Capítulo XXXV
Cuando
Axayácatl terminó de pensar estas ideas tan propias de un día y de un caso como
el que iba a suceder en ese lunes, él bajó y allí se encontró con su familia.
Xochimitl se encontraba con lágrimas en los
ojos y se veía demasiado preocupada.
- Hijo mío, llegó el momento, el día que
todos esperábamos. Tengamos fe en que todo saldrá bien – Xochimitl entonces,
como si de pronto hubiese visto al mismo Francisco ahí enfrente, calló de
inmediato y segundos después volvió a hablar, esta vez con un tono sombrío -.
Axayácatl, si ésta es la última vez que te veo, nunca olvides que te amo, que siempre
te amé y que tu padre y yo hicimos lo que pudimos para sacarte adelante junto
con tu hermana, su felicidad era todo lo que queríamos en esta vida. Lamento
mucho no haberte dado una vida digna, ni a ti ni a tu hermana.- la madre empezó
a llorar y entonces abrazó a su hijo como si fuera la última vez que lo
hiciera. Xochimitl no paraba de llorar. Ella entonces soltó a su hijo, pero
antes de alejarse de él por completo, aún entre brazos, lo santiguó y le dio un
beso en la mejilla, un beso que significaba una dolorosa y posiblemente eterna
despedida.
- Mamá - habló Axayácatl -, sabes que
también traté de ser un buen hijo y de nunca fallarles. Como dijiste, tengamos
fe en que todo saldrá bien, yo quiero creer en que no será la última vez en que
nos veamos, que todavía nos falta mucho por vivir, porque vendrán mejores
momentos. – Axayácatl, en un pequeño aire de esperanza, le comentó a su mamá
para también inspirarle un poco de confianza.
Inés de pronto se acercó a él y lo tomó de
las manos.
- Hermano, esto no es una despedida, yo
también estoy segura de que nos volveremos a ver, no olvides que todos
trabajaremos juntos para que salga bien lo planeado. Piensa siempre en nosotros
así como nosotros pensamos en ti. – Inés abrazó a su hermano y posteriormente
se alejó para que así su padre se acercara.
Cuando Juan llegó enfrente de Axayácatl,
ambos se quedaron mirando con esa mirada masculina, esa mirada de padre a hijo
que expresa la necesidad, de ambas partes, de hablar y escuchar palabras de
sinceridad el uno del otro. Entonces empezó Juan.
- Axayácatl, yo sé que no he sido un
excelente padre para ustedes dos, que no he estado ahí junto a ustedes cuando
más lo han necesitado, y que no les doy una vida placentera y alejada de
conflictos, por eso me debo de disculpar antes de que sea demasiado tarde. Debo
confesar que estoy muy nervioso por lo que pasará hoy, pero todos tenemos una
pequeña esperanza en el plan, y esa pequeña esperanza vale mucho. Por favor
agradécele todo a Clemente, y dile que también lo vamos a esperar aquí, a los
dos los vamos a ver en un rato más. – finalmente el padre abrazó de una forma
muy afectiva a su hijo, como nunca antes se habían abrazado. Un abrazo cariñoso,
uno en donde se transmite el espíritu masculino que da fuerza a cualquier hijo.
Cuando ambos se separaron, Axayácatl no
pudo evitar soltar unas lágrimas y entonces volteó a ver a todos.
- Gracias por estar aquí conmigo en este
momento, gracias por sus palabras y por sus ánimos. Nunca olvidaré este día, y
si es el último en que estamos juntos… - él entonces suspiró -, deben saber que
pese a todo lo que vivimos, yo siempre estuve contento de formar parte de esta
familia.
Xochimitl lloraba continuamente, Inés
reflejaba en su rostro preocupación al mismo tiempo que esperanza en todo, Juan
no tenía fuerzas para voltear a ver a los ojos a su hijo. Axayácatl entonces
tomó su mochila, se la colgó, abrió la puerta, caminó hacia afuera, volteó con un
movimiento lento y doloroso para ver a su familia, ellos de igual forma lo
miraron.
