Capítulo XXXIII
Parte
del plan ya estaba revelado para Francisco, pues ahora él sabía que yo sería
aquella persona que llevaría Axayácatl para el día acordado. Al escuchar esto,
Francisco quedó impresionado, sin embargo, eso no fue un impedimento para que
se sintiera emocionado y sonriera por la noticia que recién escuchaba.
- Vaya, así que será Clemente la víctima.
Bueno, no es precisamente lo que te pedimos, pero seguramente nos divertiremos
un muy buen rato con él. – expresó Francisco.
- Sé que no es lo que les aseguré, pero fue
lo único que pude conseguir, lo juro – Axayácatl habló con un tono de mucho
miedo -; además, Clemente irá sin saber a dónde se dirige, sólo así pude
convencerlo de acompañarme el viernes.
- No te preocupes, el pobre niño sabrá a lo
que vino en cuanto llegue.
- Bien, entonces no le diré hasta cuando
esté con ustedes.
- Me parece perfecto, entonces te esperamos
mañana aquí en el departamento Axayácatl; y recuerda, sólo tus acciones harán
que yo no dude de que todo esto es una trampa.
Francisco colgó el teléfono y Axayácatl
empezó a sudar frío debido a las inquebrantables sospechas de Francisco con
respecto a su plan, a lo que Axayácatl decidió irle a decir a su mamá y a su
hermana que ya había hecho lo que le habían pedido. Por su parte, Francisco se
quedó pensativo por lo que había hablado con Axayácatl.
- ¿Qué pasó compadre?, ¿acaso el indio nos
falló? – preguntó interesado Rogelio.
- Eso no lo sabremos hasta que cumpla
perfectamente con el trato, al parecer sí nos traerá a alguien, pero no hay que
estar confiados – muy seguro habló Francisco.
- Según entiendo será un tal Clemente a
quien traerá, no lo conozco, pero seguro nos divertiremos por un gran momento –
expresó muy emocionado Rogelio, como si no hubiese escuchado la advertencia de
su compañero.
- ¡No
seas tonto Rogelio!, ¡No tenemos que emocionarnos!, recuerda que ahora nada es
seguro con ese indígena. Inés está aquí en la ciudad y eso indica que esos
bastardos traman algo, así que no te vayas a confiar. – molesto gritó
Francisco.
- Bien, bien, entiendo. No me confiaré de
lo que vaya a pasar el viernes. – nervioso dijo Rogelio.
- No vayas a dejar de cargar tu pistola
cabrón, porque no sabemos lo que realmente pasará. De cualquier forma, si todo
sale conforme a lo planeado, ya sabemos que tanto a Axayácatl como a Clemente
los mataremos.
Anocheció en todas las calles de la Ciudad
de México. Cada rincón, desde los altos y lujosos edificios, hasta las casas
más humildes de la ciudad, se vieron abrazadas por el manto precioso de la Luna
y sus efectos; y luego, en una poesía de horas, de luces y estrellas, el Sol
hizo su aparición en el alba, él coronaba de cielo rojizo aquella ciudad puesta
al centro del mundo.
Y así, entre toda esa movilidad,
mayoritariamente humana, una escuela ubicada en frente de una gran avenida, la
avenida Oceanía, seguía su protagonismo en esta novela. Escuela “República de
Francia”, eran las 7:40 de la mañana y estaba yo parado en la formación de mi
grupo, poco a poco llegaban mis compañeros, pero todavía no había señal de
Jérémy ni de Axayácatl; así por tanto, me entretuve al ver el cielo de la
mañana que refrescaba el inicio del día, y mientras pensaba acerca de lo que pasaría
al otro día con Francisco, y del gran peligro que podríamos vivir todos, llegó
de improvisto Axayácatl.
- Hola Clemente, ¿qué haces? – me preguntó
él con un tono muy diferente con el cual hablaba.
- Hola Axayácatl, realmente no hacía nada,
tan sólo veía el cielo – respondí yo, de igual forma con un tono de voz
diferente.
- Pareces preocupado por algo, creo que
también sientes lo que yo, ¿verdad?
- Supongo que es natural sentirnos así,
nunca hemos vivido algo como lo que pasará mañana – respondí un tanto tranquilo
para no infundir miedo o inseguridad en él.
