lunes, 16 de diciembre de 2013

Capítulos XLVII-XLVIII

Capítulo XLVII

Axayácatl continuaba encerrado en su cuarto, estaba completamente confundido debido a la decisión que debía tomar con respecto a lo que Isabel le había propuesto. Él siempre pensó que las dificultades de su vida pasarían una vez que se deshiciera de Francisco y Rogelio, pero no era así. Cuando se encontraba afligido por estos pensamientos, el teléfono de su casa sonó:

    - ¡Yo contesto! – gritó en seguida Inés.

    - ¡No, yo contesto! – de inmediato dijo Axayácatl, quien salió de su cuarto.

    - Yo contesto, estoy más cerca del teléfono – indicó su hermana.

    - No Inés, yo lo haré – Axayácatl no dejó que su hermana tomara la llamada. Él de alguna u otra forma presintió que esa llamada era de alguien de la escuela, por lo que no quería tomar riesgos.

    Finalmente él bajó hasta donde se encontraba el teléfono, justo al lado del pie de las escaleras. Él contesto, Inés quiso quedarse ahí para escuchar la conversación de su hermano, pero Axayácatl le lanzó una mirada que reflejaba su molestia por verla ahí. Inés se dio cuenta de ello y se alejó, pero no dejó de estar al pendiente de lo que diría Axayácatl.

    - ¿Sí? - respondió Axayácatl al teléfono.

    - ¿Qué te ha parecido lo de hoy?, ¿verdad que eso te hará aceptar mi propuesta? – como había sospechado Axayácatl, esa llamada era de alguien de la escuela, y justamente de la persona a la que más temía: Isabel.

    - Eres tú… ¿cómo conseguiste mi teléfono? – sorprendido, expresó Axayácatl.

    - Te diré que fue tan fácil esculcar entre los cuadernos de Jérémy para encontrar tu número; ¿recuerdas cuando en su clase de francés todos compartieron su teléfono?, bueno, pues yo he buscado el apunte de esa clase. Parece que el destino no quiere que te alejes de mí.

    - En verdad, no sé qué ganas con hacer esto – expresó él con temor. El valor que Axayácatl había mostrado anteriormente ante Isabel se había esfumado debido a la amenaza que ella había expresado, pues Axayácatl temía mucho por su integridad en la escuela.

    - ¡No sólo gano yo, imbécil! - gritó enojada Isabel-, ¿qué no entiendes que entre nosotros hay un maldito fenómeno llamado Clemente?, tenemos la oportunidad de acabar con la vida del marica ése, ¡pero tú no lo logras entender!; podemos ponerle fin a ese enfermo mental, sólo nosotros somos capaces de hacer que se largue del colegio.

    Las razones de Isabel eran fuertes para el corazón del joven, pues al igual que ella, Axayácatl creía que la homosexualidad era una enfermedad y un crimen que debía de ser castigado de cualquier forma. Si ya había logrado deshacerse de dos homosexuales como Francisco y Rogelio, pensar que ahora debía ir por Jérémy y por mí, era una idea que no le causaba miedo.

    Él guardó silencio un momento, silencio que expresaba su indecisión ante tal propuesta.

    - Yo sé que has sufrido porque tus dos mejores amigos sean así, y te entiendo; pero, ¿has pensado en cómo me siento yo porque mi hermano, alguien de mi familia, sea homosexual?, al menos en tu caso son tus amigos, pero yo tengo que lidiar con Jérémy, que vive aquí conmigo. Cuando supe que él era así, me dolió mucho, saber que Jérémy vivía en pecado y que estaba enfermo fue algo que me costó mucho tiempo superar, mucha veces intenté ayudarle, pero veía que él seguía en ese error, en esa vida asquerosa en que amaba a otro hombre, por eso decidí superar ese dolor que me causaba, supe que tenía que ser severa en cuanto a esta situación, y por ello es que me juré que haría lo posible para salvar a Jérémy de esa vida de pecado.

    "Pero en este viaje que hizo a México, me resultó más difícil resolver su conflicto, porque conoció a ese maldito de Clemente. Axayácatl, debes de saber que Clemente está enfermo, está loco, es un pecador total, no sigue las leyes de Dios. Clemente ha sido así toda su vida, al menos mi hermano no fue así desde siempre, porque alguna vez tuvo novia; pero Clemente no, me han contado que jamás se le ha visto con una mujer, por lo que es claro que desde que nació tuvo esos pensamientos pecaminosos. Él está enfermo desde el nacimiento, acabar con él será lo mejor para todos.