- Cada quien sabe lo que hay qué hacer. Nos
veremos en un rato más – expresó él y finalmente cerró la puerta para así
dirigirse a la escuela, a su destino, a su encuentro con el verdadero mundo.
Mientras esto pasaba entre aquella familia,
yo también ya estaba a punto de salir de casa para dirigirme a la escuela. Mi
mamá me notó un tanto extraño.
- ¿Te sucede algo Clemente? – me preguntó
muy preocupada.
- No… Yo, sólo recordaba la tarea – le
comenté nervioso.
- ¿Seguro?
- Sí mamá; no te preocupes, todo va a estar
bien – de forma extraña le comenté.
Mi mamá tan sólo hizo un gesto con el cual
expresaba su confianza en mi último comentario, aunque no creyere del todo el
que yo no tuviera nada.
Posteriormente me salí de la casa, no sin
antes despedirme de ella y de reiterarle que todo saldría bien, aunque ella no
supiera de qué se trataba. Ya en el camino sentí una gran melancolía por no
decirle nada a mi madre sobre lo que hoy pasaría, sin embargo, sabía que, en el
dado caso de que todo saliera conforme a lo planeado, ella se tendría que
enterar de una u otra forma. Mi consuelo era que la había dejado tranquila en
ese momento.
Sin embargo, conforme más avanzaba en el
camino rumbo a la escuela, mis nervios incrementaban, el miedo invadió mi ser.
Se me hacía increíble el que yo en verdad estuviera en tal vez mi último día
vivo. Entonces pensé:
- <<A veces no creo que me haya
ofrecido para esto, ni si quiera que haya formulado un plan en contra esos dos
tipos que ni conozco, creo que más que plan, fue otra invención de mi mente que
quería ayudar de cualquier forma a Axayácatl. Ahora no sé si vaya a ser
efectivo todo lo que planeamos, sólo seremos nosotros dos contra dos tipos
grandes que han vivido en el crimen toda su vida, y que por tanto saben más que
nosotros… - de pronto miré al cielo todavía nocturno, y como si hubiese visto
alguna señal de esperanza ahí, continué-. No, pero éste no es el mejor momento
para dudar, tengo que estar lo más tranquilo que se pueda, aun cuando sepa que
mi vida depende de este momento y que se puede acabar este día. Confío en lo
que podamos lograr la familia de Axayácatl y yo. Porque después de todo ellos
conocen a Francisco y a Rogelio.>>
Ambos nos dirigíamos hacia la escuela,
Axayácatl y yo teníamos una sensación de que la muerte estaba próxima y que nos
abrazaba fuertemente, que danzaba a nuestro lado y que se reía de nosotros por
la posibilidad de envolvernos en su manto para llevarnos para la eternidad. Ni
Axayácatl ni yo jamás habíamos sentido algo como esto; así como el amor nos era
tan desconocido para los dos, así también la muerte, la sensación de poder
vivir los últimos momentos, de ya no ver a tu familia, de ya no ver a tus
amigos, de ya no caminar por aquellos lugares comunes para uno; todo era algo
nuevo que apretaba con todas sus fuerzas nuestro sentimientos y exprimía su sangre
en un vaso en donde cada gota nueva en él representaba el tiempo que nos
quedaba vivos.
Momentos después llegué a la escuela, y
cual si fuere un acto del destino que quería mantenernos unidos en todo el
momento, Axayácatl también llegó casi al mismo tiempo que yo. Ambos en la
formación hablamos.
- Hola Clemente – Axayácatl me saludó con
un tono muy melancólico y con la mirada puesta en el piso.
- Hola Axayácatl… - al notar tal
preocupación suya, traté de quitarme un poco todas las preocupaciones de mis
problemas, inclusive la preocupación sobre el caso de Jérémy. -. Sé que estás
muy nervioso, y mentiría si te digo que yo no, pero debes recordar que hay que
controlarnos un poco, porque cuando estemos frente a Francisco no podemos
fallar en nada. Yo sé que es difícil, pero piensa en tu libertad Axa, en la
libertad de tu familia, y en que llegó el momento de hacer justicia, una
justicia que no existiría si no fuera por nosotros.