- Mañana es el gran día, ayer hablé con
Francisco para decirle que todo se dará como él lo pidió, es decir, que le
llevaré a alguien; por otro lado, ya mi familia está preparada para todo lo que
hay que hacer. Pero debo decirte que no todo está tan tranquilo, Francisco y
Rogelio ya sospecharon sobre lo que planeamos hacer. Ellos fueron ayer en la
mañana a mi casa y encontraron a mi hermana con mi mamá, amenazaron a mi madre
sobre que ellos habían sospechado algo por la falta de comunicación que había
tenido con ellos, es por eso que les hablé ayer para asegurarles todo. – esto lo
dijo muy nervioso Axayácatl, y no era para menos, porque yo también, cuando
escuché sobre las sospechas que ya tenían Francisco y Rogelio, quedé impactado y
por un momento mi cuerpo empezó a temblar, pero yo traté de ocultar tal temor
que tenía.
- Ya veo, parece que las cosas se
complicaron demasiado. Sí que fue un error de nuestra parte no haberle
confirmado desde un principio a Francisco de que me llevarías con ellos.
Escucha Axa, sé que ellos ya tienen una sospecha, y que seguro tendrán muchas
precauciones para cualquier cosa, pero para eso debemos actuar muy bien para
que se crean todo, será difícil acceder a lo que nos hagan, pero es la única
forma para lograrlo.
- Sí amigo, yo también creo eso, todo se decidirá
en actuar bastante bien con todo lo que nos hagan. – Axayácatl entonces, como
si hubiese cortado de pronto todas las otras palabras que estaba dispuesto a
decir con respecto al problema de Francisco, se quedó muy pensativo y
sorprendido al darse cuenta que en ese momento habían llegado a la escuela
Jérémy e Isabel. Axayácatl vio a Jérémy de una forma extraña, lo veía fijamente,
la manera en cómo él saludaba a sus amigos hombres, cómo les sonreía, y, al mismo
tiempo, veía a Isabel, la cual se había percatado de la mirada de Axayácatl,
por lo que ella le sonrió con cierta actitud de complicidad. Entonces Axayácatl,
como si hubiese despertado de un sueño, me volteó a ver y expresó - ¿Sabes
Clemente?, en verdad deseo mucho que le demos su merecido a Francisco y a
Rogelio. En verdad esos dos me han hecho mucho daño, por eso los odio Clemente,
los odio como no tienes una idea. Detesto lo que ellos son y lo que hacen, esa
perversión de tener relaciones sexuales con otros hombres no lo tolero, más aún
cuando estos hombres son menores de edad. La verdad es que no entiendo cómo les
puede dar placer eso, es asqueroso eso de estar con otro hombre, y te lo puedo
decir porque yo he padecido y vivido esos actos, y debo decirte que es de lo
más repugnante, besar a otro hombre y tocarlo es algo simplemente asqueroso. Lo
que hacen Francisco y Rogelio seguramente lo hacen todos los demás homosexuales,
por eso deseo que a todos ellos los acabe la vida y el mundo, que Dios los
juzgue de la peor manera, porque no es cosa de Cristo que entre dos hombres
exista el amor, porque ellos sólo buscan el sexo y no otra cosa, y eso es
totalmente un pecado. Por eso, por lo que me han hecho esos dos malditos, yo no
soportaría tener a ningún amigo gay, porque sé cómo es esa gente: pervertida,
enferma, loca, dañina, una plaga que poco a poco acaba con todos nosotros, nunca
desearía encontrarme con otro homosexual en mi vida. Y también por todo eso
también agradezco que arriesgues tu vida y finjas ciertas cosas que no son; la
verdad no cualquiera, o, mejor dicho, ningún amigo heterosexual como tú aceptaría
hacer lo que harás, lo de aceptar ser tocado por otro hombre.
Axayácatl terminó de hablar y yo quedé
perplejo ante sus palabras, aquel cambio de tema tan rotundo había sido
demasiado extraño, sobre todo por la actitud tan rara que tuvo antes de
comentarme todo esto. Por otra parte, estaba en verdad aterrado por todo lo que
pensaba él con respecto a los homosexuales, era una parte de él que nunca había
conocido, que nunca había dejado ver en este tiempo. Sus ideas me lastimaban y
a la vez me enojaban, quería contestar con la verdad ante las cosas tan crueles
que él decía, pero era evidente que no podía decir nada al respecto, porque
entonces Axayácatl deduciría sobre mi sexualidad, y eso crearía el fin de todo,
tanto de nuestra amistad como lo planeado contra Francisco.
