Capítulo XLV
La
confesión de Jérémy había provocado un mar de reacciones en los dos. Para uno,
fue una liberación sentimental el hecho de expresar su amor, para otro, fue una enorme sorpresa que le hizo ver de otra
forma a su amigo.
- ¿Hablas en serio, Jérémy? - dijo Josef,
no dando crédito a lo que había dicho Jérémy.
- Así es amigo - confirmó Jérémy.
- Vaya, realmente no me imaginaba algo así
esto de tu parte.
Josef quedó muy pensativo tras decir esto, ninguno
de los dos amigos se atrevía a pronunciar una palabra. Finalmente, al ver la
reacción de Josef, fue Jérémy se decidió a hablar.
- Bueno, creo saber lo que estás pensando
acerca de mí, y creo que no te culpo por lo que opinas. Así que será mejor que
yo… - Jérémy ya se estaba levantando para irse de ahí, pero…
- Jérémy, no, no te levantes. Respóndeme,
¿amas en verdad a Clemente? – Josef preguntó, viendo fijamente a su amigo.
- Sí, le amo bastante – respondió Jérémy
sin dudar.
- Entiendo, ¿podrías sentarte? – exclamó
con tono muy serio Josef.
El joven español, al notar la seriedad con
que hablaba su amigo, decidió sentarse en el mismo lugar en donde estaba.
- ¿Sucede algo con Clemente? – preguntó
Jérémy preocupado.
- ¿Por qué Clemente?... ¿Qué fue lo que te
agradó de él? – Josef preguntó con ciertas pausas en su cuestionamiento.
- Él… él es muy diferente a los demás, sus
sentimientos son puros y por tanto inocentes. Verle hablar sorprende a
cualquiera, tiene un gran intelecto que es capaz de crear cualquier cosa que se
le antoje, su inteligencia es única. Pese a eso, debo confesar que cuando le vi
por primera vez no generó nada en mí, no es de los chicos que suelen impactar
por su belleza a primera vista, pero conforme le fui tratando, me di cuenta que
él es muy curioso, y esa curiosidad no pudo fingirla en cuanto me vio a mí, él
siempre me observaba y quedaba embobado cuando yo estaba cerca o enfrente de
él, eso hizo que le prestara atención para ver qué nueva reacción tenía. Cuando
le empecé a hablar, todo cambió, descubrí en Clemente a un ser inocente y
tierno, un hombre que se ponía nervioso cuando yo estaba ahí con él. Todo eso
sirvió para que poco a poco pensara en esa inocencia que lo caracteriza,
entonces todos los días recordaba su imagen, su rostro fino, su cabello negro,
su cuerpo delgado y frágil, pero sobre todo sus ojos, esa mirada suya tan
fuerte, tan profunda, es en ella en donde se guarda la fortaleza de su alma,
cuando te ve es como si te hipnotizaran sus pupilas, como si te retaran para
seguir su juego de danzar con ellas. Por donde le vea, Clemente es un chico
excepcional, uno que jamás encontré en otros lugares.
Ante toda esta explicación de Jérémy, Josef
quedó aún más impactado por sus palabras, lo miraba con sorpresa y no podía
quitar de su rostro esa expresión de revelación.
- Perdón, creo que me exageré un poco en mi
respuesta – de inmediato añadió Jérémy.
- No, no, estuvo bien, creo que ahora
entiendo – todavía sorprendido, dijo Josef.
- ¿Entender qué?
- Creo que debo de decirte algo Jérémy,
espero que no te moleste.
Jérémy, ante esas palabras de su amigo, se
puso nervioso a la vez que intrigado.
- Dime.
- Te hice esa pregunta porque quería saber qué
es lo que siente un hombre que gusta de Clemente.
- Aún no tengo del todo claro por qué
hiciste esa pregunta – Jérémy, de inmediato expresó
- Bueno, es que lo que quería saber era
porque… porque… - Josef por nervios no podía terminar su frase –, era porque
creo que yo le gustaba a Clemente.
Las palabras de Josef hicieron que Jérémy
fuera ahora el sorprendido, él no pudo ocultar su impresión ante tal noticia,
pues sus ojos de inmediato se abrieron a causa de la emoción.
- Pero, ¿cómo lo sabes? – preguntó
impactado Jérémy.
