirte que Rogelio y yo hemos pensado que ya estamos hasta la puta madre de cogerte, ya nos aburriste. Queremos que para el viernes nos tengas a uno de tus compañeritos para violarlo; si no lo consigues, te vamos a matar de un puto plomazo cabrón- entonces colgó Francisco…

Capítulo XVIII

Qué llamada tan más cruel, apenas el pobre Axayácatl acababa de vivir uno de sus momentos más duros y frustrantes de su vida, cuando ahora Francisco le daba un mensaje de muerte defnitiva, uno que nunca antes le había dado a Axayácatl.

    Inmediatamente después de que terminó la llamada, Axayácatl fue con su madre para avisarle lo que había pasado, él le explicó lo que Francisco había advertido, por lo que Xochimitl quedó completamente petrificada de miedo, no sabía qué pensar o qué hacer, era demasiado riesgoso cualquier movimiento.

    -¿Ahora qué haremos hijo?- expresó Xochimitl preocupada.

    - Tenemos que decírselo a mi papá- opinó él.

    - No, ni de broma. Tu padre se desesperaría y se enojaría mucho, tanto, que sería capaz de ir a matar a Francisco.- muy alterada dijo su madre.

    - Pero mamá, si no le informamos de esto a papá, Francisco y Rogelio serán capaces de preguntarle que cómo va el pedido que me hicieron, y si él responde que no sabe nada, ellos se enojarán y podrían matar a mi papá.- en seguida apuntó Axayácatl.

    Xochimitl, al escuchar las palabras de su hijo, se detuvo a pensar lo que se debía hacer.

    - Sí…, creo que tienes razón –expresó ella-, son tan desgraciados esos dos; mira, tu padre llegará esta noche, yo le diré sobre esto, no quiero que le digas nada si lo ves ¿entendido Axayácatl? Tú mantente alerta por si vuelven a llamar esos dos.- Xochimitl le ordenó a su hijo.

    - Está bien mamá, no le diré nada. Esperemos que Francisco no venga para acá.- con mucho temor contestó Axayácatl.

    Por otra parte, en la escuela, aunque yo estaba sumamente feliz por lo que había vivido días antes con Jérémy, y aunque el verlo hoy fuera ocasión para que mi corazón latiera y al mismo tiempo se apenara por esas sonrisas que me daba; por otra parte, la ausencia de Axayácatl me preocupaba demasiado, no lo consideraba normal. Justamente Lizeth se encontraba a mi lado cuando yo pensaba todo esto, y aunque quería externarle mi preocupación, no podía hacerlo por completo, pues ella podría sospechar algo acerca del problema que Axayácatl me pidió no le dijera a nadie. Cuando ambos estábamos hablando sobre un trabajo de Historia, Jérémy se acercó.

    - Hola chicos, ¿cómo están los dos?, ¿se puede saber de qué hablan?- preguntó Jérémy interesado.

    - Hola Jérémy, estamos bien; Lizeth y yo hablábamos del trabajo de Historia que ya es para pronto, ¿ya lo acabaron los de tu equipo?- le respondí muy feliz a Jérémy.

    - No, bueno, según hoy nos reuniremos para empezar el trabajo.- en seguida comentó Jérémy.

    -  Vaya, están igual que nosotros dos. Clemente y yo también nos reuniremos hoy para acabarlo, en verdad está un poco difícil – añadió Lizeth.

    - Sí, es un tanto laborioso; ojalá lo terminemos pronto- dije yo.

    - Sí, que me tiene un tanto atareado ese trabajo. – dijo Jérémy.

    Cuando estábamos platicando sobre ello, llegó la maestra de Química, por lo que nos fuimos a nuestros respectivos asientos; yo entonces miraba muy extrañado el asiento vacío de Axayácatl, algo dentro de mí sabía que las cosas con él no estaban bien; y realmente mis pensamientos estaban en lo correcto, pues quién pensaría que justo afuera de la escuela estarían Francisco y Rogelio. Ellos se encontraban adentro de una camioneta muy grande y de color negro, estaban en el estacionamiento exterior de la escuela.

    - ¿Por qué has tomado la decisión de matar al mugriento de Axayácatl?- preguntó Rogelio a Francisco.

    - El estúpido está creciendo, sé que llegará el momento en que un papel no sea suficiente para mantenerlo bajo control a él y a su familia- respondió Francisco.

    - ¿En serio puede ser peligroso un indio ignorante? – extrañado apuntó Rogelio.

