Capítulo I
El
sol hoy brilla,
como el deseo de poderte abrazar;
estás a mi lado
mirando a la profundidad del tiempo
y yo…
como el deseo de poderte abrazar;
estás a mi lado
mirando a la profundidad del tiempo
y yo…
-¡Clemente!,
pon atención. Repíteme la oración en francés-Me gritó la maestra.
-<<¿Cómo
era?>>-Pensando trataba de recordar lo que estábamos viendo.
En
ese momento, la clase fue interrumpida por la directora, quien entró acompañada
con un niño moreno, de facciones ni toscas ni finas, normales. De estatura un
poco baja, y un rostro que no expresaba sensación alguna.
-<<Bueno,
seguiré escribiendo este escrito que quiero dedicárselo a alguien de este
salón>>-Pensé sin quererle prestar atención a lo que se iba a decir.
-Buenas
tardes chicos-Dijo la directora con voz alta-, el día de hoy se integra a su
salón este jovencito llamado Axayácatl. Espero que tengan buen trato con él.-La
directora le indicó a Axayácatl que entrara al salón, así que ella se fue.
No
pude evitar voltear a ver al niño nuevo. Al examinarlo bien, pensé:
-<<Qué
interesante será que entre a una clase de francés, la mayoría de los nuevos se
enamoran más del idioma que de la escuela>>.
-Bienvenido
Axayácatl-La maestra le indicó en dónde se podía sentar, que resultó ser atrás
de mi compañero Josef.
-<<¿Lo
sientan atrás del más guapo del salón? Será interesante ver lo que ocasionará
esto que acaba de hacer la maestra>>-Seguía pensando.
-Bueno
chicos, prosigamos con la lección-Indicó la profesora.
Afortunadamente
no siguió preguntándome la oración que habíamos visto antes, lo cual me alegró,
y me alegró todavía más que era la última clase del día, pues, en verdad, estaba
cansado ya de estar en la escuela.
Capítulo
II
Llegó el siguiente día a la
llegada de Axayácatl. La interacción de él con mis compañeros fue extraña,
parecía que algunos de mis compañeros no se atrevían a hablarle, como si fuera
cosa extraña entablar una plática con él, yo no entendía bien por qué se daba
ese repudio.
Así, estaba entre clase
leyendo mi libro favorito. En ese momento, Axayácatl se acercó a mí y me
preguntó:
-¿Qué lees?
-Mi libro favorito, Alicia en el país de las maravillas-Le
contesté extrañado por su pregunta inesperada.
-Qué interesante que estés
leyendo.-Me dijo sonriendo.
-¿Por qué dices eso?-Le
pregunté intrigado.
-Bueno, es que aquí casi
todos se la pasan jugando o haciendo tarea entre clases, por eso me sorprendió
verte leer-Dijo sonriendo más.
-Muchas gracias-Me levanté
de mi lugar-¿Has leído éste libro?
-Algunas partes, pero leí la
versión para niños, que, me parece, muchos han leído. También leí Alicia a través del espejo-Expresó él.
En cuanto él me comentó que
había leído el mismo libro que yo, quedé sorprendido, pues realmente no muchos
leían en mi salón, así que agregué a la conversación.
-Interesante, la verdad es
que nunca creí que alguien leyera esos libros aquí, creo que sería bueno hablar
de ellos alguna vez ¿no lo crees?
-Así lo creo, en especial la
merienda de locos-Sugirió con una sonrisa en su rostro.
-Vaya que conoces bien el libro.
¿De dónde vienes?-Le pregunté.
-Yo soy originario de
Morelos, pero he vivido aquí en la Ciudad desde hace dos años.
-¿De Morelos?, increíble que
vengas de allá. Tu nombre jamás lo había oído, me agrada mucho-Comenté
interesado.
-Sí, vengo de allá, mi
nombre es de origen náhuatl -Axayácatl dijo esto último con un tono de voz muy
bajo, como queriendo ocultar el origen de su nombre.
-¿Náhuatl?-Pregunté para
reafirmar lo que había dicho, pues casi no lo había escuchado.
-Sí, náhuatl, yo soy
indígena-Continuó con su tono de voz bajo.
En cuanto Axayácatl me
confesó esto, deduje la razón por la cual mis compañeros dudaban para hablarle;
seguramente les resultaba extraño que un indígena estuviera en nuestro salón.
-Indígena… vaya, algo muy
interesante, me agrada eso-Dije
sinceramente.
-¿En serio?-Sorprendido
preguntó Axayácatl.
-Claro, la verdad es que me
resultaría increíble saber sobre ti y del lugar de donde vienes, ¿Sabes náhuatl
o algún dialecto?-Le pregunté muy interesado.
-Sí, sé náhuatl-Me sonrió.
-Increíble, ¿Y me podrías
enseñar algunas palabras?-Alegre por su reacción, volví a preguntar.
-Claro, pero enseñarte tiene
una condición.-Axayácatl entonces cambió su tono de voz.
-¿Y cuál es esa condición?-Un
tanto extrañado respondí.
-Ven a mi casa hoy mismo,
pero quiero que vayas tú solo, y sin decirle a nadie…