domingo, 4 de agosto de 2013

Capítulos XXXIII-XXXIV



Capítulo XXXIII

Parte del plan ya estaba revelado para Francisco, pues ahora él sabía que yo sería aquella persona que llevaría Axayácatl para el día acordado. Al escuchar esto, Francisco quedó impresionado, sin embargo, eso no fue un impedimento para que se sintiera emocionado y sonriera por la noticia que recién escuchaba.

    - Vaya, así que será Clemente la víctima. Bueno, no es precisamente lo que te pedimos, pero seguramente nos divertiremos un muy buen rato con él. – expresó Francisco.

    - Sé que no es lo que les aseguré, pero fue lo único que pude conseguir, lo juro – Axayácatl habló con un tono de mucho miedo -; además, Clemente irá sin saber a dónde se dirige, sólo así pude convencerlo de acompañarme el viernes.

    - No te preocupes, el pobre niño sabrá a lo que vino en cuanto llegue.

    - Bien, entonces no le diré hasta cuando esté con ustedes.

    - Me parece perfecto, entonces te esperamos mañana aquí en el departamento Axayácatl; y recuerda, sólo tus acciones harán que yo no dude de que todo esto es una trampa.

    Francisco colgó el teléfono y Axayácatl empezó a sudar frío debido a las inquebrantables sospechas de Francisco con respecto a su plan, a lo que Axayácatl decidió irle a decir a su mamá y a su hermana que ya había hecho lo que le habían pedido. Por su parte, Francisco se quedó pensativo por lo que había hablado con Axayácatl.

    - ¿Qué pasó compadre?, ¿acaso el indio nos falló? – preguntó interesado Rogelio.

    - Eso no lo sabremos hasta que cumpla perfectamente con el trato, al parecer sí nos traerá a alguien, pero no hay que estar confiados – muy seguro habló Francisco.

    - Según entiendo será un tal Clemente a quien traerá, no lo conozco, pero seguro nos divertiremos por un gran momento – expresó muy emocionado Rogelio, como si no hubiese escuchado la advertencia de su compañero.

    - ¡No seas tonto Rogelio!, ¡No tenemos que emocionarnos!, recuerda que ahora nada es seguro con ese indígena. Inés está aquí en la ciudad y eso indica que esos bastardos traman algo, así que no te vayas a confiar. – molesto gritó Francisco.

    - Bien, bien, entiendo. No me confiaré de lo que vaya a pasar el viernes. – nervioso dijo Rogelio.

    - No vayas a dejar de cargar tu pistola cabrón, porque no sabemos lo que realmente pasará. De cualquier forma, si todo sale conforme a lo planeado, ya sabemos que tanto a Axayácatl como a Clemente los mataremos.

    Anocheció en todas las calles de la Ciudad de México. Cada rincón, desde los altos y lujosos edificios, hasta las casas más humildes de la ciudad, se vieron abrazadas por el manto precioso de la Luna y sus efectos; y luego, en una poesía de horas, de luces y estrellas, el Sol hizo su aparición en el alba, él coronaba de cielo rojizo aquella ciudad puesta al centro del mundo.

    Y así, entre toda esa movilidad, mayoritariamente humana, una escuela ubicada en frente de una gran avenida, la avenida Oceanía, seguía su protagonismo en esta novela. Escuela “República de Francia”, eran las 7:40 de la mañana y estaba yo parado en la formación de mi grupo, poco a poco llegaban mis compañeros, pero todavía no había señal de Jérémy ni de Axayácatl; así por tanto, me entretuve al ver el cielo de la mañana que refrescaba el inicio del día, y mientras pensaba acerca de lo que pasaría al otro día con Francisco, y del gran peligro que podríamos vivir todos, llegó de improvisto Axayácatl.

    - Hola Clemente, ¿qué haces? – me preguntó él con un tono muy diferente con el cual hablaba.

    - Hola Axayácatl, realmente no hacía nada, tan sólo veía el cielo – respondí yo, de igual forma con un tono de voz diferente.

    - Pareces preocupado por algo, creo que también sientes lo que yo, ¿verdad?

    - Supongo que es natural sentirnos así, nunca hemos vivido algo como lo que pasará mañana – respondí un tanto tranquilo para no infundir miedo o inseguridad en él.