    - Aunque en nuestros planes esté no dejar que llegue a la Universidad, por otra parte, a lo largo de su vida puede aprender cosas que hagan que sus actitudes ya no sean tan ignorantes como tú crees. Él puede revelarse en cualquier momento.

    - Vaya, no lo había pensado así compañero, ese mocoso puede ser peligroso en el futuro; pero dime ¿qué haremos con sus padres?- interesado volvió a preguntar Rogelio.

    - Cuando matemos a escondidas a Axayácatl, nos deshacemos de los indios de su familia inmediatamente. Después nos regresamos al campo a buscar a otro pobretón que necesite de ayuda, al fin que hay muchos en este estúpido país.- respondió Francisco muy seguro de su plan.

    - ¿Entonces aunque Axayácatl traiga a uno de sus compañeros para el viernes, tú lo vas a…?

    - Matar – completó la frase Francisco-; piensas muy bien Rogelio.

    Mientras ellos hablaban sobre estos asuntos, Isabel, otro ser perverso e igual de infame, adentro de la escuela y en plena clase todavía seguía pensando acerca de lo que había pasado ayer cuando me vio a lado de Jérémy por su casa.

    - <<Maltido, maldito, maldito seas Clemente; no puedo creer que en mis narices hayas estado justo a lado de mi hermano y por mi casa, ¿con qué derecho te crees para envolver en tus gustos pecaminosos el corazón de mi hermano?, yo soy la única que puede tener el cuerpo y el alma de mi hermano bajo mi poder. Ahora veo que ese estúpido de Jérémy se dejó doblegar por otros asuntos en España y más aquí, pero no, no lo permitiré, yo seré la encargada de acabar con todos esos intereses que tiene él, aquí acabaré con esos que tratan de corromperte todavía más hermano. Y mientras hago eso, yo también me divertiré un poco con los pobretones de esta secundaria mugrienta, al fin que yo tengo la verdad y el verdadero gusto que Dios le dio a los humanos. Hoy será un buen día a lado de Nestor>>.

    Así, finalmente, llegó la hora de la salida para todos, Isabel había salido casi al mismo tiempo que Jérémy, por lo que fue con él y le preguntó:

    - Hermano, siempre sí os irás con los de tu salón ¿verdad?- con tono misterioso, dijo Isabel.

    - Ya te había dicho que sí Isabel, ¿por qué muestras tanta insistencia?- dijo Jérémy extrañado.

    - Por nada, sólo quería saber cuánto tiempo iba a estar sin tu fastidiosa presencia, ¿a qué hora llegarás a casa?-.

    - Pero qué chistosita resultas ser con tus comentarios Isabel; te repito que llegaré a las 5 de la tarde, y ya no te responderé más preguntas- respondió Jérémy enojado.

    - Perfecto, que te diviertas entonces con tus amiguitos. Adiós, tonto- finalmente se fue Isabel.

    Así fue como Isabel se fue de la escuela rumbo a su casa, con esas preguntas que demostraban que ella le ocultaba algo a su hermano; sin embargo, la verdadera amenaza, por ese momento, no era Isabel como tal, pues todavía Francisco y Rogelio se encontraban en el estacionamiento de la secundaria.

    Jérémy, después de que se fue su hermana, caminó un poco a la esquina contraria a la Avenida Central, osea, justamente hacia donde estaba el carro de Francisco. Jérémy esperaba a que Josef reuniera a todos los de su equipo de trabajo para entonces irse con ellos.

    Mientras tanto Francisco y Rogelio esperaban a ver a Axayácatl.

    - ¿Por qué carajo no sale el puto de Axayácatl? – preguntó enojado Francisco.

    - Ya se tardó compadre, yo creo que el muy collón no vino a la escuela, después de los madrazos que le dimos el sábado yo creo que todavía no se recupera – respondió Rogelio.

    - Yo creo que sí es así, pinche pendejo; entonces cuando Axayácatl contestó la llamada, seguramente estaba en su casa.

    Rogelio asentó con la cabeza para expresar que estaba de acuerdo con su compañero; entonces, cuando él volteó la cabeza para ver por su ventana a los alumnos que iban pasando por a lado de su carro, se percató que casi enfrente de ellos estaba Jérémy solo.

    - ¡Amigo!, ¿ya viste quién está allá solo?- dijo emocionado Rogelio.

    Francisco rápidamente volteó para ver de quién se trataba.

    - ¡Pero si es Jérémy! – con sonrisa maliciosa dijo Francisco.