Al escucharme, Axayácatl levantó su mirada
y me observó de una forma diferente, con una mirada un poco más calmada.
- Clemente, quiero que sepas que mi familia
y yo te agradecemos por todo. Particularmente yo, que desde que te conocí me
inspiraste confianza y me ayudaste en todo momento. En las anteriores escuelas
en donde estuve nunca le dije a nadie sobre mi problema, pero cuando te vi a
ti, y como Francisco cada vez me presionaba más, fuiste la persona a la que
decidí, primero, obligar a estar con ellos dos, y después, con la que podía
hablar con confianza sobre esto. Ahora me doy cuenta que encontrarte ha sido de
lo mejor que me ha pasado.
Las palabras de Axayácatl, tan dulces al
mismo tiempo que con tanto miedo, en verdad creaban en mí un sentimiento de
amistad tan fuerte, tan único que nunca antes experimenté con hombre alguno,
realmente él era el primer hombre con el que forjaba una relación de amistad
más fuerte de lo normal, tal como para llevar a cabo esta clase de riesgos.
- Por otra parte, debo decirte que ya todo
está arreglado, ya mi familia sabe lo que debemos hacer cada uno. Tú y yo
iremos al departamento de Francisco a la salida. – con otro tono de voz, me
dijo él.
- Gracias por tus palabras Axayácatl, yo
realmente esto feliz de ser tu amigo. Con respecto al plan, sé que cuando
lleguemos al departamento de Francisco yo fingiré que no sabía a dónde me
llevabas. – aseguré yo.
- En lo que estamos allá y preparamos todo,
mi hermana se dirigirá hacia donde estemos, y mis padres nos esperarán en el
lugar que nos dijiste.
- Recuerda llevar todo con calma.
- Así lo haré.
Mientras platicábamos el tiempo pasó rápido
y entonces la maestra llegó a la formación, después de hacer los honores a la
bandera comenzamos a avanzar. Por más que Axayácatl y yo intentamos contener
los nervios, no se pudo, pues Jérémy se dio cuenta de ellos, él sospechó
todavía más debido a la actitud que había decidido tener con él.
Al terminar la primera clase, me encontraba
sentado en mi silla, escribía algunas cosas, cosas como pensamientos respecto a
aquel día tan difícil para mí, desde hacía ya mucho tiempo que no escribía
nada. En ese momento Jérémy se acercó a mí.
- Hola Clemente – me saludó él un tanto
nervioso.
- Hola Jérémy – le contesté sin acaso
verlo.
- ¿Qué haces? – preguntó extrañado por mi
actitud.
- Escribo.
Jérémy, ante mis respuestas cortantes,
entendió más que sí había algo en mí que me había hecho tener tal distancia con
él.
- Clemente, en estos días te he notado
bastante raro, ¿acaso te sucede algo? -preguntó él interesado.
- No, nada, es estrés – mucho más serio
respondí.
- ¿Seguro que es estrés?, yo presiento que
es algo mucho más fuerte que estrés. – él me preguntó puesta la mirada fija en
mí.
Entonces me levanté de mi lugar y le
respondí mirándolo también fijamente.
- Sólo hay algo más fuerte que el estrés, y
son los celos, pero te aseguro que no es eso, así que cree en lo que te digo –
molesto le contesté y posteriormente me salí del salón para ir al laboratorio
de química, pues era ahí en donde en seguida nos tocaba clase.
Jérémy ante mis repentinas palabras se
quedó pensativo y entonces Lizeth, al notar lo que había pasado entre nosotros
dos, se acercó a Jérémy.
- Hola Lizeth – Jérémy triste saludó a
Lizeth.
- Hola Jérémy; perdona que lo pregunte,
pero ¿acaso sucedió algo con Clemente? – ella preguntó extrañada.
- ¿Notaste lo que pasó hace rato?- Jérémy
preguntó apenado.
- Sí, lo vi todo – confesó ella.
- Él
ha estado muy extraño conmigo, yo no sé por qué, apenas me quiere responder a
todo lo que le pregunto.