Así, ante tales palabras y él que esperaba
una respuesta, no tuve otra opción que suspirar y reprimir todo lo que sentía ante
sus comentarios y sus juicios tan severos, así que sólo le dije:
- No te preocupes, no te encontrarás a otro
homosexual porque no hay ninguno a tu alrededor, eso te lo prometo. Si acepté
ayudarte y fingir ciertas cosas fue porque quiero sacarte de esa vida que ellos
poco a poco te han destruido.
Al escuchar esto, Axayácatl sonrió
enormemente, cambió su expresión facial por una mucha más tranquila y que
reflejaba la tranquilidad que le daba mi respuesta y la promesa que le había
hecho con respecto a los homosexuales.
- Muchas gracias Clemente, por eso eres mi
mejor amigo, porque me entiendes por completo – él expresó muy feliz, y,
seguramente, si no se hubiera encontrado nadie a nuestro alrededor, él me
hubiera abrazado debido a la gran felicidad que ahora residía en su ser.
Yo tan sólo sonreí levemente y entonces
sonó la campana que indicaba el inicio de clases, entonces nos formamos y
posteriormente llegó la maestra para así llevarnos al salón.
Mientras
que estábamos en clase de Química, yo recordaba una y otra vez lo que me había
dicho Axayácatl con respecto a los homosexuales. Pensé entonces que en verdad
me encontraba en un enrollo de amistad, pues, al haberle prometido a Axayácatl
que no había ningún homosexual a su lado, había perpetuado con ello cualquier
actitud mía que pudiera parecerlo y, por tanto, no podría comportarme tan
cariñoso y amistoso con Jérémy. Por eso medité cómo debía llevar ahora la
relación de amistad que tenía con Jérémy para que Axayácatl no sospechara de
nada y así no perder su amistad, resolví que, aunque me doliera de sobremanera,
debía ser un poco más serio con Jérémy, porque sólo así podría mantener la amistad
de ambos, aunque grandes sentimientos me incitaran a veces a ser cariñoso con
él; pero no, eso era cosa que por el momento no podía hacer, al menos hasta que
se acabara el problema con Francisco.
Pero todo lo que planea el ser humano por
lo regular se ve opacado, pues no es cosa de la Fortuna ni del destino seguir
al paso de la letra la voluntad de una sola alma; y así, justo al terminar la
clase, Jérémy se acercó a mí y sorpresivamente se sentó a mi lado.
- ¿Qué tal Clemente?- él en seguida me
saludó muy emocionado.
Cuando estaba a punto de contestarle, noté
que Axayácatl, quien se había levantado para ir a la puerta del salón, nos
miraba fijamente, como para esperar cualquier reacción sospechosa de nuestra
parte; debido a esto, tuve que aguantarme las ganas de expresar mi felicidad
por este saludo de Jérémy, y así continuar con lo que había decidido
anteriormente.
- Hola Jérémy - respondí muy serio y sin
siquiera voltearlo a ver.
- ¿Cómo estáis amigo?- Jérémy, al ver esta
actitud mía, me tocó el hombro.
- Bien ¿y tú? – nervioso por lo que recién
acababa de hacer él, me levanté inmediatamente después de que me tocó el
hombro.
- Bien; ¿os sucede algo?, pareciera como si
te hubiese molestado el que te tocara el hombro – dijo Jérémy extrañado.
- No, no tengo nada - nervioso respondí,
pues a la vez que Jérémy sospechaba sobre mis torpes conductas, también sentía
la mirada de Axayácatl puesta sobre nosotros.
- ¿Seguro que todo va bien?; mmm… ¡Ya sé!,
seguro necesitas unas cosquillas. - Jérémy entonces se levantó para jugar como
lo hace con sus otros amigos hombres, pero yo de inmediato, y bruscamente, me
hice para atrás.
- ¡Mira!, ya llegó el maestro - advertí.
