miércoles, 11 de diciembre de 2013

Capítulos XLV-XLVI



Capítulo XLV

La confesión de Jérémy había provocado un mar de reacciones en los dos. Para uno, fue una liberación sentimental el hecho de expresar su amor, para otro, fue  una enorme sorpresa que le hizo ver de otra forma a su amigo.

    - ¿Hablas en serio, Jérémy? - dijo Josef, no dando crédito a lo que había dicho Jérémy.

    - Así es amigo - confirmó Jérémy.

    - Vaya, realmente no me imaginaba algo así esto de tu parte.

    Josef quedó muy pensativo tras decir esto, ninguno de los dos amigos se atrevía a pronunciar una palabra. Finalmente, al ver la reacción de Josef, fue Jérémy se decidió a hablar.

    - Bueno, creo saber lo que estás pensando acerca de mí, y creo que no te culpo por lo que opinas. Así que será mejor que yo… - Jérémy ya se estaba levantando para irse de ahí, pero…

    - Jérémy, no, no te levantes. Respóndeme, ¿amas en verdad a Clemente? – Josef preguntó, viendo fijamente a su amigo.

    - Sí, le amo bastante – respondió Jérémy sin dudar.

    - Entiendo, ¿podrías sentarte? – exclamó con tono muy serio Josef.

    El joven español, al notar la seriedad con que hablaba su amigo, decidió sentarse en el mismo lugar en donde estaba.

    - ¿Sucede algo con Clemente? – preguntó Jérémy preocupado.

    - ¿Por qué Clemente?... ¿Qué fue lo que te agradó de él? – Josef preguntó con ciertas pausas en su cuestionamiento.

    - Él… él es muy diferente a los demás, sus sentimientos son puros y por tanto inocentes. Verle hablar sorprende a cualquiera, tiene un gran intelecto que es capaz de crear cualquier cosa que se le antoje, su inteligencia es única. Pese a eso, debo confesar que cuando le vi por primera vez no generó nada en mí, no es de los chicos que suelen impactar por su belleza a primera vista, pero conforme le fui tratando, me di cuenta que él es muy curioso, y esa curiosidad no pudo fingirla en cuanto me vio a mí, él siempre me observaba y quedaba embobado cuando yo estaba cerca o enfrente de él, eso hizo que le prestara atención para ver qué nueva reacción tenía. Cuando le empecé a hablar, todo cambió, descubrí en Clemente a un ser inocente y tierno, un hombre que se ponía nervioso cuando yo estaba ahí con él. Todo eso sirvió para que poco a poco pensara en esa inocencia que lo caracteriza, entonces todos los días recordaba su imagen, su rostro fino, su cabello negro, su cuerpo delgado y frágil, pero sobre todo sus ojos, esa mirada suya tan fuerte, tan profunda, es en ella en donde se guarda la fortaleza de su alma, cuando te ve es como si te hipnotizaran sus pupilas, como si te retaran para seguir su juego de danzar con ellas. Por donde le vea, Clemente es un chico excepcional, uno que jamás encontré en otros lugares.

    Ante toda esta explicación de Jérémy, Josef quedó aún más impactado por sus palabras, lo miraba con sorpresa y no podía quitar de su rostro esa expresión de revelación. 

    - Perdón, creo que me exageré un poco en mi respuesta – de inmediato añadió Jérémy.

    - No, no, estuvo bien, creo que ahora entiendo – todavía sorprendido, dijo Josef.

    - ¿Entender qué?

    - Creo que debo de decirte algo Jérémy, espero que no te moleste.

    Jérémy, ante esas palabras de su amigo, se puso nervioso a la vez que intrigado.

    - Dime.

    - Te hice esa pregunta porque quería saber qué es lo que siente un hombre que gusta de Clemente. 

    - Aún no tengo del todo claro por qué hiciste esa pregunta – Jérémy, de inmediato expresó
    - Bueno, es que lo que quería saber era porque… porque… - Josef por nervios no podía terminar su frase –, era porque creo que yo le gustaba a Clemente.

    Las palabras de Josef hicieron que Jérémy fuera ahora el sorprendido, él no pudo ocultar su impresión ante tal noticia, pues sus ojos de inmediato se abrieron a causa de la emoción.