- Creo que también he notado eso, y no eres
el único, al menos a mí tampoco me habla mucho; incluso Axayácatl también está
en esa actitud. Ellos dos están muy extraños.
- ¿Crees que tengan algún problema? –
preguntó conmocionado Jérémy debido al comentario de Lizeth.
Lizeth entonces recordó el día en que había
encontrado a Isabel con Axayácatl, ella estuvo a punto de decirle a Jérémy
sobre eso, pero entonces el prefecto fue a avisarle al resto del grupo que ya
podían irse al laboratorio de química.
Ella decidió mejor guardar silencio para
decírmelo tan sólo a mí, a lo que sólo le respondió a Jérémy que no sabía nada.
Lizeth fue por sus cosas y posteriormente se fue, Jérémy también fue por sus
cosas, pero cuando volvió a pasar por mi lugar, vio que en el cuaderno que yo
había dejado abierto en mi banca había algo escrito. Él disimuladamente se
acercó para leer lo que decía, y lo que decía era:
“Todo
en esta vida se va, incluso la vida misma”
Jérémy quedó muy pensativo después de que
leyó esto, y entonces sus sospechas de que Axayácatl y yo teníamos un problema
se volvieron más fuertes.
El día tan difícil seguía su curso, después
del laboratorio de química nos tocaba estar en los talleres, así que cada uno
se fue a su respectivo taller. En Artes Plásticas, como las mesas eran
compartidas, y Jérémy se sentaba con Mario, ellos dos hablaron.
- Mario ¿puedo contarte algo? - desconcertado
le preguntó Jérémy.
- Adelante Jérémy, lo que quieras - respondió
Mario.
- He notado a Clemente muy raro conmigo. Hoy
por ejemplo, tanto él como Axayácatl han estado con actitud muy extraña.- confesó
muy triste Jérémy.
Mario se quedó callado un momento, como
pensativo ante tales palabras de su compañero. Jérémy, al notar al silencio de
Mario, preguntó:
- ¿Crees que esté molesto conmigo?
- Yo no conozco a Clemente, jamás he
tratado con él, así que no podría decirte qué es lo que tiene; pero creo que lo
mejor que podrías hacer ahora es hablar seriamente con él, solos, para que él
tenga confianza de decirte lo que pasa, sin que haya alguien a lado, ni
siquiera Axayácatl.- Mario opinó.
- ¿Hablar con él a solas?, pero ¿cómo y en
dónde?, si Clemente huye en cuanto yo me acerco.
- Podrías seguirlo a la salida hasta donde
él va, así no sólo le darás una sorpresa, sino que también estarán alejados de
la escuela - Mario sugirió.
Jérémy se quedó callado y miraba al suelo,
pensaba una y otra vez sobre el problema conmigo y la frase que había visto en
mi cuaderno.
- ¿Crees que sea correcto seguirle? –
preguntó él preocupado.
- Jérémy, si en verdad te gusta, no dejes
que todo se vaya así como así, porque tú sabes que el tiempo de la vida se va
muy rápido, y después te arrepentirás de no haberlo hecho. – muy seguro afirmó
Mario.
Las palabras de Mario hicieron a Jérémy
recordar, otra vez, lo que yo había escrito en mi cuaderno, y recordó aquellos
momentos dulces y tiernos que había tenido anteriormente conmigo.
- Tienes razón Mario, no permitiré que todo
se me vaya de las manos, que la vida se me vaya. Hoy seguiré a Clemente hasta
el lugar en donde toma el camión – afirmó con severidad Jérémy…
Capítulo XXXVI
Finalmente
llegó la hora de la salida, y el lector se ha percatado de la situación que se
tornaba alrededor de cada uno de los personajes de esta historia. Mientras Axayácatl
y yo nos juntamos de la manera más discreta para dirigirnos a nuestro destino
con Francisco y Rogelio; por otro lado, Jérémy, que ya había tomado la decisión
de seguirme hasta la parada del camión, nos vigiló cautelosamente y tan sólo
esperaba el momento en el que yo me separara de Axayácatl.