    - Mañana es el gran día, ayer hablé con Francisco para decirle que todo se dará como él lo pidió, es decir, que le llevaré a alguien; por otro lado, ya mi familia está preparada para todo lo que hay que hacer. Pero debo decirte que no todo está tan tranquilo, Francisco y Rogelio ya sospecharon sobre lo que planeamos hacer. Ellos fueron ayer en la mañana a mi casa y encontraron a mi hermana con mi mamá, amenazaron a mi madre sobre que ellos habían sospechado algo por la falta de comunicación que había tenido con ellos, es por eso que les hablé ayer para asegurarles todo. – esto lo dijo muy nervioso Axayácatl, y no era para menos, porque yo también, cuando escuché sobre las sospechas que ya tenían Francisco y Rogelio, quedé impactado y por un momento mi cuerpo empezó a temblar, pero yo traté de ocultar tal temor que tenía.

    - Ya veo, parece que las cosas se complicaron demasiado. Sí que fue un error de nuestra parte no haberle confirmado desde un principio a Francisco de que me llevarías con ellos. Escucha Axa, sé que ellos ya tienen una sospecha, y que seguro tendrán muchas precauciones para cualquier cosa, pero para eso debemos actuar muy bien para que se crean todo, será difícil acceder a lo que nos hagan, pero es la única forma para lograrlo.

    - Sí amigo, yo también creo eso, todo se decidirá en actuar bastante bien con todo lo que nos hagan. – Axayácatl entonces, como si hubiese cortado de pronto todas las otras palabras que estaba dispuesto a decir con respecto al problema de Francisco, se quedó muy pensativo y sorprendido al darse cuenta que en ese momento habían llegado a la escuela Jérémy e Isabel. Axayácatl vio a Jérémy de una forma extraña, lo veía fijamente, la manera en cómo él saludaba a sus amigos hombres, cómo les sonreía, y, al mismo tiempo, veía a Isabel, la cual se había percatado de la mirada de Axayácatl, por lo que ella le sonrió con cierta actitud de complicidad. Entonces Axayácatl, como si hubiese despertado de un sueño, me volteó a ver y expresó - ¿Sabes Clemente?, en verdad deseo mucho que le demos su merecido a Francisco y a Rogelio. En verdad esos dos me han hecho mucho daño, por eso los odio Clemente, los odio como no tienes una idea. Detesto lo que ellos son y lo que hacen, esa perversión de tener relaciones sexuales con otros hombres no lo tolero, más aún cuando estos hombres son menores de edad. La verdad es que no entiendo cómo les puede dar placer eso, es asqueroso eso de estar con otro hombre, y te lo puedo decir porque yo he padecido y vivido esos actos, y debo decirte que es de lo más repugnante, besar a otro hombre y tocarlo es algo simplemente asqueroso. Lo que hacen Francisco y Rogelio seguramente lo hacen todos los demás homosexuales, por eso deseo que a todos ellos los acabe la vida y el mundo, que Dios los juzgue de la peor manera, porque no es cosa de Cristo que entre dos hombres exista el amor, porque ellos sólo buscan el sexo y no otra cosa, y eso es totalmente un pecado. Por eso, por lo que me han hecho esos dos malditos, yo no soportaría tener a ningún amigo gay, porque sé cómo es esa gente: pervertida, enferma, loca, dañina, una plaga que poco a poco acaba con todos nosotros, nunca desearía encontrarme con otro homosexual en mi vida. Y también por todo eso también agradezco que arriesgues tu vida y finjas ciertas cosas que no son; la verdad no cualquiera, o, mejor dicho, ningún amigo heterosexual como tú aceptaría hacer lo que harás, lo de aceptar ser tocado por otro hombre.

    Axayácatl terminó de hablar y yo quedé perplejo ante sus palabras, aquel cambio de tema tan rotundo había sido demasiado extraño, sobre todo por la actitud tan rara que tuvo antes de comentarme todo esto. Por otra parte, estaba en verdad aterrado por todo lo que pensaba él con respecto a los homosexuales, era una parte de él que nunca había conocido, que nunca había dejado ver en este tiempo. Sus ideas me lastimaban y a la vez me enojaban, quería contestar con la verdad ante las cosas tan crueles que él decía, pero era evidente que no podía decir nada al respecto, porque entonces Axayácatl deduciría sobre mi sexualidad, y eso crearía el fin de todo, tanto de nuestra amistad como lo planeado contra Francisco.