    - Y está solo, ¿por qué no aprovechamos esta ocasión para acercarnos a él?- sugirió Rogelio.

    - Me parece buena idea- Francisco entonces prendió la camioneta y se acercó  a donde estaba Jérémy.

    Mientras tanto, justamente cuando esto ocurría cerca de la escuela, yo, por otro lado, ya estaba subiendo las escaleras del Metro para pasar al otro lado de la avenida, cuando de pronto sonó mi celular. Al ver que era un número que no tenía registrado me extrañé, por lo que contesté rápidamente.

    - ¿Sí?- contesté.


    - ¡Clemente, soy yo, Axayácatl. Necesito hablar urgentemente contigo!- expresó Axayácatl con voz agitada…

domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulos XV-XVI


Capítulo XV

No hubo otro problema o asunto digno de resaltar en el día ni en esta novela, lo cual dio paso a que finalmente llegara el sábado. Ahí estaba yo, afuera de la escuela diez minutos antes de la hora en que habíamos quedado Jérémy y yo, sin embargo, él no tardó mucho en llegar después de mí. A lo lejos noté que él se acercaba poco a poco, era la primera vez que lo veía vestido de forma normal, sin uniforme y sin vestimenta deportiva; a mi gusto, Jérémy vestía bastante bien y  de forma muy original, me gustaba muchísimo más cómo se veía así que con el uniforme de la escuela. Él llevaba una camisa con cuadros de color rosa, morado y blanco; también iba con un pantalón rojo y unos tennis morados. Realmente su ropa parecía no haber sido comprada en México, sino que era de España o, aún más, de algún otro país europeo.

-       ¡Clemente!, pero qué alegría verte ya aquí-  en el momento en que él dijo esto, me abrazó.

    Cual sorprendido estaba por esto que había hecho Jérémy, un abrazo inesperado, tan repentino como lo fue su invitación; algo dentro de mí decía que este día sería uno que jamás olvidaría.

    - Hola Jérémy, qué bueno que ambos llegamos temprano- todavía abrazado de él, le comenté.

    - Cierto, ya parecemos ingleses siendo tan puntuales- se separó de mí y dijo eso con una gran sonrisa.

    - Es verdad, ellos son famosos por ser tan puntuales; dime Jérémy, ¿alguna vez has ido a Inglaterra?- pregunté interesado.
  

    - Sí, sí he ido; pero, ¿por qué la pregunta Clemente? – él me preguntó extrañado por mi duda.

    - Bueno, la verdad desde siempre he tenido duda sobre si has viajado a otro país a parte de México; creo que me causa admiración porque aquí en el país es difícil que alguien pueda irse de viaje a otro lugar.

    - Ahora entiendo el porqué de tu pregunta, no sabía que en México así estuviera la situación; y pues bueno, yo sólo fui unos días a Inglaterra, y he de decirte que sí son demasiado puntuales. Tienes que estar antes de la hora fijada, o de lo contrario, te puedes ver mal.

    - Vaya que sí son puntuales, me imagino que no es al único país a donde has ido, espero algún día me cuentes sobre esos viajes. –le dije con gran sorpresa de mi parte.

    - Claro que algún día te contaré sobre esos pequeños viajes. – dijo Jérémy con una sonrisa que expresaba la ternura que yo le daba con mis comentarios. - Bueno, ¿estáis listo Clemente para ir a mi casa?, no está muy lejos de aquí, incluso podemos irnos caminando tranquilamente, ¿te parecería caminar?

    - Por supuesto, por mí no hay ningún problema por caminar – muy emocionado respondí.

    De esa forma dimos inicio el camino hacia su casa, que fue de aproximadamente 25 minutos. En dicho tramo de tiempo platicamos de asuntos de la escuela, sobre las tareas, los maestros, los compañeros; aspectos que, casi nunca podíamos hablar en la escuela. Él me decía que se sentía muy bien en la secundaria en donde estábamos, aunque le era todavía un poco pesado entender ciertas cuestiones de evaluación. En fin, que finalmente llegamos a su casa, al llegar, la observé bien, ésta era de color naranja por fuera, era de dos pisos y extremadamente bonita, de hecho, parecía una casa muy diferente a las demás por parecer realmente una casa de familia adinerada.

-       Bueno, hemos llegado Clemente, en verdad me place tenerte aquí – dijo Jérémy y al tiempo abrió la puerta.