    - Pero, ¿cómo lo sabes? – preguntó impactado Jérémy.

    - Un amigo, compañero del salón, me contó que una vez alcanzó a ver que un poema que había escrito Clemente tenía mi nombre al final de la hoja. Clemente nunca me dijo sobre ese gusto, pero sospecho que lo que sentía por mí se acabó desde el momento en que tú llegaste a la escuela.

    - Así que Clemente gustaba de ti… ¿por qué me hiciste esa pregunta sobre si le amaba? – Jérémy preguntó sin entender del todo lo que quería dar a entender Josef.

    - Antes que responderte eso, debo decir que mi segunda pregunta, sobre qué era lo que te había llamado la atención de él, la pregunté porque desde el momento en que yo supe sobre ese gusto de él por mí, yo no pude verlo de la misma forma, incluso debo confesar que a veces me dolía ser tan cortante con él cuando se llegaba a acercar a mí; pero es que en verdad yo no podía entender cómo era que Clemente podía gustar de mí, de otro hombre… Y cómo podía uno enamorarse de otro chico.

    - Pues creo que ya has visto cómo: se trata de otro humano del que te puedes enamorar, como yo de Clemente – dijo un tanto serio Jérémy.

    - Sí, creo que ya me quedó un poco claro. Disculpa si te ofende el que te haya preguntado eso, o sobre cómo traté a Clemente, pero es que todavía no entiendo cómo es que dos hombres…

    - ¿Acaso te molesta, Josef? – Jérémy interrumpió a su amigo.

    - No, no, para nada, yo no tengo ningún problema con que alguien sea así. De que no comprendo cómo es que un hombre puede besar a otro hombre es algo que no te negaré; pero, eres mi amigo y te estimo mucho Jérémy, te dije que no me imaginaba esto de ti porque muchas mujeres de aquí quisieran salir contigo y que fueras tú su novio, pero tendrán que quedarse con las ganas, porque tú ya tienes a una persona especial – esto último lo dijo Josef con una sonrisa que expresaba su simpatía con que Jérémy tuviera esos gustos.

    Jérémy también sonrío, entonces dijo:

    - Soy consciente de que muchas quieren conmigo, pero yo nunca me he fijado en alguna de ellas, porque mi corazón sólo le pertenece a Clemente. Por otro lado, debo de agradecerte con toda honestidad que aceptes lo que soy, que respetes y que no te alejes de mí por mis gustos. Aunque es verdad que aparento no ser así, lo hago más que nada porque sé cómo son los de nuestra edad, que podrían tomar esto a burla, y también lo hago por proteger a Clemente. Así que muchas gracias, Josef.

    - No tienes nada qué agradecer Jérémy, para mí no es ningún problema el tener un amigo con esas preferencias, creo que en cierta forma me resulta algo lindo tenerlos como amigos.

    Jérémy sonrío para expresar la alegría que le causaba las palabras de Josef.

    - En cuanto a la pregunta de que si amabas a Clemente, la hice porque quería saber qué tan grande era tu sentimiento por él. La verdad es que Clemente es una gran persona, a veces es un tanto serio, pero cuando le hablas, te das cuenta que en él puede haber un gran amigo. Yo creo que en tu sentimiento eres totalmente correspondido, porque es obvio que él también tiene esos gustos, eso lo sospechamos todos desde el primer año de secundaria. Así que, si logran estar juntos, créeme que yo los apoyaré en todo lo que pueda.

    - Josef, no tengo palabras que me ayuden a expresar mi agradecimiento ante lo que acabas de decir. Eres la primera persona que me muestra apoyo en esto de mi sexualidad. Yo siempre viví con miedo de decir lo que soy, lo que he decidido para mis gustos, por eso nunca me atreví a expresarlo, porque sabía que me rechazarían y se alejarían de mí, como me pasó en España. Ni si quiera mi mamá sabe sobre mi sexualidad, y mucho menos mi padre, siempre con los hombres me ha dado tanto temor hablar sobre ello porque, como dijiste, ustedes nunca pensarían que yo soy así, porque me gusta el fútbol, porque me veo muy masculino, y porque soy el favorito de muchas mujeres. Pero nada de eso me define, lo único que dicta lo que soy son mis sentimientos.