Sin embargo esto no sucedía así, y Jérémy
empezó a percatar una actitud extraña en Axayácatl y yo. Lo que vino a detonar
más las sospechas de Jérémy fue la llamada que recibió Axayácatl y misma en la
que él se vio misterioso al hablar con voz baja y sin que nadie se percatara.
- Mamá, Clemente y yo ya salimos de la
escuela y pronto nos dirigiremos con Francisco y Rogelio; por favor, recuerden
lo que acordamos - indicó Axayácatl.
- Muy bien hijo, en unos momentos más tu
hermana también ya saldrá de la casa, tu papá y yo nos esperaremos un tanto más
como acordamos, por si cualquier cosa pasa. – respondió Xochimitl.
- Perfecto, entonces en un momento más nos
vemos.
- Con mucho cuidado hijo, cuídense ambos,
si ven que las cosas se ponen arriesgadas mejor cancelen el plan.
- De acuerdo, así lo haremos.
Axayácatl terminó la llamada, se quedó un
momento pensativo y posteriormente me volteó a ver.
- ¿Estás listo? – me preguntó muy nervioso.
- Si tú lo estás yo también lo estaré –
respondí muy serio.
- Mi mamá me dijo que en unos minutos más
Inés partirá, mientras que ellos esperarán un poco más para dirigirse al
Ministerio Público. – dijo él con una sonrisa nerviosa.
- Entonces vamos a dirigirnos de una vez,
todo depende de nosotros.
Por su parte, Jérémy, que no dejaba de
vernos a lo lejos, comenzó a sospechar todavía más, pues al ver el rostro
preocupado de Axayácatl entendió que nada entre nosotros estaba del todo bien.
- ¿Pero qué se traen esos dos?- dijo
extrañado Jérémy.
En ese preciso momento, volvió a sonar el
celular de Axayácatl. Él, al revisar de quién se trataba, notó que era
Francisco. Entonces Axayácatl comenzó a temblar de sobremanera y me volteó a
ver demasiado angustiado.
- Tranquilo, contesta y finge lo que ya
habíamos acordado – le sugerí. Él así lo hizo.
- Axayácatl, soy yo Francisco, ya sabes en
dónde y a qué hora encontrarnos cabrón, no nos vayas a fallar; ¿por dónde
vienes? – expresó Francisco con cierta molestia.
- Francisco, ya me dirijo hacia allá, ten
por seguro que llegaré en poco tiempo. No puedo darte más detalles porque
Clemente se encuentra un poco cerca de mí, así que tendré que colgarte. – dijo
Axayácatl para cortar rápido con la llamada de Francisco.
- Como sea, pero no quiero que me vengas
con sorpresitas después, acuérdate que yo confiaré en ti. – Francisco colgó el
teléfono.
- Parece que vamos bien, él todavía duda de
todo esto, pero ya sabemos cómo engañarlos. Llegó el momento de ahora sí irnos
– me indicó Axayácatl, quien no dejaba de estar nervioso.
- No pienses en otra cosa más que en el
plan. Vamos entonces. – por último dije, y entonces ambos comenzamos a caminar
lentamente hacia el lado del estacionamiento de la escuela, es decir, un lado al
que Axayácatl y yo no íbamos normalmente a la salida.
Aquello significó la total afirmación de un
problema para Jérémy, él sabía muy bien el camino de ambos y por tanto entendió
que algo tramábamos Axayácatl y yo, pues, a juzgar por nuestras facciones,
entendía que no era un problema del todo ligero.
- Lo sabía, éstos dos se traen algo - dijo
Jérémy mientras no nos quitaba la mirada de encima -, creo que no me queda otra
opción más que seguirlos, le hablaré a mi mamá para avisarle que llegaré un
poco tarde.
Jérémy marcó al teléfono de su madre y
finalmente Renata contestó la llamada.
- Jérémy, he visto que eras tú, ¿qué sucede
hijo? – preguntó Renata.
- Madre, debo avisarte que hoy llegaré un
poco tarde a la casa, tengo que reunirme con unos compañeros de la escuela para
hacer un trabajo. Por favor dile a Isabel que no podré irme con ella, a mí ya
no me da tiempo de avisarle porque mi teléfono está a punto de descargarse – y
era tan cierto de que el teléfono de Jérémy se descargaría pronto.