- Un amigo, compañero del salón, me contó
que una vez alcanzó a ver que un poema que había escrito Clemente tenía mi
nombre al final de la hoja. Clemente nunca me dijo sobre ese gusto, pero
sospecho que lo que sentía por mí se acabó desde el momento en que tú llegaste
a la escuela.
- Así que Clemente gustaba de ti… ¿por qué
me hiciste esa pregunta sobre si le amaba? – Jérémy preguntó sin entender del
todo lo que quería dar a entender Josef.
- Antes que responderte eso, debo decir que
mi segunda pregunta, sobre qué era lo que te había llamado la atención de él,
la pregunté porque desde el momento en que yo supe sobre ese gusto de él por
mí, yo no pude verlo de la misma forma, incluso debo confesar que a veces me
dolía ser tan cortante con él cuando se llegaba a acercar a mí; pero es que en
verdad yo no podía entender cómo era que Clemente podía gustar de mí, de otro
hombre… Y cómo podía uno enamorarse de otro chico.
- Pues creo que ya has visto cómo: se trata
de otro humano del que te puedes enamorar, como yo de Clemente – dijo un tanto
serio Jérémy.
- Sí, creo que ya me quedó un poco claro.
Disculpa si te ofende el que te haya preguntado eso, o sobre cómo traté a
Clemente, pero es que todavía no entiendo cómo es que dos hombres…
- ¿Acaso te molesta, Josef? – Jérémy
interrumpió a su amigo.
- No, no, para nada, yo no tengo ningún problema
con que alguien sea así. De que no comprendo cómo es que un hombre puede besar
a otro hombre es algo que no te negaré; pero, eres mi amigo y te estimo mucho
Jérémy, te dije que no me imaginaba esto de ti porque muchas mujeres de aquí
quisieran salir contigo y que fueras tú su novio, pero tendrán que quedarse con
las ganas, porque tú ya tienes a una persona especial – esto último lo dijo
Josef con una sonrisa que expresaba su simpatía con que Jérémy tuviera esos
gustos.
Jérémy también sonrío, entonces dijo:
- Soy consciente de que muchas quieren
conmigo, pero yo nunca me he fijado en alguna de ellas, porque mi corazón sólo
le pertenece a Clemente. Por otro lado, debo de agradecerte con toda honestidad
que aceptes lo que soy, que respetes y que no te alejes de mí por mis gustos.
Aunque es verdad que aparento no ser así, lo hago más que nada porque sé cómo
son los de nuestra edad, que podrían tomar esto a burla, y también lo hago por
proteger a Clemente. Así que muchas gracias, Josef.
- No tienes nada qué agradecer Jérémy, para
mí no es ningún problema el tener un amigo con esas preferencias, creo que en
cierta forma me resulta algo lindo tenerlos como amigos.
Jérémy sonrío para expresar la alegría que
le causaba las palabras de Josef.
- En cuanto a la pregunta de que si amabas
a Clemente, la hice porque quería saber qué tan grande era tu sentimiento por
él. La verdad es que Clemente es una gran persona, a veces es un tanto serio,
pero cuando le hablas, te das cuenta que en él puede haber un gran amigo. Yo
creo que en tu sentimiento eres totalmente correspondido, porque es obvio que
él también tiene esos gustos, eso lo sospechamos todos desde el primer año de
secundaria. Así que, si logran estar juntos, créeme que yo los apoyaré en todo
lo que pueda.
- Josef, no tengo palabras que me ayuden a
expresar mi agradecimiento ante lo que acabas de decir. Eres la primera persona
que me muestra apoyo en esto de mi sexualidad. Yo siempre viví con miedo de
decir lo que soy, lo que he decidido para mis gustos, por eso nunca me atreví a
expresarlo, porque sabía que me rechazarían y se alejarían de mí, como me pasó
en España. Ni si quiera mi mamá sabe sobre mi sexualidad, y mucho menos mi
padre, siempre con los hombres me ha dado tanto temor hablar sobre ello porque,
como dijiste, ustedes nunca pensarían que yo soy así, porque me gusta el
fútbol, porque me veo muy masculino, y porque soy el favorito de muchas
mujeres. Pero nada de eso me define, lo único que dicta lo que soy son mis sentimientos.