    "Por ello es que tus palabras, y tu actitud ante mi sexualidad, me sorprenden y me llenan de felicidad, porque te preocupaste por saber lo que sentía y cómo lo sentía, y cuando te dije mis razones, no te espantaste, y antes bien me mostrarte tu apoyo. No cabe duda de que eres mi mejor amigo, muchas gracias, Josef.

    Josef sonrío enormemente ante la expresión de Jérémy, quien estuvo a punto de llorar, pero no lo hizo, porque sabía que muchos de los que estaban cerca de ellos se darían cuenta.

    - Nunca temas decir lo que eres, ustedes también sienten como nosotros, y no son diferentes. Ten por seguro que los apoyaré, y que no diré nada sobre tu sentimiento por Clemente.

    Jérémy volvió a agradecer a su amigo por sus palabras, y por su promesa de no decir nada al respecto de su sexualidad, con lo cual ambos terminaron su conversación sobre los sentimientos de Jérémy.

    En cuanto a mí, todavía seguía con Lizeth, quien me había confesado que sabía algo de lo que yo sentía por Jérémy.

    - Lizeth… - expresé sorprendido por su confesión - ¿Cómo es que tú…?

    - Amigo, tranquilo – ella me interrumpió al notar mis nervios para hablar -. Recuerda que tú y yo nos conocemos desde hace ya tres años. Cuando descubrimos lo que pasaba en nuestros sentimientos, dijimos que ninguno de los dos podría ocultarle al otro cuando llegara a nuestra vida una persona especial, pues esa persona nos haría inmensamente felices, tanto que ni si quiera podríamos fingir lo que en nuestro corazón pasaría. Ahora veo con alegría que a tu vida ya llegó esa persona que esperabas, lo cual me hace feliz, porque tú lo eres Clemente, porque tú y yo confiamos en el destino como en ninguna otra cosa. Juntos descubrimos lo que somos, y juntos nos daríamos cuenta cuando uno estuviera enamorado.

    Aunque recordaba la promesa que había hecho con Lizeth, por otro lado, todavía no me atrevía a confesarle lo que sentía por Jérémy por tratarse él de alguien tan cercano a nosotros, además de mi indecisión sobre si debía o no sentir algo por él, por no saber si él correspondería a lo que sentía.    

    Antes de contestarle a mi amiga, solté una pequeña sonrisa de felicidad. Entonces dije:

    - Como siempre, eres la primera que se da cuenta de lo que siento, y que lo dice de una forma tan precisa que ni yo podría lograrlo. Tienes razón, tanto tiempo esperamos porque a cada uno le llegara una persona que concordara con nuestros sentimientos. Hoy por fin llegó a mí Jérémy, y debo de confesarte que tus palabras me han ayudado mucho, porque cuando empecé a sentir algo por él, siempre lo negué. No quería aceptar el que me encariñara con Jérémy, porque sabía que él nunca se fijaría en mí, pues pensaba que sus gustos eran diferentes a los míos.

    "Pero pese a que pensaba eso, poco a poco mi corazón latía cada vez que lo veía, mi mente hacía que recordara y viera a su persona en todo momento, en todo lugar. Todo eso hizo que mi felicidad por verlo, por estar con él, no se pudiera negar, pero sé que muy pocos se dieron cuenta de ello, incluso podría asegurar que sólo tú te diste cuenta de la emoción que recorría mis venas cuando Jérémy se me acercaba. Por eso, ahora que me dices esto, pienso que lo que siento por él vale la pena, que es puro y verdadero, porque tú, mi mejor amiga, lo sabe y se dio cuenta de ello, lo cual muestra que Jérémy es mi verdadero amor, el único que he tenido y con el que quiero vivir. 

    Lizeth sonrió enormemente ante mis palabras.

   - Y dime… ¿Ese amor es correspondido? – preguntó suavemente.

   - Lo es.

    - ¡No lo puedo creer!, ¡Amigo, lo tienes, es tuyo, Jérémy también te ama!, ¡Ustedes son ya uno mismo! – de inmediato expresó con suma emoción.