Jérémy se detuvo y me observó extrañado por
unos segundos, su mirada hacía ver que no entendía para nada aquellas
reacciones mías, pues, de un día para otro me comportaba cortante y como
nervioso con él; entonces él, sin decir ya nada, se fue de mi lugar y se
dirigió al suyo. Después de esto entró en mí un remordimiento por mi actitud
con él, en verdad quería que me hiciera cosquillas, hubiese sido una escena
demasiado linda y que hubiera puesto a latir mi corazón de amor, pero ahora no
podía dejar que Jérémy se me acercara tanto, sobre todo si Axayácatl se
encontraba casi enfrente. Cuando vi que Jérémy se alejaba como triste, mi ser se
inundó de tristeza y de una necesidad como de ir a él y disculparme por cómo
había reaccionado ante su saludo, pero no podía, era demasiado tarde, y sobre
todo arriesgado para eso.
La tortura con Jérémy no terminó, al
contrario, se ponía peor. En la hora del receso nos encontrábamos Axayácatl,
Lizeth y yo juntos en unas bancas que estaban afuera de los talleres. En ese
momento Jérémy se acercó a saludarnos.
- Hola amigos, ¿cómo están todos? - preguntó
Jérémy, quien me miró como para esperar una respuesta agradable de mi parte.
- Hola Jérémy, estamos aquí platicando
sobre las clases y los exámenes que ya vienen, estamos muy nerviosos –
respondió amablemente Lizeth.
- Ya veo, sí que vienen los exámenes
difíciles; y ustedes dos, Axayácatl y Clemente, ¿cómo van? – Jérémy, al notar
el silencio de nosotros dos, nos abordó directamente.
- Pienso lo mismo, pero creo que nos irá
bien – respondió Axayácatl con un tono un tanto serio.
Entonces Jérémy me volteó a ver como para
que yo respondiera algo de una vez.
- Perdonen, tengo que ir al baño, regreso
en un momento. – nervioso excusé y de inmediato me levanté para dirigirme al
salón. Al levantarme noté que Jérémy había puesto una vez más un rostro de
extrañeza, y por ello no tuve fuerzas para decir algo más.
Jérémy agachó un poco la cabeza para
expresar la tristeza que le daba la actitud que había tenido con él en estos
últimos momentos. Cualquiera hubiese advertido el dolor que abordaba al corazón
de Jérémy, hasta Lizeth y Axayácatl habían quedado sorprendidos ante lo que yo había
hecho en ese momento.
Y mientras que para unos era sorpresa notar
mi reacción con Jérémy, como lo era para Lizeth y Axayácatl; para otras era
felicidad y regocijo, y tal era el caso de Isabel y Angélica, quienes nos veían
perfectamente desde enfrente de su salón.
- ¿Viste eso amiga?, parece que todo salió
bien para nosotras –expresó muy feliz Angélica.
- ¡Vaya que sí amiga!, parece que ese indio
ha hecho justamente lo que había pensado. En poco tiempo Clemente se alejará
por completo de Jérémy – todavía más contenta expresó Isabel.
- Tenías razón con eso de que Clemente
quería con tu hermano, ¿y si se lo decimos a los demás? – con cizaña propuso
Angélica.
- ¡No!, ¿no ves que si lo haces afectará la
reputación de mi hermano?, que la escuela sepa que Clemente es homosexual realmente
me vale, pero si se enteran que ese idiota quiere con mi hermano y que ambos
eran amigos antes, creará sospecha en torno a Jérémy y tú y yo sabemos que mi
hermano no es para nada así – advirtió en seguida Isabel.
- Tienes razón, lo mejor es ver cómo su
amistad se destruye.
Ambas quedaron en ese trato, mientras que
yo, por mi parte, me encontraba escondido en otro lugar del patio. Sentía todo
el dolor que me causaba la seriedad con que respondía a los comentarios de
Jérémy, ya no quería vivir en esta melancolía y tristeza extrema, no
responderle a Jérémy con un tono feliz por su presencia era como una noche sin
luna: sin su astro, sin su esencia, sin aquello que decide en qué momento se
anochece.
Por tanto decidí de una vez hablar con
Jérémy sobre lo que Axayácatl me había dicho con respecto a los homosexuales,
aunque con eso tuviera que revelar el secreto de Axayácatl; en realidad ya no
tenía otra opción, aunque me doliera traicionar a Axayácatl, por otro lado, no
podía mantener a mi corazón en aquel enredo de cadenas que no le permitían
latir por Jérémy.