Josef sonrío enormemente ante la expresión
de Jérémy, quien estuvo a punto de llorar, pero no lo hizo, porque sabía que
muchos de los que estaban cerca de ellos se darían cuenta.
- Nunca temas decir lo que eres, ustedes
también sienten como nosotros, y no son diferentes. Ten por seguro que los
apoyaré, y que no diré nada sobre tu sentimiento por Clemente.
Jérémy volvió a agradecer a su amigo por
sus palabras, y por su promesa de no decir nada al respecto de su sexualidad,
con lo cual ambos terminaron su conversación sobre los sentimientos de Jérémy.
En cuanto a mí, todavía seguía con Lizeth,
quien me había confesado que sabía algo de lo que yo sentía por Jérémy.
- Lizeth… - expresé sorprendido por su confesión
- ¿Cómo es que tú…?
- Amigo, tranquilo – ella me interrumpió al
notar mis nervios para hablar -. Recuerda que tú y yo nos conocemos desde hace ya
tres años. Cuando descubrimos lo que pasaba en nuestros sentimientos, dijimos
que ninguno de los dos podría ocultarle al otro cuando llegara a nuestra vida
una persona especial, pues esa persona nos haría inmensamente felices, tanto
que ni si quiera podríamos fingir lo que en nuestro corazón pasaría. Ahora veo
con alegría que a tu vida ya llegó esa persona que esperabas, lo cual me hace
feliz, porque tú lo eres Clemente, porque tú y yo confiamos en el destino como
en ninguna otra cosa. Juntos descubrimos lo que somos, y juntos nos daríamos
cuenta cuando uno estuviera enamorado.
Aunque recordaba la promesa que había hecho
con Lizeth, por otro lado, todavía no me atrevía a confesarle lo que sentía por
Jérémy por tratarse él de alguien tan cercano a nosotros, además de mi indecisión
sobre si debía o no sentir algo por él, por no saber si él correspondería a lo
que sentía.
Antes de contestarle a mi amiga, solté una
pequeña sonrisa de felicidad. Entonces dije:
- Como siempre, eres la primera que se da
cuenta de lo que siento, y que lo dice de una forma tan precisa que ni yo
podría lograrlo. Tienes razón, tanto tiempo esperamos porque a cada uno le
llegara una persona que concordara con nuestros sentimientos. Hoy por fin llegó
a mí Jérémy, y debo de confesarte que tus palabras me han ayudado mucho, porque
cuando empecé a sentir algo por él, siempre lo negué. No quería aceptar el que
me encariñara con Jérémy, porque sabía que él nunca se fijaría en mí, pues
pensaba que sus gustos eran diferentes a los míos.
"Pero pese a que pensaba eso, poco a
poco mi corazón latía cada vez que lo veía, mi mente hacía que recordara y
viera a su persona en todo momento, en todo lugar. Todo eso hizo que mi
felicidad por verlo, por estar con él, no se pudiera negar, pero sé que muy
pocos se dieron cuenta de ello, incluso podría asegurar que sólo tú te diste
cuenta de la emoción que recorría mis venas cuando Jérémy se me acercaba. Por
eso, ahora que me dices esto, pienso que lo que siento por él vale la pena, que
es puro y verdadero, porque tú, mi mejor amiga, lo sabe y se dio cuenta de
ello, lo cual muestra que Jérémy es mi verdadero amor, el único que he tenido y
con el que quiero vivir.
Lizeth sonrió enormemente ante mis
palabras.
- Y dime… ¿Ese amor es correspondido? –
preguntó suavemente.
- Lo es.
- ¡No lo puedo creer!, ¡Amigo, lo tienes,
es tuyo, Jérémy también te ama!, ¡Ustedes son ya uno mismo! – de inmediato
expresó con suma emoción.
- Tú bien sabes que es la primera vez que
un hombre se fija en mí. La verdad pensaba, antes de que él llegara, que nunca
nadie podría amarme, porque son pocos los que somos así, y que mi destino
siempre estaría condenado a buscar fallidamente algo con alguien; pero con
Jérémy todo fue diferente, todo se dio de manera tranquila, inesperada. Por eso
me enamoré, me enamoré por primera vez, y creo que si se da algo, puede ser en
verdad mágico. – con una expresión en mi rostro que reflejaba mi felicidad,
dije con tono alegre.