    Axayácatl quedó perplejo ante lo que había dicho Isabel. Si por él fuera, hubiera aceptado la proposición de su compañera por el poder de las palabras que había escuchado, pero había algo en el corazón del joven que no se lo permitía. Aunque Isabel había resumido todo el repudio que él tenía hacia los homosexuales, el recuerdo de la amistad que había tenido con Jérémy conmigo, le hacía dudar.

    - Pensaré en lo que dices, mañana te respondo - dijo muy serio él.

    - Sé que al final querrás apoyar una buena causa como esta, porque te importa mucho, al igual que te importa la integridad de tu secreto – dijo Isabel, al tiempo que colgó el teléfono.

    Axayácatl también colgó y se quedó pensativo. Entonces él, para no causar sospechas en su hermana, subió de nuevo a su habitación para ahí pensar detenidamente todo este asunto.

    Sin embargo, esas sospechas ya habían nacido en Inés, quien salió del escondite en donde había estado para así escuchar la conversación de su hermano.

    - << ¿Con quién habrá hablado? – pensó Inés -, ¿habrá sido Francisco quien le habló desde la cárcel? Axayácatl se escuchaba muy preocupado, y sus respuestas eran muy cortas. Podría pensar que era Francisco, pero no creo que ese idiota hablara a esta hora, si sabe que regularmente está mi madre y yo; aunque la insistencia de Axayácatl para contestar… - ella quedó pensativa – Creo que tendré que averiguar más sobre lo que pasa. >>

    Por su parte, Isabel se dirigió a su cuarto y se encerró ahí para no ser escuchada.

    - ¡No puedo creer que ese estúpido indio se haya tragado todas mis palabras!, en verdad que resulta muy fácil engañar a todos los de este país. Estoy a casi nada de conseguir lo que quería, lo que en verdad deseo al separar a Clemente de mi hermano. ¡Quiero a Jérémy!

    "No permitiré que Clemente se quede con mi hermano, no permitiré que Jérémy continúe besando a otros hombres ¡No más!, Jérémy tiene que ser mío, sólo mío. Sus brazos sólo me pertenecen, sus ojos sólo deben de mirarme a mí, su cuerpo debe estar junto al mío por la eternidad. La sangre que corre por sus venas es la misma que corre por las mías, estamos unidos por eso y por más. Ambos somos españoles, ambos somos bellos por gracia de Dios, ambos somos vasallos de nuestro Señor, y ese amor debemos compartirlo los dos, ese amor debe convertirse en un cariño mutuo entre él y yo. Yo sé que Dios nos unió en vida para que Jérémy y yo representemos la unión más pura en este mundo, y así lo haremos.

    "Dejar que se enamore de un hombre sería nuestra perdición, perderíamos ese don que nos ha dado el cielo. ¡No puedo permitir que siga con ese gusto!, ¡no debe vivir en el pecado!; pensar en que otro hombre besa a mi hermano, que lo abracen, que lo tomen de la mano ¡Nunca más!, el cuerpo de Jérémy me pertenece, al igual que su alma. Nuestra unión nada ni nadie la destruirá, y mucho menos un idiota como Clemente. La piel de mi hermano es mi deseo y mi pasión, y por ella lucharé ante todo, no permitiré que destruya su vida. Ha llegado el momento de defender lo que es mío por derecho natural.

    Las verdaderas intenciones de Isabel finalmente se habían expresado por sus labios. Imposible era revelar lo que ella había querido desde que llegó a México, por tratarse de un personaje que no se dejaba manipular, porque si en la propia novela no se ha dejado, mucho menos lo había hecho ante mi intención de hacerle expresar lo que ella buscaba.

    Con esta verdad revelada, la historia continuó con su trayecto, sin tener otro importante acontecimiento entre los personajes. Fue así que llegó el siguiente día, todos nos encontrábamos en clase de Educación Física. Como siempre, los hombres se habían juntado para jugar fútbol, mientras que las niñas se encontraban en otras actividades. Evidentemente, yo estaba con ellas.

    Por su parte, Josef y Jérémy todavía no habían entrado al juego, ellos se habían ido a cambiar al gimnasio para poder jugar. Ya casi habían acabado, sólo faltaba que Josef se pusiera los tenis.