    Así, ante tales palabras y él que esperaba una respuesta, no tuve otra opción que suspirar y reprimir todo lo que sentía ante sus comentarios y sus juicios tan severos, así que sólo le dije:

    - No te preocupes, no te encontrarás a otro homosexual porque no hay ninguno a tu alrededor, eso te lo prometo. Si acepté ayudarte y fingir ciertas cosas fue porque quiero sacarte de esa vida que ellos poco a poco te han destruido. 

    Al escuchar esto, Axayácatl sonrió enormemente, cambió su expresión facial por una mucha más tranquila y que reflejaba la tranquilidad que le daba mi respuesta y la promesa que le había hecho con respecto a los homosexuales. 

    - Muchas gracias Clemente, por eso eres mi mejor amigo, porque me entiendes por completo – él expresó muy feliz, y, seguramente, si no se hubiera encontrado nadie a nuestro alrededor, él me hubiera abrazado debido a la gran felicidad que ahora residía en su ser.

    Yo tan sólo sonreí levemente y entonces sonó la campana que indicaba el inicio de clases, entonces nos formamos y posteriormente llegó la maestra para así llevarnos al salón.

    Mientras que estábamos en clase de Química, yo recordaba una y otra vez lo que me había dicho Axayácatl con respecto a los homosexuales. Pensé entonces que en verdad me encontraba en un enrollo de amistad, pues, al haberle prometido a Axayácatl que no había ningún homosexual a su lado, había perpetuado con ello cualquier actitud mía que pudiera parecerlo y, por tanto, no podría comportarme tan cariñoso y amistoso con Jérémy. Por eso medité cómo debía llevar ahora la relación de amistad que tenía con Jérémy para que Axayácatl no sospechara de nada y así no perder su amistad, resolví que, aunque me doliera de sobremanera, debía ser un poco más serio con Jérémy, porque sólo así podría mantener la amistad de ambos, aunque grandes sentimientos me incitaran a veces a ser cariñoso con él; pero no, eso era cosa que por el momento no podía hacer, al menos hasta que se acabara el problema con Francisco.

    Pero todo lo que planea el ser humano por lo regular se ve opacado, pues no es cosa de la Fortuna ni del destino seguir al paso de la letra la voluntad de una sola alma; y así, justo al terminar la clase, Jérémy se acercó a mí y sorpresivamente se sentó a mi lado.
    - ¿Qué tal Clemente?- él en seguida me saludó muy emocionado.

    Cuando estaba a punto de contestarle, noté que Axayácatl, quien se había levantado para ir a la puerta del salón, nos miraba fijamente, como para esperar cualquier reacción sospechosa de nuestra parte; debido a esto, tuve que aguantarme las ganas de expresar mi felicidad por este saludo de Jérémy, y así continuar con lo que había decidido anteriormente.

    - Hola Jérémy - respondí muy serio y sin siquiera voltearlo a ver.

    - ¿Cómo estáis amigo?- Jérémy, al ver esta actitud mía, me tocó el hombro.

    - Bien ¿y tú? – nervioso por lo que recién acababa de hacer él, me levanté inmediatamente después de que me tocó el hombro.

    - Bien; ¿os sucede algo?, pareciera como si te hubiese molestado el que te tocara el hombro – dijo Jérémy extrañado.

    - No, no tengo nada - nervioso respondí, pues a la vez que Jérémy sospechaba sobre mis torpes conductas, también sentía la mirada de Axayácatl puesta sobre nosotros.

    - ¿Seguro que todo va bien?; mmm… ¡Ya sé!, seguro necesitas unas cosquillas. - Jérémy entonces se levantó para jugar como lo hace con sus otros amigos hombres, pero yo de inmediato, y bruscamente, me hice para atrás.

    - ¡Mira!, ya llegó el maestro - advertí.