    Al abrir la puerta principal y observar por dentro la casa, de primera instancia, lo primero que estaba en el lado derecho era una sala pequeña pero elegante, con sillones negros acomodados alrededor de la mesa de centro, ésta a su vez estaba enfrente de una gran televisión, la cual se encontraba en un mueble café y grande, mismo que estaba decorado con diferentes figuras que hacían alusión propiamente a España, habían caballeros medievales enfrente de un pequeño castillo, ruiseñores, campesinos vestidos muy a la española y demás figuras, que si me detuviera a describir una por una, me llevaría todo un capítulo. En el espacio de enfrente de la sala había un hermoso y gran comedor, con una alacena de vidrio al fondo, la mesa del comedor también era de vidrio, y las sillas eran blancas y muy bien decoradas.  A lado del comedor se encontraban las escaleras de madera, las cuales tenían en un pilar un gran espejo ovalado; finalmente, paralelamente al comedor, y a un lado de las escaleras, se encontraba la cocina, que era enteramente integral, de color blanca toda, y con todo totalmente ordenado.

    - Pasa por favor- finalmente me indicó Jérémy. Yo entonces entré y él cerró la puerta-; ¿gustas algo de tomar?

    - No, muchas gracias Jérémy. Tu casa es muy bonita- sorprendido le dije.

    - Gracias Clemente, realmente me gusta más que la de España, aquí es más fácil mantener una casa como ésta; pero bueno, eso es lo de menos, ¿te parece si vamos a mi cuarto?- me dijo muy emocionado.

    Aquella proposición de su parte me había sorprendido, sinceramente había pensado en otra cosa en el momento en que él me dijo que fuéramos a su habitación, sin embargo, confiaba en que Jérémy no sería de ese tipo de persona. Él, sorpresivamente, me tomó de la mano y entonces subimos hasta su cuarto.

    Mientras subíamos a su cuarto, yo pensaba en lo hermoso que era para mí que nuestras manos estuvieran agarradas cual si fuéramos una pareja que camina emocionada por un parque hermoso. Jérémy no parecía tener algún pudor por este hecho, al contrario, se veía muy confiado de haber hecho lo que hizo.

    Sin embargo lector, no todo en un capítulo de la vida es totalmente hermoso y lleno de momentos mágicos y perfectos, pues, por otro lado, uno de los personajes vivía, justamente en este insante, uno de sus momentos más impactantes de su vida.

    Así, en la casa de Axayácatl, una vez más, las cosas no irían bien para él y su familia. Habían tocado fuertemente la puerta y sólo se encontraban Axayácatl y su madre llamada Xochimitl. En cuanto sonó el timbre los dos se voltearon a ver con una mirada temerosa y que imaginaba de quién se trataba; Axayácatl entonces fue  a abrir la puerta y al hacerlo, de nuevo fue su sorpresa al ver a Francisco y Rogelio ahí afuera. Ambos pasaron a la sala.

    - Vaya, pero a quién tenemos aquí, nada más y nada menos que a la doña de la casa- dijo Francisco completamente borracho-; doña, no se asuste, tan sólo venimos a ver si su querido hijo cumplió con lo acordado.

    - ¿Lo acordado? – preguntó Xochimitl al mismo tiempo que volteó a ver a su hijo muy extrañada.

    - Ay, por favor doñita, ni que no supiera en los negocios en que andamos Francisco y yo – añadió Rogelio con el mismo tono de borracho.

    - Aquí están las fotos- Axayácatl les entregó el celular con las fotos de Nestor sin camisa.

    Francisco y Rogelio estuvieron revisando todas las fotos que estaban en el celular, sin embargo, en su rostro no se veía felicidad o conformismo alguno, por lo que Francisco dijo:

    - ¡Cabrón, sigues haciendo lo que se te pega la puta gana!, ¡El que está en las fotos no es el puto niño español que te dijimos que fotografiaras!, ¡Ya nos tienes hasta la madre con tus mamadas!; ¡Rogelio, agárralo y súbelo al cuarto!; vamos a hacer con él lo que íbamos a hacer con las fotos que le pedimos.- muy molesto dijo Francisco.

    Tras decir estas palabras, Axayácatl se encontraba totalmente tieso del susto, el cual le provocaba saber qué es lo que iban a hacer con él. No se movió ni un instante, sabía que si lo intentaba, las cosas saldrían peores. Rogelio entonces lo tomó muy agresivamente del codo y lo empezó a subir por las escaleras.

    - ¿¡Qué le van a hacer a mi hijo!?- gritó asustada Xochimitl.