    Mientras Josef acababa de hacer eso, Jérémy se había ido a sentar a su lado. Él se encontraba un poco pensativo, por lo que Josef se percató de ello, y aunque le daba pena preguntar qué era lo que pasaba, finalmente se decidió por hacerlo.

    - Y… ¿cómo vas con Clemente? – preguntó Josef, mientras se amarraba las agujetas de sus tenis.

    - Me siento confuso por él.

    - ¿Por qué?, si apenas ayer te notabas muy emocionado por el tema.

    - Lo sé, y en verdad que estoy emocionado por todo lo que pasa; pero por otra parte, a veces siento que no entiendo a Clemente. Siento que yo le he dado todas las señales suficientes para que iniciemos algo, pero él simplemente no me dice nada. Sí, sigue siendo tan lindo como siempre, pero no hay una pregunta clave de su parte - respondió triste Jérémy.

    Josef terminó de ponerse los tenis.

    - ¿Ese es el problema? – sin ningún tono de preocupación, dijo Josef.

    - Sí, ése es – expresó Jérémy sorprendido por el tono indiferente con que su amigo había hablado.

    - Entiendo. Bueno, tampoco lo puedes obligar a nada, él sigue siendo cariñoso contigo y creo que eso es algo que debes disfrutar, estoy seguro que Clemente tiene pena o miedo de dar el siguiente paso, recuerda que él nunca ha tenido un novio, por eso mismo le cuesta trabajo; además, ten en cuenta que ambos se sienten atraídos, y eso es lo importante - opinó Josef.

    Jérémy quedó muy sorprendido por las palabras de Josef, por un momento se sintió culpable por la forma en cómo había querido llevar toda la situación conmigo. Él entendió que se estaba viendo un poco impaciente y nada comprensible. Jérémy realmente quería que yo le propusiera formalizar las cosas, pero no pensó en mi inexperiencia ante ello, así que se tranquilizó y decidió entonces que las cosas fluyeran por sí solas.

    - No sé qué responder ante tus palabras, en verdad creo que he sido muy severo con esto de querer esperar una respuesta de su parte. Mi experiencia no me ha dejado ver lo que él no ha vivido. Siempre he estado acostumbrado a que los otros chicos me propongan algo de inmediato a que les doy una señal, y creo que eso también ha sido la causa de no tener buenas relaciones, porque apresuro las cosas sin disfrutarlas antes. Me siento mal por querer hacer lo mismo con Clemente; primero, porque me prometí que cuidaría de sus sentimientos, y segundo, porque estuve a punto de seguir el mal camino que he hecho con otras personas – dijo Jérémy muy serio.

    - No debes de sentirte culpable, después de todo es tan sólo un error que ya no tendrá consecuencias, yo creo que todos en algún momento lo hemos cometido, yo también lo hice alguna vez. Lo bueno fue que lo reflexionaste y lo expresaste, de lo contrario hubieras cometido lo mismo que otras veces. Deja de pensar tanto en esto, tan sólo vívelo.

    Jérémy de pronto juntó su rostro a sus manos en señal de preocupación.

    - Josef, perdona por molestarte o incomodarte, pero es que en verdad hay veces en que me siento tan desesperado por todo. Yo no quiero echar a perder esto que ha nacido con Clemente, porque ha sido de lo más lindo y único que he vivido. Muchos chicos en España me buscaban, pero con ninguno lograba sentir algo realmente puro, y sin embargo quería forzar las cosas, tal vez para sentir un cariño de un hombre, tan sólo por experimentar. Además de eso, la presión de mis compañeros, lo que los demás creían de mí, de que yo era un hombre que podría tener a cualquier chica a lado, todo ello significó una fuerte razón para tener miedo de decir lo que soy. Verles a ellas con verdadera ilusión de tener a un hombre masculino y atractivo como yo, luego pensar en mi familia, en mi hermana que siempre ha criticado duramente a los homosexuales, lo tanto que le dolería a mi madre el saber que yo soy así, el pensar qué diría mi padre, quien siempre ha querido verme feliz junto a alguien.