    - Tú bien sabes que es la primera vez que un hombre se fija en mí. La verdad pensaba, antes de que él llegara, que nunca nadie podría amarme, porque son pocos los que somos así, y que mi destino siempre estaría condenado a buscar fallidamente algo con alguien; pero con Jérémy todo fue diferente, todo se dio de manera tranquila, inesperada. Por eso me enamoré, me enamoré por primera vez, y creo que si se da algo, puede ser en verdad mágico. – con una expresión en mi rostro que reflejaba mi felicidad, dije con tono alegre.

    - Amigo, pocas veces te he oído tan feliz y demostrando una emoción que hasta a mí me contagia. Lo logramos, poco a poco la vida deja de ser tan difícil para nosotros. Sabes que te deseo lo mejor, y que los apoyaré en todo momento – dijo Lizeth, y al tiempo me abrazó fuertemente.

    Esto hablábamos Lizeth y yo en un lado del patio; pero del otro lado de la escuela, todavía sentado, en las bancas que están afuera de los talleres, Axayácatl se encontraba solo, aunque no por mucho tiempo…

    - Hola, mi querido Axayácatl – expresó Isabel, que se había acercado a él.

     - Hola – respondió pusilánime Axayácatl.

    - ¿Cómo es que te encuentras tan solo aquí, sin jugar con los demás? - preguntó cínicamente Isabel.

    Axayácatl se quedó callado por unos segundos ante la pregunta de su compañera. Él seguía viendo a los otros jugar fútbol, en cuyo juego ya habían entrado Jérémy y Josef a jugar.

    Aunque Axayácatl todavía se sentía extrañado por el reciente conflicto de Francisco y Rogelio, por otro lado, en un ser también se encontraba el enojo y la frialdad con la que veía mi relación con Jérémy. Era su alma un campo de batalla en donde tantas emociones se confrontaban.

    - ¿Qué es lo que quieres, Isabel? – finalmente preguntó serio Axayácatl.

    - Vaya, qué seriedad la que tienes. No sé por qué algo me dice que por fin te has dado cuenta de la verdad que te había comentado sobre Clemente y sus intenciones con mi hermano… ¿Ves?, te dije que tarde o temprano notarías tal actitud de su parte - le comentó Isabel.

    - Sí, tenías razón, y ya lo noté.

    - Me alegra saber eso. Pero veo que esa noticia te ha causado mucho enojo, seguro porque pensabas que ellos dos eran tus amigos, y que no eran para nada así – Isabel, al ver la seriedad de Axayácatl, continuó -. Es más, déjame adivinar, seguro le insinuaste a Clemente si él tenía esos gustos, y él de una u otra forma te negó todo, es por eso que estás enojado, porque él te dijo algo y al momento te diste cuenta que te mintió, que tu único amigo de esta escuela te ocultó la verdad. Sinceramente, yo también me pondría así si mi mejor amiga me mintiera con algo como eso – era obvio que estas últimas palabras de Isabel eran falsas, pues se sabe que el egoísmo de ella es tan fuerte que la amistad no cabe en su corazón.

    - Piensas bien – cortante, respondió Axayácatl.

    - Gracias, ¿y sabes Axa?, como entiendo totalmente tu enojo, he venido a pedirte un favor en cuanto a lo que hemos descubierto sobre ésos dos.

    Cuando Isabel comentó sobre este favor, de inmediato Axayácatl volteó a verla.

    - Vaya, veo que he cogido tu atención. – expresó Isabel con una gran sonrisa maliciosa en su rostro.

    - Habla.

    - Bien, lo que te diré a continuación es por el bien de todos. Tú sabes lo mal que le hacen a la sociedad esos homosexuales, ellos no merecen vivir cómodamente entre nosotros, su enfermedad puede pasarse a otras personas, es muy peligroso tenerlos cerca. Por eso es que no podemos permitir que Clemente ni que Jérémy estén cerca, tenemos que hacer que dejen de vivir en pecado y en enfermedad entre ellos, pero para lograr esto tenemos que alejarnos, y también separarlos de nuestras vidas. Es por ello que he ideado un plan, éste trata en que platiques con Clemente, que te veas normal y nada enojado, que le digas que te lamentas por encontrarte así de serio con él, que le plantees la razón por la cual tú estás así de alejado de él, es decir, que le confieses que tú piensas que es homosexual. Así entonces, le dirás que estás dispuesto a volver a ser su amigo siempre y cuando él te confiese que es homosexual, al igual de que también confiese de que le gusta mi hermano.