    - Vamos a divertirnos un rato con él- respondió Francisco-, y donde se te ocurra meterte- se acercó Francisco a Xochimitl con una pistola-, sabes que las cosas no sonreirán mucho para ti y tu familia. Recuerda que el contrato dice todo sobre su cochina vida.

    - ¡Mamá, mamá!- gritaba Axayácatl con desesperación mientras ya lo metía Rogelio al cuarto.

    - Francisco, en verdad eres un ser despreciable – Xochimitl contestó.

    - Seré lo que quieras mujer, pero al menos yo soy el que tiene el poder de su mugrosa familia de indios. – respondió Francisco con tono burlesco.

    La madre no tuvo otra opción que quedarse callada y sin poderse mover. Francisco se subió y se encerró con Rogelio y Axayácatl en el cuarto. Xochimitl sólo escuchaba los gritos de su hijo, cómo pateaba las cosas con desesperación para que no le hicieran nada, la madre tenía unas lágrimas en los ojos mientras sentía gran impotencia por no poder hacer nada.

    Por otro lado, y haciendo un salto brusco entre lo duro de la vida a lo dulce de la misma, Jérémy y yo ya estábamos en su cuarto. Éste era totalmente de madera, no muy grande pero sí con suficiente espacio para tener un librero, un ropero y su cama, además de una televisión colgada.

    - Vaya, tu cuarto también es muy bonito- totalmente sorprendido, le comenté.

    - Gracias amigo, eres el primero de la escuela que lo conoce.- confesó Jérémy feliz.

    - ¿En serio?- contento le pregunté y lo volteé a ver.

    - Así es, evidentemente no he traído a nadie más aquí, no me gustaría porque podrían ser indiscretos con las cosas que tengo o no en mi casa, pero tú eres diferente Clemente, tú tienes un corazón discreto y sincero. – comentó él-. Mira esto- se dirigió al librero, entonces sacó unos discos. Éstos eran de Shakira, él de nuevo se acercó a mí y me los enseñó.

    - No lo puedo creer- dije sorprendido-, los tienes todos y bien cuidados, hasta tienes los que sacó cuando era pequeña.

    - Así es, los cuido y amo tanto, mamá me los compró uno por uno conforme iban saliendo. Observa ésto también- ahora de su librero agarró cuatro libros y me los mostró. Éstos eran Amadís de Gaula, La Celestina, Don Quijote de la Mancha y un libro de Poesías completas de Sor Juana Inés de la Cruz.

    - Vaya, tienes libros bastante interesantes. No conozco para nada La Celestina; de Amadís de Gaula me habías mencionado algunas cosas; Don Quijote de la Mancha lo conozco muy poco; pero en realidad lo que más me sorprende es que tengas un libro de Sor Juana. – totalmente emocionado le comenté, pues me resultaba tan sublime ver todas esas obras juntas en mis manos.

    - La Celestina es un precioso libro - repuso Jérémy-, totalmente divertido y lleno de ironía, para mí es una de las mejores obras, pues refleja detalladamente la forma de vida en la España medieval; pero si de leer a más personajes y sus locuras vamos, el Quijote es la mejor opción; aunque ambos son totalmente buenos para sonreír cada día. Amadís de Gaula es elegante y fantasioso, en verdad Clemente, no sabes las ganas que tengo de que lo leas, algo en mi interior dice que te cambiaría la vida como a mí. Y bueno, este libro de Sor Juana lo compré el primer día en que llegué aquí a México, pensé que si iba a vivir un rato en este país, no podía dejar de leer a alguno de los escritores que han existido aquí.

    - Vaya, realmente sabes mucho de literatura Jérémy, jamás había conocido a alguien que supiera tanto como tú, estoy muy sorprendido; a lo que respecta con tu libro favorito, con gusto leeré a Amadís de Gaula, sé que tu recomendación es muy buena. Con todas las opiniones que me dices sobre tus libros, se nota que tienes buenos e interesantes gustos Jérémy. También ya me dieron ganas de leer La Celestina, a mí me gusta mucho la Edad Media y no sabía que había más textos, aparte del Cid, de esa época, ahora me dices que están Amadís de Gaula y La Celestina.- entonces hice una breve pausa, como para contener toda la emoción que había dentro de mí por hablar de literatura con él -; y qué te puedo decir de Sor Juana, es verdaderamente digno de admirar el que hayas comprado ese libro para leer a un autor mexicano, confío en que ella te gustará.