- Amigo, pocas veces te he oído tan feliz y
demostrando una emoción que hasta a mí me contagia. Lo logramos, poco a poco la
vida deja de ser tan difícil para nosotros. Sabes que te deseo lo mejor, y que
los apoyaré en todo momento – dijo Lizeth, y al tiempo me abrazó fuertemente.
Esto hablábamos Lizeth y yo en un lado del
patio; pero del otro lado de la escuela, todavía sentado, en las bancas que
están afuera de los talleres, Axayácatl se encontraba solo, aunque no por mucho
tiempo…
- Hola, mi querido Axayácatl – expresó Isabel,
que se había acercado a él.
- Hola – respondió pusilánime Axayácatl.
- ¿Cómo es que te encuentras tan solo aquí,
sin jugar con los demás? - preguntó cínicamente Isabel.
Axayácatl se quedó callado por unos
segundos ante la pregunta de su compañera. Él seguía viendo a los otros jugar
fútbol, en cuyo juego ya habían entrado Jérémy y Josef a jugar.
Aunque Axayácatl todavía se sentía
extrañado por el reciente conflicto de Francisco y Rogelio, por otro lado, en
un ser también se encontraba el enojo y la frialdad con la que veía mi relación
con Jérémy. Era su alma un campo de batalla en donde tantas emociones se
confrontaban.
- ¿Qué es lo que quieres, Isabel? –
finalmente preguntó serio Axayácatl.
- Vaya, qué seriedad la que tienes. No sé
por qué algo me dice que por fin te has dado cuenta de la verdad que te había
comentado sobre Clemente y sus intenciones con mi hermano… ¿Ves?, te dije que
tarde o temprano notarías tal actitud de su parte - le comentó Isabel.
- Sí, tenías razón, y ya lo noté.
- Me alegra saber eso. Pero veo que esa
noticia te ha causado mucho enojo, seguro porque pensabas que ellos dos eran
tus amigos, y que no eran para nada así – Isabel, al ver la seriedad de
Axayácatl, continuó -. Es más, déjame adivinar, seguro le insinuaste a Clemente
si él tenía esos gustos, y él de una u otra forma te negó todo, es por eso que
estás enojado, porque él te dijo algo y al momento te diste cuenta que te
mintió, que tu único amigo de esta escuela te ocultó la verdad. Sinceramente,
yo también me pondría así si mi mejor amiga me mintiera con algo como eso – era
obvio que estas últimas palabras de Isabel eran falsas, pues se sabe que el
egoísmo de ella es tan fuerte que la amistad no cabe en su corazón.
- Piensas bien – cortante, respondió
Axayácatl.
- Gracias, ¿y sabes Axa?, como entiendo
totalmente tu enojo, he venido a pedirte un favor en cuanto a lo que hemos
descubierto sobre ésos dos.
Cuando Isabel comentó sobre este favor, de
inmediato Axayácatl volteó a verla.
- Vaya, veo que he cogido tu atención. –
expresó Isabel con una gran sonrisa maliciosa en su rostro.
- Habla.
- Bien, lo que te diré a continuación es
por el bien de todos. Tú sabes lo mal que le hacen a la sociedad esos
homosexuales, ellos no merecen vivir cómodamente entre nosotros, su enfermedad
puede pasarse a otras personas, es muy peligroso tenerlos cerca. Por eso es que
no podemos permitir que Clemente ni que Jérémy estén cerca, tenemos que hacer
que dejen de vivir en pecado y en enfermedad entre ellos, pero para lograr esto
tenemos que alejarnos, y también separarlos de nuestras vidas. Es por ello que he
ideado un plan, éste trata en que platiques con Clemente, que te veas normal y
nada enojado, que le digas que te lamentas por encontrarte así de serio con él,
que le plantees la razón por la cual tú estás así de alejado de él, es decir,
que le confieses que tú piensas que es homosexual. Así entonces, le dirás que
estás dispuesto a volver a ser su amigo siempre y cuando él te confiese que es
homosexual, al igual de que también confiese de que le gusta mi hermano.
- ¿Y que se ganará si me confiesa que él es
gay? – preguntó extrañado Axayácatl.