Pasó el tiempo, y mientras los segundos
transcurrían, no hubo momento para poderme acercar a Jérémy y que nadie nos
viera, sobre todo Axayácatl, para así hablar con él. Entonces finalmente llegó
la hora de la salida, me despedí de Axayácatl en la esquina de la escuela, en
cuanto él se fue, regresé a la entrada de la secundaria para buscar a Jérémy y
poder finalmente hablar con él. Al llegar lo encontré, él estaba sentando enfrente
de la puerta de la salida para esperar a Isabel. Jérémy tenía los codos
apoyados en sus rodillas y recargaba su cabeza en sus manos mientras miraba fijamente
al frente. Estaba sentado de una forma muy masculina, su mochila, que era de
una tela café muy linda, atravesaba su cuerpo y estaba puesta a un lado de él,
puesto que era de esas mochilas que se cuelgan del cuerpo de uno. Aquella posición
suya, tan varonil y tierna a la vez, me hizo decidirme todavía más para
acercarme a hablar con él. Caminé entonces lentamente hacia Jérémy, mientras
hacía esto el corazón me latía muy rápido, mis manos empezaron a temblar mucho,
no las podía controlar, y a cada paso que daba sentía que me caía por abismos
sin fondo.
Cuando ya me faltaba poco para llegar con
él, cuando estaba a tan sólo unos pasos, de pronto, de improvisto, Mario se
acercó a Jérémy…
Capítulo XXXIV
Cuando
vi que Mario recién acababa de llegar con Jérémy me detuve bruscamente, todas
mis emociones entonces se disiparon, y por un momento sólo mi cuerpo se
encontraba en la tierra, mientras que mi alma estaba en otro lugar, en un lugar
incluso oculto para mí mismo; cuando noté que Mario pronunció unas palabras mi
ser volvió de golpe, pero esta vez estaba lleno de celos y de enojo, no podía
soportar ver a los dos juntos justo en el momento en que yo me disponía a
aclarar las cosas con Jérémy. Sin embargo, pese a que sentía todo eso, decidí
quedarme para ver si acaso Mario se alejaba rápido de Jérémy.
En ese trance y decisión míos, las palabras
que Mario había pronunciado eran evidentemente para saludarlo:
- Hola Jérémy, ¿cómo estás, por qué estás
tan solo? – habló Mario, quien se sentó a lado de Jérémy.
- Vaya, hola Mario, bastante tiempo sin
hablar; estoy bien, gracias por preguntar. Estoy aquí solo porque espero a mi
hermana, ¿cómo vas tú? – respondió amablemente Jérémy, y con esa sonrisa tan
hermosa que lo caracterizaba.
- Yo estoy bien; yo también creo que ya
llevamos mucho tiempo sin hablar, y eso que estamos en la misma escuela.
- Cierto Mario, no hablamos tan seguido y
aquello es algo malo; mira, incluso ahora noto que tu cabello es muy castaño. -
Jérémy entonces tocó el cabello de Mario.
En el momento en que Jérémy tocó el cabello
de Mario, yo, que aún seguía pasos atrás de ellos, me puse muy celoso y a la
vez me hizo sentir sumamente furioso, un coraje enorme invadió mi cuerpo, y,
por un momento, pensé que no debía de arrepentirme por cómo me comporté con
Jérémy durante el día. No pude soportar ver aquella escena entre ellos dos, por
lo que me fui de ahí sin llevar a cabo mi plan.
- Vaya, nunca había visto un cabello tan
castaño como el tuyo - Jérémy dijo esto mientras alejó su mano del cabello de
Mario.
Ante tal acción de Jérémy, Mario tan sólo
se quedó serio pero sin expresar alguna molestia, él esperó a que Jérémy
terminara de tocar su cabello y entonces expresó:
- Gracias por lo del pelo Jérémy; pero ¿sabes?,
creo que deberías ser un poco más discreto, sobre todo en la escuela.
- ¿De qué hablas?, ¿acaso te molestó que te
tocara el cabello?, disculpa si te desagradó - exclamó Jérémy apenado.