    - No sé tanto de literatura como tú crees Clemente, pero muchas gracias por el cumplido; yo sé que también tú sabes de literatura y por eso me alegra tanto tenerte como amigo- expresó Jérémy muy feliz-. Ojalá yo también pueda ver un día las cosas que tienes en tu cuarto.

    - Bueno… es que yo…- apenado dije-, yo no tengo un cuarto propio. – entonces el sabor dulce y fantástico de ese momento pasó a uno melancólico y triste por el comentario de él.

    - Oh… Entiendo, pero bueno, eso es lo de menos, yo quiero conocer los libros y los discos que tienes. – me sonrió para tratar de borrar el ambiente incómodo que se formó por aquel comentario suyo.- Ven aquí- me tomó una vez más de la mano.

    Sentía tan bello el hecho de tocar su suave mano, jamás ningún niño lo había hecho, no me sentía raro ni asqueroso; al contrario, esto me ponía muy feliz y me hacía sentir muy especial.
    Jérémy me llevó a su cama y nos sentamos en ella.

    - ¿Sabes Clemente?, eres el niño que mejor me cae de toda la escuela. Contigo puedo hablar de bastantes cosas sin tener pena alguna; además, eres alguien muy tranquilo y tierno- diciendo esto, Jérémy se iba acercando a mí poco a poco. – Yo por ti… - decía mientras, sin quitarme la mirada, se estaba acercando cada vez más a mis labios. Yo no podía quitar mi vista de los suyos, realmente sentía que un momento especial sucedería pronto…

Capítulo XVI

Continuaba aquel momento mágico y hermoso a su lado. Jérémy no dejaba de acercarse a mis labios, me miraba fijamente, yo también a él, su mano estaba ligeramente puesta sobre la mía, todo era un momento increíble, los latidos de nuestros corazones parecían escucharse a sintonía mientras más se acercaba él a mí, todo estaba en silencio y parecía una pintura entre el Dios del Sol y su amado estando tan cerca; cuando, en ese instante, se escuchó que la puerta de su casa la abría alguien. Jérémy en seguida se levantó.

    - No lo puedo creer, ¿quién será?- espantando expresó.

    - ¿Crees que sea Isabel?- también me levanté y dije asustado.

    - No lo sé. Espera aquí, trata de no hacer ruido alguno- se salió del cuarto.

    Cuando él se salió del cuarto, yo me encontraba espantado y en suspenso, si acaso era Isabel, todo se arruinaría y no habría forma de esconderme o disimular que no estaba; sin embargo, traté de tranquilizarme, pues sabía que los nervios podrían hacerme no saber qué pensar si se trataba de la hermana de Jérémy.

    Jérémy regresó dos minutos después de que se salió y al entrar me dijo:

    - ¡Es mi mamá!- emocionado expresó.

    - ¿¡Tu mamá!?- nervioso, respondí.

    - Sí, qué alegría. Ven Clemente, quiero que la conozcas- me agarró de la mano y bajamos poco a poco las escaleras. Antes de que su mamá se diera cuenta de nuestra presencia, él me soltó para entonces dirigirse a la cocina que era en donde estaba Renata-. Hola madre, qué gusto verte, ¿cómo os ha ido en el súper?

    - ¡Jérémy!, no sabía que estabas aquí, qué bueno que bajas. Fue todo un conflicto, todavía me cuesta trabajo entender el valor de la moneda de este país, espero pronto acostumbrarme, porque sufro tanto cuando me dicen los precios porque no entiendo si está caro o no.- mientras arreglaba las cosas, exclamó Renata.

    - Madre, es poco a poco, yo también me he tenido que acostumbrar a varias cosas del país; por otro lado, quiero decirte algo.- con una gran sonrisa, Jérémy le dijo a su madre.

    - ¿Qué sucede hijo?- intrigada, y dejando de acomodar las cosas, preguntó Renata.

    - He traído a un amigo a la casa.- feliz dijo él.

    - ¿¡En serio!?, ¡pero qué felicidad!, ¿y en dónde está él?- Renata trataba de encontrarme con la vista.

    - Espera, es que es un poco penoso, voy a por él.- Jérémy en seguida se salió de la cocina.
    Al llegar conmigo noté que en verdad él estaba muy feliz.

    - Ven Clemente, ella está emocionada por verte- me tomó del codo.

    - ¿En serio?, realmente estoy nervioso Jérémy.

     - No tienes por qué estar apenado, ella siempre se pone contenta cuando alguien visita la casa. Es muy alegre mi madre, ya verás que te querrá mucho.- entonces caminamos los dos. Cuando llegamos a la cocina, Renata se encontraba de espaldas arreglando las cosas que había ido a comprar al súper, por lo que Jérémy llamó su atención-. Mamá, te presento a mi amigo Clemente; Clemente, te presento a mi mamá, Renata.