- Bien hijo, pero por favor no llegues tan
tarde, más si no podré comunicarme contigo. Yo en seguida le hablo a tu hermana
para decirle que no te regresarás con ella hoy; de cualquier forma yo en unos
minutos ya saldré del trabajo e iré para la casa.
- Muchas gracias madre, no te preocupes por
mí, en un momento más nos veremos – Jérémy le dijo cariñosamente a su mamá, sin
saber a lo que se arriesgaría al seguirnos a Axayácatl y a mí. Entonces él
colgó el teléfono -. Muy bien, ha llegado el momento de seguirles a esos dos,
veremos qué es lo que traman y a dónde se dirigen.
Axayácatl y yo cruzamos la calle José
Loreto Fabela, misma en donde está el estacionamiento trasero de la secundaria,
entonces del otro lado esperamos y finalmente tomamos un microbús que nos
dejaría en la Avenida 541, justo en un pequeño parque que se encuentra ahí. Allí
nos bajaríamos para dirigirnos a la casa de Francisco y Rogelio.
Jérémy, que nos siguió cuidadosamente, notó
perfectamente en qué microbús nos habíamos subido, y entonces él le hizo la
parada a un taxi para que siguiera al transporte en donde íbamos Axayácatl y
yo.
Mientras que esto sucedía entre nosotros
tres, Francisco y Rogelio ya esperaban en su departamento.
- ¿Todo listo compadre? - preguntó Rogelio
emocionado.
- Sí, parece que todo está listo. -
Francisco entonces se quedó pensativo y posteriormente reaccionó. – Aunque no
debes olvidar que debemos estar muy alerta de todo, estoy seguro que esos
malditos traman algo; de cualquier forma ya tengo a un hombre allá afuera vestido
de civil al cual ya le di indicaciones de cómo es Axayácatl y Clemente para que
los deje pasar; también le dije cómo son Xochimitl, Juan e Inés para que, por
si ve a alguno, de inmediato nos avise para matar a Axayácatl y a Clemente y así
poder huir nosotros dos.
- Perfecto compadre, con eso seguro que
podremos disfrutar de esos dos por completo. – muy confiado expresó Rogelio.
- ¡No seas idiota Rogelio, pon atención a
lo que te digo!, ¡No debes de confiarte en ningún momento, con esto también nos
estamos arriesgando nosotros!; recuerda de tener la pistola siempre contigo por
si pasa algo inesperado. – molesto por la poca atención de su compañero,
Francisco le comentó.
- No te preocupes, voy a ser muy cuidadoso
y haré todo lo que tú me digas.
Por otra parte Inés ya iba de salida de su
casa para dirigirse al mismo lugar que nosotros. Pero antes de irse por
completo, Xochimitl y Juan la detuvieron en la puerta.
- Hija, vete con mucho cuidado, si ves algo
fuera de lo normal no dudes en avisarnos. – le sugirió Xochimitl, quien se
encontraba todavía muy preocupada.
- Muy bien mamá; ustedes también, si pasa
algo peligroso no duden en llamarme. Yo les avisaré cuando ya esté con
Axayácatl. – expresó Inés, quien dio un suspiro antes de hablar.
- Inés, cuando te encuentres con tu
hermano, no dudes en abrazarlo por nosotros dos. – expresó Juan.
Inés, ante las palabras de su padre, sonrió
con ternura y entonces se acercó a abrazar a los dos.
- Estoy segura de que hoy nos volveremos a
ver todos. – ella dijo, y finalmente se fue.
Mientras se alejaba, Xochimitl y Juan veían
a su hija irse poco a poco hasta que por fin desapareció de su vista. Ambos se
quedaron muy serios y posteriormente, con tono lúgubre, hablaron.
- Todo dependerá de hoy, yo hubiese deseado
que ellos no se vieran involucrados en nada de esto, y que hubieran tenido otra
vida. – con grandes lágrimas en los ojos expresó Xochimitl.