- No, no me refiero a eso, no me molestó lo
del cabello, al contrario, gracias por tu comentario; más bien yo hablo sobre
que seas discreto con tu sexualidad. - habló Mario muy seguro.
Jérémy quedó impactado por las palabras de
Mario, estaba muy sorprendido porque él se diera cuenta sobre lo que era; por
un momento temió mucho por aquella revelación, pues pensó que la misma historia
vivida en España se repetiría.
- ¿Cómo…? - Jérémy no pudo completar la pregunta debido a
su sorpresa.
- No te sorprendas ni te apenes, ten por
seguro que yo no diré nada al respecto. Si quieres saber cómo me di cuenta, debes
saber que desde los primeros días lo supe. Sé que tú haces lo posible por
disimular, y lo haces bien, pero a veces con Clemente sueles ser muy expresivo.
– confesó Mario.
Una tras otra, las palabras de Mario
sorprendían cada vez más a Jérémy; sin embargo, la promesa hecha por Mario lo
tranquilizó, y, no sólo esto, pues Jérémy se percató de algo.
- Entiendo, te has dado cuenta de lo que
sucede con él – por fin pudo hablar Jérémy.
- Sí, él te gusta mucho, ¿verdad?
Jérémy ante la pregunta de Mario sonrió
enormemente, como si se hubiera tratado justo del momento en que él me hubiera
confesado su amor.
- Clemente
me gusta mucho – finalmente confesó Jérémy.
- ¿Y luego? – preguntó Mario para hacer
reflexionar a Jérémy sobre su sentimiento, y realmente consiguió tal objetivo,
pues Jérémy ante la segunda pregunta de Mario se quedó pensativo y muy callado,
hasta que finalmente habló.
- Pasa que a veces creo que él no se ha
dado cuenta de lo que siento; es más, a veces creo que él duda de lo que yo
soy, es por eso que trato de hacerle ver ciertas cosas - dijo Jérémy triste.
- Ya veo, creo que puedo entender lo que te
sucede, y no te culpo por querer hacerle ver lo que tú eres y sientes, pero creo
que debes de tener mucho cuidado, sobre todo en el recreo, porque yo también he
notado cómo se llevan ustedes, que cuando están juntos se alejan de todos y eso
se ve demasiado sospechoso; sobre todo por…- Mario no continuó su comentario
por pena.
- ¿Por qué Mario? – en seguida Jérémy
preguntó al notar la pena de su amigo.
-
Muchos en la escuela ya sospechan de lo que Clemente es, al menos los de
nuestra generación, que nos conocemos desde que entramos a primer año. Ellos se
han dado cuenta de que él nunca ha tenido novia y que a veces ve de otra forma
a los niños.
- Ya veo, así que de eso va – Jérémy de
pronto asoció tal conocimiento de la escuela con las actitudes de su hermana
con respecto a Clemente; y aunque se le hacía parecida tal situación con lo que
él vivía en España, pensó que si no mostraba actitud alguna sobre su sexualidad
no se repetiría la historia.
- Sí, y yo creo que ni él ni tú están
preparados como para que toda la escuela lo sepa ahora.
- Tienes razón, gracias por tu consejo
Mario – Jérémy entonces sonrió de manera juguetona y dijo -; también lo sois
tú, ¿verdad?
Mario de igual forma sonrió ante la
pregunta de Jérémy.
- Parece que te diste cuenta por todo lo
que te dije – respondió Mario feliz.
- Sabes que entre nosotros eso no se oculta
tan fácilmente; ¿has tenido alguna pareja en la escuela?
Mario pasó de la alegría a la melancolía
por lo que iba a decir:
- No, yo jamás he tenido a alguien. En mi
salón me consideran de los más raros, casi no hablo con nadie, lo hago para que
no sospechen nada de mí. Con respecto al amor, la verdad creo que no existe,
pues muchas veces he tratado de hablarle a quienes me gustan, pero nunca
resultan ser como yo y eso me ha hecho sentir muy mal en varias ocasiones, tú
sabes que para nosotros conseguir a alguien es más difícil que en los
heterosexuales; es por eso que, como ya te había dicho, prefiero estar solo.