    - Buenas tardes señora, mucho gusto- un poco sonrojado, extendí mi mano para saludarla.
    Al levantar el rostro conocí por fin a la madre de Jérémy. Renata era muy alta y sumamente delgada, tenía cabello castaño y lacio, tenía ojos cafés claros y labios muy delgados. Su piel era totalmente blanca, aparentaba ser una mujer joven por su extrema belleza, su cuello parecía marfil puro; parecía la ninfa más hermosa de Diana, tenía una sonrisa encantadora y su nariz era muy fina. Vestía un vestido rojo y llevaba unas zapatillas rojas muy bonitas, ella se parecía a Jérémy en cuanto a su porte elegante.

    - ¡Pero qué amigo tan apuesto y lindo!- ella se acercó a mí y se agachó para abrazarme, entonces me dio un beso en la mejilla.- Qué gusto Clemente, espero te sientas bien en esta tu casa.- dijo mientras me sonreía.

    - Muchas gracias, me la estoy pasando muy bien aquí. Gracias por su bienvenida - contesté así porque estaba muy apenado.

    - Me alegra que estés pasándotela bien, es un gusto tenerte aquí- Renata entonces se levantó-; bueno, vayan a jugar o hacer lo que estaba haciendo los dos- cuando ella mencionó ésto último, Jérémy y yo nos volteamos a ver con ojos de complicidad por ser conscientes de lo que hacíamos en la recámara de Jérémy-. Yo en seguida preparo la comida; ¿verdad que te vas a quedar a comer con nosotros Clemente?- preguntó Renata con tono emocionado.

    - Con todo gusto señora, muchas gracias por invitarme- todavía penoso le dije.

    Renata se puso feliz al saber que me iba a quedar a comer con ellos, Jérémy le ofreció su ayuda pero ella no aceptó, pues argumentó que prefería que él se quedara conmigo. Mientras Renata preparaba la comida, Jérémy y yo subimos a su cuarto, sin embargo, lo que iba a pasar entre nosotros antes de que su madre llegara ya no continuó, pues, en vez de eso, él me leyó y dramatizó un poco la obra de La Celestina mientras yo sólo lo veía. Finalmente Renata terminó de preparar la comida, había hecho paella, la mesa estaba lista y ella nos avisó que bajáramos pronto a comer.

    Los tres nos sentamos. Renata a la cabeza de la mesa, Jérémy se sentó del lado derecho a ella y yo del izquierdo. Agradecimos la comida a Dios, yo no solía hacer esto al momento de comer, pero por respeto seguí su ritual y oré junto con ellos. Mientras nos encontrábamos comiendo, Renata comenzó la plática:

    - ¿Y toda tu vida has vivido en el Distrito, Clemente?- me preguntó Renata.

    - Sí, prácticamente toda mi vida he vivido en este lugar.- contesté.

    - Ya, ¿y tus papás son de aquí, o hay alguno que haya nacido en otro Estado?- interesada añadió.

    - Sí, mi mamá es prácticamente de aquí, toda su vida ha vivido en el Distrito.- en seguida respondí.

    - Entiendo, ¿y tu papá?- de inmediato Renata lo sacó al tema, pues notó la ausencia de su presencia en mi comentario.

    - De mi papá no sé nada, puesto que él murió cuando yo apenas acababa de nacer- respondí un tanto triste.

    - Cuánto lo lamento hijo- me tomó del codo-; pero no te preocupes, seguramente tu mamá te ama bastante y jamás te dejará solo.

    - Gracias por sus palabras; la verdad sí, mi mamá me quiere mucho y siempre procura que yo esté bien en todos los sentidos, en verdad procura hacerme feliz- comenté alegre por hablar sobre mi madre.

    - Eso está perfecto, me gustaría conocer a tu mami un día - sonrió Renata- Yo también procuro hacer felices a mis hijos, aunque luego Jérémy me diga que no lo tome como un bebé. – ella entonces volteó a ver a Jérémy con ojos de burla.

    - Ey madre, que no se trata aquí de decir mis indescencias – dijo él con pena.

    - Es que así sois Jérémy; ¿alguna vez él te ha contado sobre su padre?- preguntó interesada.

    - Realmente no, creo que sólo lo mencionó una vez y fue cuando llegó al salón para presentarse. Recuerdo que Jérémy dijo que su papá era francés.- lo volteé a ver.