    Jérémy se detuvo y me observó extrañado por unos segundos, su mirada hacía ver que no entendía para nada aquellas reacciones mías, pues, de un día para otro me comportaba cortante y como nervioso con él; entonces él, sin decir ya nada, se fue de mi lugar y se dirigió al suyo. Después de esto entró en mí un remordimiento por mi actitud con él, en verdad quería que me hiciera cosquillas, hubiese sido una escena demasiado linda y que hubiera puesto a latir mi corazón de amor, pero ahora no podía dejar que Jérémy se me acercara tanto, sobre todo si Axayácatl se encontraba casi enfrente. Cuando vi que Jérémy se alejaba como triste, mi ser se inundó de tristeza y de una necesidad como de ir a él y disculparme por cómo había reaccionado ante su saludo, pero no podía, era demasiado tarde, y sobre todo arriesgado para eso.

    La tortura con Jérémy no terminó, al contrario, se ponía peor. En la hora del receso nos encontrábamos Axayácatl, Lizeth y yo juntos en unas bancas que estaban afuera de los talleres. En ese momento Jérémy se acercó a saludarnos.

    - Hola amigos, ¿cómo están todos? - preguntó Jérémy, quien me miró como para esperar una respuesta agradable de mi parte.

    - Hola Jérémy, estamos aquí platicando sobre las clases y los exámenes que ya vienen, estamos muy nerviosos – respondió amablemente Lizeth.

    - Ya veo, sí que vienen los exámenes difíciles; y ustedes dos, Axayácatl y Clemente, ¿cómo van? – Jérémy, al notar el silencio de nosotros dos, nos abordó directamente.

    - Pienso lo mismo, pero creo que nos irá bien – respondió Axayácatl con un tono un tanto serio.

    Entonces Jérémy me volteó a ver como para que yo respondiera algo de una vez.

    - Perdonen, tengo que ir al baño, regreso en un momento. – nervioso excusé y de inmediato me levanté para dirigirme al salón. Al levantarme noté que Jérémy había puesto una vez más un rostro de extrañeza, y por ello no tuve fuerzas para decir algo más.

    Jérémy agachó un poco la cabeza para expresar la tristeza que le daba la actitud que había tenido con él en estos últimos momentos. Cualquiera hubiese advertido el dolor que abordaba al corazón de Jérémy, hasta Lizeth y Axayácatl habían quedado sorprendidos ante lo que yo había hecho en ese momento.

    Y mientras que para unos era sorpresa notar mi reacción con Jérémy, como lo era para Lizeth y Axayácatl; para otras era felicidad y regocijo, y tal era el caso de Isabel y Angélica, quienes nos veían perfectamente desde enfrente de su salón.

    - ¿Viste eso amiga?, parece que todo salió bien para nosotras –expresó muy feliz Angélica.

    - ¡Vaya que sí amiga!, parece que ese indio ha hecho justamente lo que había pensado. En poco tiempo Clemente se alejará por completo de Jérémy – todavía más contenta expresó Isabel.

    - Tenías razón con eso de que Clemente quería con tu hermano, ¿y si se lo decimos a los demás? – con cizaña propuso Angélica.

    - ¡No!, ¿no ves que si lo haces afectará la reputación de mi hermano?, que la escuela sepa que Clemente es homosexual realmente me vale, pero si se enteran que ese idiota quiere con mi hermano y que ambos eran amigos antes, creará sospecha en torno a Jérémy y tú y yo sabemos que mi hermano no es para nada así – advirtió en seguida Isabel.

    - Tienes razón, lo mejor es ver cómo su amistad se destruye.

    Ambas quedaron en ese trato, mientras que yo, por mi parte, me encontraba escondido en otro lugar del patio. Sentía todo el dolor que me causaba la seriedad con que respondía a los comentarios de Jérémy, ya no quería vivir en esta melancolía y tristeza extrema, no responderle a Jérémy con un tono feliz por su presencia era como una noche sin luna: sin su astro, sin su esencia, sin aquello que decide en qué momento se anochece.

    Por tanto decidí de una vez hablar con Jérémy sobre lo que Axayácatl me había dicho con respecto a los homosexuales, aunque con eso tuviera que revelar el secreto de Axayácatl; en realidad ya no tenía otra opción, aunque me doliera traicionar a Axayácatl, por otro lado, no podía mantener a mi corazón en aquel enredo de cadenas que no le permitían latir por Jérémy.