    - ¿Y que se ganará si me confiesa que él es gay? – preguntó extrañado Axayácatl.

    - Mucho, ganaremos mucho, porque tú grabarás su voz cuando te confiese la verdad. Entonces, cuando ya tengas esa grabación y me la entregues, la divulgaremos por toda la escuela. Así se sabrá todo, y esos dos se irán de este lugar. – expresó, con una gran sonrisa, Isabel.

    Axayácatl se quedó sin palabra alguna, pues no podía creer lo que acababa de escuchar.

     Isabel, al notar tal reacción de su compañero, le extendió su mano. En ella estaba un celular.

    - Con este celular podrás grabar el momento en que Clemente te confiese lo que él es – dijo Isabel.

Capítulo XLVI

Axayácatl miró por un momento el celular, en su rostro se reflejaba la sorpresa que le causaba todo eso de la proposición de Isabel. Tener ahí enfrente de él el artefacto que podría causar mi ruina y la de Jérémy, hacía que Axayácatl se confundiera todavía más. Pero pese a tal confusión, lo primero que él respondió fue:

    - No lo haré – entonces, con su mano, hizo a un lado el celular.

    - ¿¡Qué!? – molesta, preguntó Isabel.

     - Ya te lo dije Isabel, no lo haré, y no insistas más - respondió seguro Axayácatl.

    - ¿Cómo de que no lo harás?, ¿qué no te das cuenta que te estoy dando la oportunidad de que le hagas un bien a esta escuela? – muy molesta, expresó Isabel.

    Pero era imposible, Axayácatl volvió a fijar su mirada en el juego de fútbol, sin prestarle atención al enojo de Isabel. Entonces ella miró con desdeño a su compañero, y sin nada más se volteó enfurecida para volver con Angélica, sin embargo, en ese momento, un pensamiento cruzó por su mente, por lo que Isabel de inmediato maquinó una nueva forma para convencer a Axayácatl de que hiciera lo que ella quería.

    Entonces ella volvió a darse la vuelta y regresó con Axayácatl. Éste la volvió a mirar.

    - Ya te dije que no lo haré, hagas lo que me hagas. – afirmó Axayácatl.

    - Veo que tu obstinación por hacer algo bueno te detiene. La verdad es que no lo entiendo, si Clemente te mintió y te engañó todo este tiempo, ¿cómo es que todavía quieres mantener su secreto?, ¿o es que acaso tú también eres como ellos? – con cizaña exclamó ella.

    - ¡No vuelvas a decir eso! – Axayácatl se levantó molesto y se puso enfrente de su compañera, pero Isabel no sintió temor alguno.

    - Eso pensé, hay algo en tu interior que no te deja estar del todo bien, yo sé que en el fondo quieres hacer lo que te he propuesto, pero te da miedo. Está bien, decide lo que quieras, pero tan sólo recuerda que yo sé un secreto importante sobre ti, y que si quiero se lo puedo contar a todo el mundo. Puedo decir sobre lo que le decías ese día a Clemente, y de cómo estabas golpeado de toda la cara. Tan sólo piénsalo Axa.

    Axayácatl, al escuchar esto, sintió cómo su cuerpo se estremeció, sintió miedo de lo que Isabel decía, y por tanto no respondió nada. Isabel entonces se fue.

    Cuando acabó la conversación entre ellos dos, sonó la campana que anunciaba el fin del receso, por lo que todos regresamos a nuestros salones. En el trayecto, Lizeth me comentó algo.

    - Por cierto, Clemente, hay algo que hace varios días te quería comentar, pero que no me había atrevido a decirte porque estabas con Jérémy, y no podía decírtelo frente a él.

    - ¿Qué es lo que me querías decir?

    - Es sobre Axayácatl – en seguida dijo ella.

    - E cierto, tú querías decirme algo sobre él, ¿qué era?

    - ¿Te acuerdas del día en que me pediste que lo buscara con urgencia?

    - Sí, claro que lo recuerdo, de hecho fue cuando me dijiste que tenías que decirme algo sobre él.