- Tienes razón en todo, realmente para
nosotros la vida es complicada; sé que para todos los heterosexuales también lo
es, pero muchas veces nosotros tenemos que llevar la vida en secreto a
diferencia de los demás. No te preocupes por conseguir a alguien Mario, yo
estoy seguro que pronto verás algo que cambie tu punto de vista con respecto al
amor, sois una persona muy bella como para solo. – Jérémy habló sinceramente.
Mario tan sólo sonrió ante el comentario de
Jérémy.
- No creas que aquí es como en España, en
México hay muchas personas homofóbicas, y en la escuela hay muchas así, por
tengo cuidado con lo que soy; sin embargo, pese a eso, no dudes en que yo te
ayudaré en todo, y te deseo lo mejor con Clemente. – entonces Mario, tal como
es su personalidad, interrumpió de manera brusca su plática, se levantó, le
sonrió a Jérémy y posteriormente se alejó, pues en la esquina estaba el carro
de su mamá que ya lo esperaba para irse.
Mientras tanto, yo ya casi llegaba a casa,
me faltaban unos pasos para por fin llegar; todo mi ser estaba invadido de gran
coraje y celos, que nunca antes había sentido en mi vida. Pese a que tales
sentimientos embargaban mi corazón, la razón no me había abandonado, pues, como
dice el Sabio, ante tal pasión humana la razón no deja de tener presencia
debido a que se piensa y se decide cosas cuando tenemos tal arranque de coraje
en nuestro ser. Por ello, durante el camino, pensé:
- <<¡Malditasea!, ¡Malditos Jérémy y
Mario!, ¡Maldito yo!, no sé por qué sigo siendo igual de tonto e iluso con
Jérémy, no sé por qué pienso que él podría fijarse en mí; es más, no sé ni por
qué pienso que a él le gustan los hombres como a mí, soy un tonto al querer
imaginar eso; porque, ¿cómo lo va a ser?, si él juega fútbol, le habla y está
con los niños, no tiene actitudes raras o diferentes, es el más popular y guapo
de toda la escuela, ¡Es claro que no lo es!; y de todos modos, si acaso
existiera una pequeña posibilidad de que lo fuera, seguro él ya se fijó en
Mario, por eso los vi tan cerca el día de hoy. La verdad es que Jérémy está mejor
con él, Mario es muy seguro, sabe cómo acercarse a la gente y es carismático,
muchas aman su sonrisa y su seriedad, porque eso lo vuelve interesante. Sí, él
se ve mejor con Jérémy, yo ya me cansé de Jérémy y de su persona, y de su vida,
y de su historia, ¡Ya me cansé!; desde este momento me juro que ya no tendré
nada que ver con él>>.
Tal decisión había tomado después de pensar
todo lo anterior, y no había nada que pudiera quitarme tal aferramiento a mi
conclusión final; dejar a Jérémy para siempre y sacarlo cruelmente de mi
corazón parecía ser una opción que incluso ayudaría a todo lo demás en mi vida,
sobre todo con Axayácatl.
El día entonces pasó, todo parecía estar
tan sereno, tan tranquilo y sin ningún problema, pero seguramente era una de
esas emboscadas que pone el tiempo al propósito para anticipar un momento tan
difícil, uno que nunca antes se ha vivido, sobre todo para Axayácatl y yo, que
estábamos a punto de vivir la mayor de las tempestades.
Amaneció, bajo el movimiento del planeta
que nada puede detener y que así se deja iluminar por el Sol para comenzar un
nuevo día para todos, humanos que están condenados a tener que abrir los ojos
ante la alerta de que un rayo de Sol se ha puesto sobre sus ojos. Tal era el
caso de Axayácatl quien ya se preparaba para ir a la escuela. Él estaba
pusilánime, de hecho no sabía si ya estaba en la realidad o acaso seguía en su
sueño, pero se desengañó cuando se metió a bañar y sintió todas las gotas de la
regadera que caían sobre de él, tan reales, pues aunque aquello era un acto
rutinario en su vida, aquel baño fue único y para él tal vez el último.
Axayácatl estaba sereno, su familia que
también lo vio se encontraba en la misma actitud. Él se vestía lentamente
mientras decía:
- Llegó el momento, el día en el que, o por
fin mi familia y yo estaremos libres de Francisco y Rogelio, o, por otra parte,
seremos asesinados junto con Clemente por esos dos. Ojalá que todo salga
conforme lo planeado…
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