- Mucho, ganaremos mucho, porque tú
grabarás su voz cuando te confiese la verdad. Entonces, cuando ya tengas esa
grabación y me la entregues, la divulgaremos por toda la escuela. Así se sabrá
todo, y esos dos se irán de este lugar. – expresó, con una gran sonrisa,
Isabel.
Axayácatl se quedó sin palabra alguna, pues
no podía creer lo que acababa de escuchar.
Isabel,
al notar tal reacción de su compañero, le extendió su mano. En ella estaba un
celular.
- Con este celular podrás grabar el momento
en que Clemente te confiese lo que él es – dijo Isabel.
Capítulo XLVI
Axayácatl
miró por un momento el celular, en su rostro se reflejaba la sorpresa que le
causaba todo eso de la proposición de Isabel. Tener ahí enfrente de él el
artefacto que podría causar mi ruina y la de Jérémy, hacía que Axayácatl se confundiera
todavía más. Pero pese a tal confusión, lo primero que él respondió fue:
- No lo haré – entonces, con su mano, hizo
a un lado el celular.
- ¿¡Qué!? – molesta, preguntó Isabel.
- Ya te lo dije Isabel, no lo haré, y no
insistas más - respondió seguro Axayácatl.
- ¿Cómo de que no lo harás?, ¿qué no te das
cuenta que te estoy dando la oportunidad de que le hagas un bien a esta
escuela? – muy molesta, expresó Isabel.
Pero
era imposible, Axayácatl volvió a fijar su mirada en el juego de fútbol, sin
prestarle atención al enojo de Isabel. Entonces ella miró con desdeño a su compañero,
y sin nada más se volteó enfurecida para volver con Angélica, sin embargo, en
ese momento, un pensamiento cruzó por su mente, por lo que Isabel de inmediato
maquinó una nueva forma para convencer a Axayácatl de que hiciera lo que ella
quería.
Entonces ella volvió a darse la vuelta y
regresó con Axayácatl. Éste la volvió a mirar.
- Ya te dije que no lo haré, hagas lo que
me hagas. – afirmó Axayácatl.
- Veo que tu obstinación por hacer algo bueno
te detiene. La verdad es que no lo entiendo, si Clemente te mintió y te engañó
todo este tiempo, ¿cómo es que todavía quieres mantener su secreto?, ¿o es que
acaso tú también eres como ellos? – con cizaña exclamó ella.
- ¡No vuelvas a decir eso! – Axayácatl se
levantó molesto y se puso enfrente de su compañera, pero Isabel no sintió temor
alguno.
- Eso pensé, hay algo en tu interior que no
te deja estar del todo bien, yo sé que en el fondo quieres hacer lo que te he
propuesto, pero te da miedo. Está bien, decide lo que quieras, pero tan sólo
recuerda que yo sé un secreto importante sobre ti, y que si quiero se lo puedo
contar a todo el mundo. Puedo decir sobre lo que le decías ese día a Clemente,
y de cómo estabas golpeado de toda la cara. Tan sólo piénsalo Axa.
Axayácatl, al escuchar esto, sintió cómo su
cuerpo se estremeció, sintió miedo de lo que Isabel decía, y por tanto no
respondió nada. Isabel entonces se fue.
Cuando acabó la conversación entre ellos
dos, sonó la campana que anunciaba el fin del receso, por lo que todos
regresamos a nuestros salones. En el trayecto, Lizeth me comentó algo.
- Por cierto, Clemente, hay algo que hace
varios días te quería comentar, pero que no me había atrevido a decirte porque
estabas con Jérémy, y no podía decírtelo frente a él.
- ¿Qué es lo que me querías decir?
- Es
sobre Axayácatl – en seguida dijo ella.
- E cierto, tú querías decirme algo sobre
él, ¿qué era?
- ¿Te acuerdas del día en que me pediste
que lo buscara con urgencia?
- Sí, claro que lo recuerdo, de hecho fue cuando
me dijiste que tenías que decirme algo sobre él.
- ¡Sí, ese mismo día!... Bueno, sucede que…
cuando encontré a Axayácatl, él estaba con Isabel y Angélica, atrás del asta
bandera, pero ellas trataban de que nadie las viera, lo que me hizo pensar que
lo estaban amenazando. - me comentó.