    - ¡Sí, ese mismo día!... Bueno, sucede que… cuando encontré a Axayácatl, él estaba con Isabel y Angélica, atrás del asta bandera, pero ellas trataban de que nadie las viera, lo que me hizo pensar que lo estaban amenazando. - me comentó.

    - ¿¡Qué!? - detuve mi caminar, lo que hizo que ella también lo hiciera - ¿Hablas en serio, Lizeth?

    - Sí amigo, pero ya no pude alcanzar a escuchar lo que le decían, porque le grité a Axayácatl para que me vieran las tontas ésas. Cuando llegué, Isabel y Angélica se pusieron muy agresivas y Axayácatl estaba muy nervioso, creo que le dijeron o le hicieron algo. 

    Cuando Lizeth me confesó con severidad esto, me hizo pensar mucho ¿Para qué Isabel se acercaría a Axayácatl?; al instante vino a mi mente el día en que ella nos encontró a Axayácatl y a mí en las escaleras de la escuela, el día en el cual él había llegado golpeado. Seguramente Isabel volvió a amenazar a Axayácatl con que había escuchado lo que él me había dicho en nuestra conversación; pero, ¿con qué motivo haría esto Isabel? Esa pregunta me hizo pensar en que seguramente todo ello estaba relacionado con algún asunto sobre Jérémy y yo.

    - Lizeth, muchas gracias por haberme dicho todo esto, no sabes cómo me has ayudado. Esperaré el momento para cuando Isabel esté hablando con él, y así, intentar escuchar lo que le dice a Axayácatl.

    - Muy bien, sabes que si pasa otra cosa estoy para ayudarte, amigo.

    Finalmente llegamos al salón y entramos a él, cuando fijé mi vista a mi asiento, me percaté que el pupitre de Axayácatl ya no se encontraba atrás del mío, era obvio que él lo había movido. Lo busqué con la mirada, y, efectivamente, ahora se encontraba al otro extremo del salón.

    Él estaba sentado en su nuevo lugar, que se encontraba justo al lado de la ventana. Axayácatl no se percató de mi mirada porque se encontraba pensando lo siguiente:

    - << ¿Qué hago con lo que me ha propuesto Isabel?, mi secreto está en peligro si ella dice algo de lo que escuchó ese día, ¿debo de aceptar su propuesta?, la verdad es que me negué a ayudarle sólo por el hecho de que Clemente y Jérémy me ayudaron con lo de Francisco; aunque por otro lado, pensar en que puedo detener lo que ellos dos son y evitar que contagien su enfermedad a mí, es algo de lo que me gustaría hacer. Eso, sumado con la amenaza de Isabel, hace que tenga más razones para aceptar su propuesta. >>

     Veía a Axayácatl tan pensativo que no me atreví a acercarme para hablar con él, además, con el cambio que había hecho de su banca, era más que obvio que él no querría platicar nada sobre lo que había pasado el viernes. En ese momento, cuando ya me iba a sentar, Jérémy llegó y observó que Axayácatl ya no estaba atrás de mí.

    - ¿Por qué, por qué la banca de Axa ya no está atrás de ti? – Jérémy preguntó muy sorprendido.

    - Bueno, seguramente algún maestro le pidió que se cambiara de lugar – inventé esa excusa para que entre Jérémy y Axayácatl ya no existieran más discrepancias.

    - Vamos Clemente, que tú a mí no me engañas. Él ha cambiado su asiento, ¿verdad? – me miró fijamente.

    No me atrevía a responderle a Jérémy, puesto que me resultaba difícil confesar la verdad.

    - El asunto está llegando a mucho, debemos detener esto. – dijo molesto.

    - ¡Pero debemos esperar!, yo sé que él está todavía confundido por lo del viernes, y tú también lo sabes. Esperemos a que podamos hablar con Axa a solas. – nervioso por el tono en que había hablado Jérémy, le pedí.

    - De acuerdo, pero debes dejarme hablar cuando estemos con él. Yo también quiero expresar lo que opino – dijo Jérémy, y de inmediato se dirigió a su lugar, mismo que también estaba lejos del de Axayácatl.

    Tiempo después a esto, Lizeth se me acercó y me llevó hasta la puerta del salón.

    - ¿Por qué Axayácatl cambió su lugar?, ¿tienen algún problema?, todos ya se dieron cuenta y están hablando de ello. – me dijo preocupada.