    Pasó el tiempo, y mientras los segundos transcurrían, no hubo momento para poderme acercar a Jérémy y que nadie nos viera, sobre todo Axayácatl, para así hablar con él. Entonces finalmente llegó la hora de la salida, me despedí de Axayácatl en la esquina de la escuela, en cuanto él se fue, regresé a la entrada de la secundaria para buscar a Jérémy y poder finalmente hablar con él. Al llegar lo encontré, él estaba sentando enfrente de la puerta de la salida para esperar a Isabel. Jérémy tenía los codos apoyados en sus rodillas y recargaba su cabeza en sus manos mientras miraba fijamente al frente. Estaba sentado de una forma muy masculina, su mochila, que era de una tela café muy linda, atravesaba su cuerpo y estaba puesta a un lado de él, puesto que era de esas mochilas que se cuelgan del cuerpo de uno. Aquella posición suya, tan varonil y tierna a la vez, me hizo decidirme todavía más para acercarme a hablar con él. Caminé entonces lentamente hacia Jérémy, mientras hacía esto el corazón me latía muy rápido, mis manos empezaron a temblar mucho, no las podía controlar, y a cada paso que daba sentía que me caía por abismos sin fondo.

    Cuando ya me faltaba poco para llegar con él, cuando estaba a tan sólo unos pasos, de pronto, de improvisto, Mario se acercó a Jérémy…
 
Capítulo XXXIV

Cuando vi que Mario recién acababa de llegar con Jérémy me detuve bruscamente, todas mis emociones entonces se disiparon, y por un momento sólo mi cuerpo se encontraba en la tierra, mientras que mi alma estaba en otro lugar, en un lugar incluso oculto para mí mismo; cuando noté que Mario pronunció unas palabras mi ser volvió de golpe, pero esta vez estaba lleno de celos y de enojo, no podía soportar ver a los dos juntos justo en el momento en que yo me disponía a aclarar las cosas con Jérémy. Sin embargo, pese a que sentía todo eso, decidí quedarme para ver si acaso Mario se alejaba rápido de Jérémy.

    En ese trance y decisión míos, las palabras que Mario había pronunciado eran evidentemente para saludarlo:

    - Hola Jérémy, ¿cómo estás, por qué estás tan solo? – habló Mario, quien se sentó a lado de Jérémy. 

    - Vaya, hola Mario, bastante tiempo sin hablar; estoy bien, gracias por preguntar. Estoy aquí solo porque espero a mi hermana, ¿cómo vas tú? – respondió amablemente Jérémy, y con esa sonrisa tan hermosa que lo caracterizaba.

    - Yo estoy bien; yo también creo que ya llevamos mucho tiempo sin hablar, y eso que estamos en la misma escuela. 

    - Cierto Mario, no hablamos tan seguido y aquello es algo malo; mira, incluso ahora noto que tu cabello es muy castaño. - Jérémy entonces tocó el cabello de Mario.

    En el momento en que Jérémy tocó el cabello de Mario, yo, que aún seguía pasos atrás de ellos, me puse muy celoso y a la vez me hizo sentir sumamente furioso, un coraje enorme invadió mi cuerpo, y, por un momento, pensé que no debía de arrepentirme por cómo me comporté con Jérémy durante el día. No pude soportar ver aquella escena entre ellos dos, por lo que me fui de ahí sin llevar a cabo mi plan.

    - Vaya, nunca había visto un cabello tan castaño como el tuyo - Jérémy dijo esto mientras alejó su mano del cabello de Mario.

    Ante tal acción de Jérémy, Mario tan sólo se quedó serio pero sin expresar alguna molestia, él esperó a que Jérémy terminara de tocar su cabello y entonces expresó:

    - Gracias por lo del pelo Jérémy; pero ¿sabes?, creo que deberías ser un poco más discreto, sobre todo en la escuela. 

    - ¿De qué hablas?, ¿acaso te molestó que te tocara el cabello?, disculpa si te desagradó - exclamó Jérémy apenado.