    - Bueno, es que con toda la tarea que nos dejan luego olvido qué es lo importante para comentar; además no muchos me preguntan sobre él- dijo Jérémy mientras seguía comiendo.

    - Siempre es así Jérémy, olvida muchas cosas; pero bueno, ahora su padre está en Francia trabajando, tal vez un día pueda venir a México a visitarnos, ojalá puedas estar aquí para cuando pase eso.- me comentó Renata con un tono alegre.

    - Sería un gusto para mí conocerlo- feliz respondí.

    Platicábamos mucho los tres en ese momento, saboreábamos lo que Renata nos había preparado, hablábamos de España y de México, y de lo tanto que ellos querían ir a conocer otras partes de la República, así como de mi interés por ir a su país.

    Mientras nosotros estábamos en estas razones, Isabel, por su parte, ya se despedía de Angélica, con quien había estado toda la mañana en su casa. Ellas estaban ya en la puerta de la casa de Angélica.

    - Bueno, me alegra que tú y yo empecemos una amistad, creo que será lo mejor ser amigas como las más populares de la escuela – le comentó Angélica a Isabel.

    Isabel, quien ya se encontraba un paso afuera de la casa de Angélica, comentó lo siguiente sin prestarle mucha atención a lo que dijo Angélica:

    - Dime Angélica, ¿acaso tú conoces a ese niño llamado Clemente?; ¿acaso me equivoco al decir que tú estás en el mismo taller que él?

- Sí, yo conozco a Clemente, él va en mi taller y verdaderamente es un pobre idiota a quien no soporto, tiene fama de ser marica y no suele socializar con muchas personas, es un pobre “X” de la escuela. – comentó Angélica de manera despectiva. - ¿por qué lo preguntas?

    - Por nada, tan sólo quería saber quién era ese pobre tonto; yo tampoco lo soporto – respondió Isabel con una sonrisa malévola-. Bueno, ha sido un placer estar aquí contigo, creo que las dos tendremos mucho por hacer en nuestra nueva amistad – dijo Isabel con un tono de tener un plan entre mente.

    Finalmente las dos se despidieron e Isabel tomó camino rumbo a su casa, la cual quedaba a 15 minutos de la casa de Angélica, por lo que no tardaría en llegar.

    En lo que respecta a la comida que mantenía con Jérémy y su madre, ésta ya había terminado, así que Jérémy se levantó de la mesa y dijo:

    - Bueno madre, que yo creo que ya nos vamos. Muchas gracias por la comida, ha estado exquisita.

    - Qué tristeza que ya se tengan que ir – dijo Renata con tono triste-; pero me ha dado muchísimo gusto conocerte Clemente, ojalá te haya gustado la comida. Regresa pronto por favor, aquí te estaré esperando para seguir charlando como lo hemos hecho hoy. – Renata entonces me dio un abrazo.

    - Gracias por las atenciones señora, le aseguro que regresaré muy pronto. También gracias por la comida, realmente la disfruté - respondí ya con menos pena que las veces anteriores.

    Jérémy entonces le dijo a su mamá que me acompañaría hasta la secundaria y que él regresaría pronto, Renata no puso objeción alguna, y, por el contrario, dijo que ella tal vez saldría a comprar unas cosas para el postre que se le habían olvidado en el súper. Jérémy  y yo nos salimos de la casa, afuera de ella él me dijo:

    - Disculpa si te he sacado así de rápido amigo, pero ya no tarda en llegar Isabel a la casa- apenado se disculpó.

    - No hay problema Jérémy; al contrario, gracias por invitarme a tu casa, me dio mucho gusto conocer a tu mamá y estar contigo aquí en donde vives.- inmensamente feliz, le contesté.

    Jérémy me sonrió después de que yo dije esto, me dijo que me acompañaría hasta la escuela, acepté agradecido y empezamos a caminar hacia allá; sin embargo, atrás de nosotros, y en la misma banqueta, ya se encontraba Isabel, quien estaba buscando las llaves de su casa en su bolsa, razón por la cual no se había dado cuenta de nosotros. Jérémy y yo tampoco nos percatamos de Isabel y estuvimos a punto de desaparecer de su vista, cuando en ese momento Isabel alzó la vista y fue su sorpresa el vernos.

    - ¿¡Pero qué carajo hace este jodido maricón cerca de mi casa!?- dijo tremendamente enojada Isabel. Entonces ella decidió acercarse a nosotros…