- Sé lo que sientes mujer, y no sabes todo
el dolor que también hay en mí por vernos en dicha situación, pero ahora no
podemos estar con estos ánimos; ve a los niños, ellos están poniendo todo de su
parte para que las cosas salgan bien: sus ánimos, su valor, su coraje por una
solución deben ser cosas que nos motiven a también actuar como ellos y seguir
con el plan. – nostálgico comentó el padre.
- Tienes razón, no podemos retroceder ni
estar melancólicos. En unos momentos más también será nuestro momento de salir
– dijo Xochimitl y entró a la casa.
Juan se quedó un momento afuera, seguía
viendo la dirección en la que Inés se había ido, entonces él suspiró
profusamente y volteó a ver al cielo, como para buscar algo. Al estar un rato
con su mirada puesta arriba, volvió a suspirar y con tono muy triste dijo:
- Ahora más creo que tú estás allá arriba,
y que nos observas en este momento frente a este problema que nos puede costar
la vida a todos. Por favor cuida de mis hijos, de mi esposa, de Clemente; no
permitas que Francisco y Rogelio se salgan con la suya, haz justicia también en
este mundo. – Juan, al terminar de decir esto, entró a la casa.
Por otro lado, Axayácatl y yo habíamos llegado
por fin a la Avenida 541. Mientras cruzábamos el pequeño parque que había, él y
yo hablábamos.
- Finalmente llegamos amigo, es el momento.
– expresé un tanto nervioso.
- Parece que por fin conocerás a Francisco
y a Rogelio, lamento que tengas que hacerlo – también nervioso, y apenado, me
dijo Axayácatl.
- No Axayácatl, no es momento para pedirme
disculpas ni nada, tú bien sabes que todo esto lo hago por ti. Por ahora
concéntrate en el plan, y recuerda que tú tratarás de estar con Rogelio, y te
aprovecharás de su estupidez; yo mientras estaré con Francisco. Es seguro que
así se den las cosas, puesto que Francisco, como jefe, querrá estar conmigo por
ser una nueva víctima; de todos modos, de suceder lo contrario, tendremos que
aguantar lo que nos hagan hasta que podamos cambiar de persona, ¿entendido?
- Entendido, de cualquier forma ya sé lo
que debo de hacer si estoy con Rogelio. – Axayácatl afirmó con un poco más de
confianza.
Mientras que Axayácatl y yo afinábamos los
últimos aspectos del plan, Jérémy, por su parte, ya había llegado al mismo
lugar de nosotros, desde el taxi nos vio caminar, por lo que se bajó
rápidamente. Pagó el costo del transporte y sigilosamente nos siguió.
- ¿Pero qué coño sucede aquí?, ¿en dónde
estamos y por qué se han venido hasta acá esos dos? – expresó él, quien no nos
perdía la pista.
Así los tres íbamos hacia el departamento
de Francisco, Jérémy, evidentemente, sin saber el peligro al que se exponía,
seguía nuestros pasos; entre tanto, Axayácatl y yo seguíamos repasando el plan.
Poco tiempo después llegamos al lugar. Éste
era un edificio que se encontraba un tanto escondido en una calle que parecía
desértica en todos los sentidos, pues pocas personas pasaban por allí en ese
momento. El edificio parecía ciertamente un hotel, era un tanto alto y de color
naranja, tenía un aspecto deteriorado. Las ventanas era un poco pequeñas, pero
era muy particular que tal lugar tuviera por fuera escaleras que recordaban en
gran medida a los edificios que están en Estados Unidos y que tienen dicha
estructura. Por afuera había unos pequeños arbustos que le daban un toque un
poco más digno al edificio que parecía abandonado.
Axayácatl y yo quedamos sorprendidos debido
a la fachada del sitio, entonces él y yo lo volvimos a observar detenidamente,
como para ver el lugar en donde, o bien podríamos vivir, o bien podríamos
morir. Entonces, al revisar una vez más el edificio, vimos que enfrente de la
pequeña puerta blanca había una persona sumamente extraña, quien parecía que
esperaba nuestra llegada…