    - No, no me refiero a eso, no me molestó lo del cabello, al contrario, gracias por tu comentario; más bien yo hablo sobre que seas discreto con tu sexualidad. - habló Mario muy seguro.

    Jérémy quedó impactado por las palabras de Mario, estaba muy sorprendido porque él se diera cuenta sobre lo que era; por un momento temió mucho por aquella revelación, pues pensó que la misma historia vivida en España se repetiría.

    - ¿Cómo…? -  Jérémy no pudo completar la pregunta debido a su sorpresa.

    - No te sorprendas ni te apenes, ten por seguro que yo no diré nada al respecto. Si quieres saber cómo me di cuenta, debes saber que desde los primeros días lo supe. Sé que tú haces lo posible por disimular, y lo haces bien, pero a veces con Clemente sueles ser muy expresivo. – confesó Mario.

    Una tras otra, las palabras de Mario sorprendían cada vez más a Jérémy; sin embargo, la promesa hecha por Mario lo tranquilizó, y, no sólo esto, pues Jérémy se percató de algo.

    - Entiendo, te has dado cuenta de lo que sucede con él – por fin pudo hablar Jérémy.

    - Sí, él te gusta mucho, ¿verdad?

    Jérémy ante la pregunta de Mario sonrió enormemente, como si se hubiera tratado justo del momento en que él me hubiera confesado su amor.

    - Clemente me gusta mucho – finalmente confesó Jérémy.

    - ¿Y luego? – preguntó Mario para hacer reflexionar a Jérémy sobre su sentimiento, y realmente consiguió tal objetivo, pues Jérémy ante la segunda pregunta de Mario se quedó pensativo y muy callado, hasta que finalmente habló.

    - Pasa que a veces creo que él no se ha dado cuenta de lo que siento; es más, a veces creo que él duda de lo que yo soy, es por eso que trato de hacerle ver ciertas cosas - dijo Jérémy triste.

    - Ya veo, creo que puedo entender lo que te sucede, y no te culpo por querer hacerle ver lo que tú eres y sientes, pero creo que debes de tener mucho cuidado, sobre todo en el recreo, porque yo también he notado cómo se llevan ustedes, que cuando están juntos se alejan de todos y eso se ve demasiado sospechoso; sobre todo por…- Mario no continuó su comentario por pena.

    - ¿Por qué Mario? – en seguida Jérémy preguntó al notar la pena de su amigo.

    - Muchos en la escuela ya sospechan de lo que Clemente es, al menos los de nuestra generación, que nos conocemos desde que entramos a primer año. Ellos se han dado cuenta de que él nunca ha tenido novia y que a veces ve de otra forma a los niños.

    - Ya veo, así que de eso va – Jérémy de pronto asoció tal conocimiento de la escuela con las actitudes de su hermana con respecto a Clemente; y aunque se le hacía parecida tal situación con lo que él vivía en España, pensó que si no mostraba actitud alguna sobre su sexualidad no se repetiría la historia.

    - Sí, y yo creo que ni él ni tú están preparados como para que toda la escuela lo sepa ahora. 

    - Tienes razón, gracias por tu consejo Mario – Jérémy entonces sonrió de manera juguetona y dijo -; también lo sois tú, ¿verdad? 

    Mario de igual forma sonrió ante la pregunta de Jérémy.

    - Parece que te diste cuenta por todo lo que te dije – respondió Mario feliz.

    - Sabes que entre nosotros eso no se oculta tan fácilmente; ¿has tenido alguna pareja en la escuela?

    Mario pasó de la alegría a la melancolía por lo que iba a decir:

    - No, yo jamás he tenido a alguien. En mi salón me consideran de los más raros, casi no hablo con nadie, lo hago para que no sospechen nada de mí. Con respecto al amor, la verdad creo que no existe, pues muchas veces he tratado de hablarle a quienes me gustan, pero nunca resultan ser como yo y eso me ha hecho sentir muy mal en varias ocasiones, tú sabes que para nosotros conseguir a alguien es más difícil que en los heterosexuales; es por eso que, como ya te había dicho, prefiero estar solo.