- ¿¡Qué!? - detuve mi caminar, lo que hizo
que ella también lo hiciera - ¿Hablas en serio, Lizeth?
- Sí amigo, pero ya no pude alcanzar a
escuchar lo que le decían, porque le grité a Axayácatl para que me vieran las
tontas ésas. Cuando llegué, Isabel y Angélica se pusieron muy agresivas y
Axayácatl estaba muy nervioso, creo que le dijeron o le hicieron algo.
Cuando Lizeth me confesó con severidad
esto, me hizo pensar mucho ¿Para qué Isabel se acercaría a Axayácatl?; al
instante vino a mi mente el día en que ella nos encontró a Axayácatl y a mí en
las escaleras de la escuela, el día en el cual él había llegado golpeado.
Seguramente Isabel volvió a amenazar a Axayácatl con que había escuchado lo que
él me había dicho en nuestra conversación; pero, ¿con qué motivo haría esto
Isabel? Esa pregunta me hizo pensar en que seguramente todo ello estaba
relacionado con algún asunto sobre Jérémy y yo.
- Lizeth, muchas gracias por haberme dicho
todo esto, no sabes cómo me has ayudado. Esperaré el momento para cuando Isabel
esté hablando con él, y así, intentar escuchar lo que le dice a Axayácatl.
- Muy bien, sabes que si pasa otra cosa estoy
para ayudarte, amigo.
Finalmente llegamos al salón y entramos a
él, cuando fijé mi vista a mi asiento, me percaté que el pupitre de Axayácatl
ya no se encontraba atrás del mío, era obvio que él lo había movido. Lo busqué
con la mirada, y, efectivamente, ahora se encontraba al otro extremo del salón.
Él estaba sentado en su nuevo lugar, que se
encontraba justo al lado de la ventana. Axayácatl no se percató de mi mirada
porque se encontraba pensando lo siguiente:
- << ¿Qué hago con lo que me ha
propuesto Isabel?, mi secreto está en peligro si ella dice algo de lo que
escuchó ese día, ¿debo de aceptar su propuesta?, la verdad es que me negué a
ayudarle sólo por el hecho de que Clemente y Jérémy me ayudaron con lo de
Francisco; aunque por otro lado, pensar en que puedo detener lo que ellos dos
son y evitar que contagien su enfermedad a mí, es algo de lo que me gustaría
hacer. Eso, sumado con la amenaza de Isabel, hace que tenga más razones para
aceptar su propuesta. >>
Veía a Axayácatl tan pensativo que no me
atreví a acercarme para hablar con él, además, con el cambio que había hecho de
su banca, era más que obvio que él no querría platicar nada sobre lo que había
pasado el viernes. En ese momento, cuando ya me iba a sentar, Jérémy llegó y
observó que Axayácatl ya no estaba atrás de mí.
- ¿Por qué, por qué la banca de Axa ya no
está atrás de ti? – Jérémy preguntó muy sorprendido.
- Bueno, seguramente algún maestro le pidió
que se cambiara de lugar – inventé esa excusa para que entre Jérémy y Axayácatl
ya no existieran más discrepancias.
- Vamos Clemente, que tú a mí no me
engañas. Él ha cambiado su asiento, ¿verdad? – me miró fijamente.
No me atrevía a responderle a Jérémy,
puesto que me resultaba difícil confesar la verdad.
- El asunto está llegando a mucho, debemos
detener esto. – dijo molesto.
- ¡Pero debemos esperar!, yo sé que él está
todavía confundido por lo del viernes, y tú también lo sabes. Esperemos a que
podamos hablar con Axa a solas. – nervioso por el tono en que había hablado
Jérémy, le pedí.
- De acuerdo, pero debes dejarme hablar
cuando estemos con él. Yo también quiero expresar lo que opino – dijo Jérémy, y
de inmediato se dirigió a su lugar, mismo que también estaba lejos del de
Axayácatl.
Tiempo después a esto, Lizeth se me acercó
y me llevó hasta la puerta del salón.
- ¿Por qué Axayácatl cambió su lugar?,
¿tienen algún problema?, todos ya se dieron cuenta y están hablando de ello. –
me dijo preocupada.