    - Lizeth… Axayácatl está enojado conmigo y con Jérémy porque él nos sorprendió besándonos – le confesé apenado.

    - ¿¡Qué!? – exclamó sorprendida.

    - Escucha, lo que opinen los demás poco me importa, mientras no sospechen algo sobre la sexualidad de Jérémy y yo. No quería confesarte lo del beso entre Jém y yo porque el problema con Axa no me dejaba decirlo con toda emoción. No sé qué hacer Lizeth, Axayácatl se aleja cada vez más de mí.

    - La verdad es que sí es un caso muy difícil, creo que Axayácatl, por venir del campo, no aceptará con facilidad esto de su sexualidad, y más si ustedes dos eran sus amigos más íntimos. Lo que debemos de hacer es convencerlo poco a poco para que se le quite esa idea, y obvio no tienen que ser ustedes dos los que intenten hacerlo, déjenmelo a mí, yo podré hacer algo – dijo muy tranquila Lizeth.

    - ¡Lizeth, muchas gracias!, ¡no sabes lo tanto que te agradecería si logras quitarle las ideas que tiene!, no tengo palabras para expresarte lo que siento ante tu ayuda – le comenté muy feliz.

    - No tienes qué agradecer, para eso estamos los amigos. Por otro lado, por ahora te sugiero que no le digas nada a Jérémy sobre lo que te comenté del problema de Isabel. Digo, por si pensabas en decírselo.

    - Sí, tienes razón, porque entonces Jérémy se acercaría a Axa para saber lo que le dijo su hermana, y eso haría más difícil esta situación.

    - Así es. Tú tranquilo amigo, ten por seguro que haré lo que pueda.

    - Ah, y Lizeth, por favor no digas nada sobre lo de Jérémy y yo. – le recordé.

    - Sabes que yo no diré nada. Al contrario amigo, felicidades por eso.

    Así finalizó el día de clases sin ningún otro acontecimiento que fuera importante para esta historia. A la salida, todos nos dirigimos a nuestros respectivos caminos, sin embargo, Axayácatl fue a comprar una botella de agua a un puesto que estaba justo al lado de las escaleras de la entrada del Metro.

    Cuando él terminó de comprar su agua, de inmediato se dirigió a las escaleras para subirlas, pero en ese momento.

    - ¡Axayácatl! - desde lejos gritó Isabel, junto a ella venía Nestor.

    Cuando Axayácatl los vio, no supo cómo reaccionar al ver que ambos se acercaban, por lo que se quedó totalmente quieto. En cuanto Isabel y Nestor llegaron con él, Nestor muy molesto dijo:

    - Pinche indio culero, así que has estado molestando a mi novia, imbécil - Nestor entonces le dio un golpe a Axayácatl en el estómago, lo que provocó que Axayácatl se arrodillara por el dolor. – Y donde sigas molestando a mi chava no te la vas a acabar. – volvió a expresar Nestor, entonces él se alejó.

    - Creo que la mentira ha servido muy bien – dijo Isabel cuando su novio ya estaba lejos -. Si sigues en tu necedad de no querer grabar a Clemente, tendrás más de estos golpes, idiota. – entonces Isabel finalmente se fue.

    Axayácatl quedó tan adolorido por el golpe, que veía borrosamente cómo Isabel y Nestor se alejaban. Cuando ya los hubo visto lejos, él se levantó lentamente y trató de contener la respiración para poder caminar, finalmente lo logró y continuó su camino a casa.

    Minutos después, Axayácatl llegó a su hogar. Al entrar, lo primero que hizo fue subirse a su cuarto, sin siquiera prestar atención a su hermana, la única que se encontraba en su casa en ese momento. Él permaneció encerrado en su cuarto. Por su parte, Inés, que vio esto, lo consideró un suceso extraño, ella le habló a su hermano para que bajara a comer, pero Axayácatl simplemente no respondía al llamado.

    - Esto está muy raro - dijo Inés -, Axayácatl siempre llega a comer a casa y esta vez no lo ha hecho… - ella presintió algo -. No, seguramente se debe a lo del problema con Francisco, tiene muy poco de que se resolvió, y tal vez él sigue alterado por todo lo que pasó ese día…

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