    - Tienes razón en todo, realmente para nosotros la vida es complicada; sé que para todos los heterosexuales también lo es, pero muchas veces nosotros tenemos que llevar la vida en secreto a diferencia de los demás. No te preocupes por conseguir a alguien Mario, yo estoy seguro que pronto verás algo que cambie tu punto de vista con respecto al amor, sois una persona muy bella como para solo. – Jérémy habló sinceramente.

    Mario tan sólo sonrió ante el comentario de Jérémy.

    - No creas que aquí es como en España, en México hay muchas personas homofóbicas, y en la escuela hay muchas así, por tengo cuidado con lo que soy; sin embargo, pese a eso, no dudes en que yo te ayudaré en todo, y te deseo lo mejor con Clemente. – entonces Mario, tal como es su personalidad, interrumpió de manera brusca su plática, se levantó, le sonrió a Jérémy y posteriormente se alejó, pues en la esquina estaba el carro de su mamá que ya lo esperaba para irse.

    Mientras tanto, yo ya casi llegaba a casa, me faltaban unos pasos para por fin llegar; todo mi ser estaba invadido de gran coraje y celos, que nunca antes había sentido en mi vida. Pese a que tales sentimientos embargaban mi corazón, la razón no me había abandonado, pues, como dice el Sabio, ante tal pasión humana la razón no deja de tener presencia debido a que se piensa y se decide cosas cuando tenemos tal arranque de coraje en nuestro ser. Por ello, durante el camino, pensé:

    - <<¡Malditasea!, ¡Malditos Jérémy y Mario!, ¡Maldito yo!, no sé por qué sigo siendo igual de tonto e iluso con Jérémy, no sé por qué pienso que él podría fijarse en mí; es más, no sé ni por qué pienso que a él le gustan los hombres como a mí, soy un tonto al querer imaginar eso; porque, ¿cómo lo va a ser?, si él juega fútbol, le habla y está con los niños, no tiene actitudes raras o diferentes, es el más popular y guapo de toda la escuela, ¡Es claro que no lo es!; y de todos modos, si acaso existiera una pequeña posibilidad de que lo fuera, seguro él ya se fijó en Mario, por eso los vi tan cerca el día de hoy. La verdad es que Jérémy está mejor con él, Mario es muy seguro, sabe cómo acercarse a la gente y es carismático, muchas aman su sonrisa y su seriedad, porque eso lo vuelve interesante. Sí, él se ve mejor con Jérémy, yo ya me cansé de Jérémy y de su persona, y de su vida, y de su historia, ¡Ya me cansé!; desde este momento me juro que ya no tendré nada que ver con él>>.

    Tal decisión había tomado después de pensar todo lo anterior, y no había nada que pudiera quitarme tal aferramiento a mi conclusión final; dejar a Jérémy para siempre y sacarlo cruelmente de mi corazón parecía ser una opción que incluso ayudaría a todo lo demás en mi vida, sobre todo con Axayácatl.

    El día entonces pasó, todo parecía estar tan sereno, tan tranquilo y sin ningún problema, pero seguramente era una de esas emboscadas que pone el tiempo al propósito para anticipar un momento tan difícil, uno que nunca antes se ha vivido, sobre todo para Axayácatl y yo, que estábamos a punto de vivir la mayor de las tempestades.

    Amaneció, bajo el movimiento del planeta que nada puede detener y que así se deja iluminar por el Sol para comenzar un nuevo día para todos, humanos que están condenados a tener que abrir los ojos ante la alerta de que un rayo de Sol se ha puesto sobre sus ojos. Tal era el caso de Axayácatl quien ya se preparaba para ir a la escuela. Él estaba pusilánime, de hecho no sabía si ya estaba en la realidad o acaso seguía en su sueño, pero se desengañó cuando se metió a bañar y sintió todas las gotas de la regadera que caían sobre de él, tan reales, pues aunque aquello era un acto rutinario en su vida, aquel baño fue único y para él tal vez el último.

    Axayácatl estaba sereno, su familia que también lo vio se encontraba en la misma actitud. Él se vestía lentamente mientras decía:

    - Llegó el momento, el día en el que, o por fin mi familia y yo estaremos libres de Francisco y Rogelio, o, por otra parte, seremos asesinados junto con Clemente por esos dos. Ojalá que todo salga conforme lo planeado…
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