- Lizeth… Axayácatl está enojado conmigo y
con Jérémy porque él nos sorprendió besándonos – le confesé apenado.
- ¿¡Qué!? – exclamó sorprendida.
- Escucha, lo que opinen los demás poco me
importa, mientras no sospechen algo sobre la sexualidad de Jérémy y yo. No
quería confesarte lo del beso entre Jém y yo porque el problema con Axa no me
dejaba decirlo con toda emoción. No sé qué hacer Lizeth, Axayácatl se aleja
cada vez más de mí.
- La verdad es que sí es un caso muy
difícil, creo que Axayácatl, por venir del campo, no aceptará con facilidad
esto de su sexualidad, y más si ustedes dos eran sus amigos más íntimos. Lo que
debemos de hacer es convencerlo poco a poco para que se le quite esa idea, y
obvio no tienen que ser ustedes dos los que intenten hacerlo, déjenmelo a mí,
yo podré hacer algo – dijo muy tranquila Lizeth.
- ¡Lizeth, muchas gracias!, ¡no sabes lo
tanto que te agradecería si logras quitarle las ideas que tiene!, no tengo
palabras para expresarte lo que siento ante tu ayuda – le comenté muy feliz.
- No tienes qué agradecer, para eso estamos
los amigos. Por otro lado, por ahora te sugiero que no le digas nada a Jérémy
sobre lo que te comenté del problema de Isabel. Digo, por si pensabas en
decírselo.
- Sí, tienes razón, porque entonces Jérémy
se acercaría a Axa para saber lo que le dijo su hermana, y eso haría más
difícil esta situación.
- Así es. Tú tranquilo amigo, ten por
seguro que haré lo que pueda.
- Ah, y Lizeth, por favor no digas nada
sobre lo de Jérémy y yo. – le recordé.
- Sabes que yo no diré nada. Al contrario
amigo, felicidades por eso.
Así finalizó el día de clases sin ningún
otro acontecimiento que fuera importante para esta historia. A la salida, todos
nos dirigimos a nuestros respectivos caminos, sin embargo, Axayácatl fue a
comprar una botella de agua a un puesto que estaba justo al lado de las
escaleras de la entrada del Metro.
Cuando él terminó de comprar su agua, de
inmediato se dirigió a las escaleras para subirlas, pero en ese momento.
- ¡Axayácatl! - desde lejos gritó Isabel,
junto a ella venía Nestor.
Cuando Axayácatl los vio, no supo cómo
reaccionar al ver que ambos se acercaban, por lo que se quedó totalmente quieto.
En cuanto Isabel y Nestor llegaron con él, Nestor muy molesto dijo:
- Pinche indio culero, así que has estado
molestando a mi novia, imbécil - Nestor entonces le dio un golpe a Axayácatl en
el estómago, lo que provocó que Axayácatl se arrodillara por el dolor. – Y donde
sigas molestando a mi chava no te la vas a acabar. – volvió a expresar Nestor,
entonces él se alejó.
- Creo que la mentira ha servido muy bien –
dijo Isabel cuando su novio ya estaba lejos -. Si sigues en tu necedad de no
querer grabar a Clemente, tendrás más de estos golpes, idiota. – entonces Isabel
finalmente se fue.
Axayácatl quedó tan adolorido por el golpe,
que veía borrosamente cómo Isabel y Nestor se alejaban. Cuando ya los hubo
visto lejos, él se levantó lentamente y trató de contener la respiración para
poder caminar, finalmente lo logró y continuó su camino a casa.
Minutos después, Axayácatl llegó a su hogar.
Al entrar, lo primero que hizo fue subirse a su cuarto, sin siquiera prestar
atención a su hermana, la única que se encontraba en su casa en ese momento. Él
permaneció encerrado en su cuarto. Por su parte, Inés, que vio esto, lo
consideró un suceso extraño, ella le habló a su hermano para que bajara a
comer, pero Axayácatl simplemente no respondía al llamado.
- Esto está muy raro - dijo Inés -,
Axayácatl siempre llega a comer a casa y esta vez no lo ha hecho… - ella
presintió algo -. No, seguramente se debe a lo del problema con Francisco,
tiene muy poco de que se resolvió, y tal vez él sigue alterado por todo lo que
pasó ese día…
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