    "Todo eso fue causa para que yo viniera a México, la situación que viví en España explotó cuando conocí a alguien y todos comenzaron a sospechar de mí. Cuando vine aquí, pensé que podría empezar una nueva vida, sin fijarme en alguien, pero luego conocí a Clemente, y cuando le comencé a hablar y a notar algo en mí, quise por momentos negar todo para no caer en lo mismo, pero fue más fuerte el sentimiento del corazón, y no lo pude evitar. Traté de que todo fuera mejor a lo que había vivido antes, pero siento que no es así, y que poco a poco siguen regresando las sospechas, la presión, mi torpeza…

    Jérémy empezó a llorar, mientras seguía en la misma posición que se ha descrito.

    Josef, por su parte, veía a su amigo que se despedazaba en llanto.

    - Perdona por detenerte aquí – dijo Jérémy entre lágrimas.

    - Sabes que no hay ningún problema – contestó sinceramente Josef.

    Jérémy no dejaba de llorar, pero Josef no sabía qué decir para tranquilizar a su amigo, pues no podía entender del todo la situación de Jérémy, puesto que Josef nunca había vivido algo así. Él realmente quería expresarle su apoyo, pero no sabía cómo. De pronto miró a su amigo español fijamente, entonces Josef, con duda, se acercó un poco a él, lo miró con detenimiento y con preocupación. A Josef le dolía ver a su compañero así de triste, por lo que él extendió su brazo. Josef se quedó un momento quieto, pero el ver la incesante agonía de su amigo, hizo finalmente acercar a Jérémy a su hombro. Jérémy no se resistió ni un momento, y se recargó en el hombro de Josef.

    - ¿Sabes?, la verdad es que te envidio, porque tienes a alguien que te ama con mucha sinceridad. Clemente te ama, y nada los hará separarse. – finalmente expresó Josef.

    Jérémy entonces lo miró con una sonrisa, las lágrimas seguían brotando de sus bellos ojos, entonces el joven español no pudo evitar abrazar a su amigo. Josef se pasmó un momento por tal acto, pero segundos después se disipó esa extrañeza, y también terminó por abrazar a su amigo.

    Mientras tanto, afuera del gimnasio, Isabel había salido al baño para en realidad ver a Axayácatl y encontrarse a solas. Finalmente, ella lo encontró en el árbol de atrás de la biblioteca.

    - Me alegra saber que has venido como acordamos cuando llegamos a la escuela - dijo Isabel en cuanto lo vio.

    Axayácatl no expresó nada y tan sólo miró a su compañera fijamente.   

    - Y bueno, ¿finalmente por qué te decidiste? – Isabel expresó interesada.

    - Isabel, ante todo lo que me has propuesto, me he puesto a pensar que antes de que me dijeras sobre la sexualidad de Jérémy y Clemente, tú solías molestarme cruelmente. Ahora que hemos descubierto lo que ellos son, me buscas con interés y me tratas como si fuéramos muy buenos compañeros. – Axayácatl hizo una pausa para ver la reacción de Isabel, quien mantenía la vista fija en él. Él entonces prosiguió -. Yo sé que sólo me quieres utilizar para un propósito, realmente no te interesan mis ideas ni mi vida.

    Isabel cambió su mirada segura a una expresión de sorpresa debido a las palabras de Axayácatl, pues él había descubierto el interés con que ella había estado manejando todo.

    Entonces Axayácatl continuó:

    - Pero te seré sincero, a mí tampoco me interesa lo que tú piensas, ni la situación que tengas con tu hermano. Está claro que tú y yo jamás seremos amigos.

    - Vaya, qué bien piensas – con frialdad, añadió Isabel.

    - Sin embargo, si se trata de unirnos para una buena causa, como la de hacerle ver a una persona que está enferma, como lo es un homosexual, entonces acepto el trato que me propones, y acepto que me utilices, así como yo también te utilizaré. Juntos haremos que Clemente se vaya de la escuela – decidido, dijo Axayácatl.

    Isabel, cuando escuchó esto, sonrió enormemente al ver que su plan estaba casi completado, y para disimular sus oscuras intenciones contra Axayácatl, expresó lo siguiente:

    - Veo que te he subestimado demasiado, por lo cual me arrepiento; lograste ver todo el interés que había detrás de mi proposición. Pero bueno, el que hayas descubierto mi intención creo que nos ayuda mucho, porque así podemos agilizar bastante las cosas. Lo importante ahora es que finalmente has decidido apoyarme, y créeme que no te arrepentirás.

    Axayácatl sonrío con la misma maldad con la que Isabel también sonreía. Ambos habían hecho un trato con el cual buscarían deshacerse de Jérémy y de mí.

    Por otro lado, Jérémy y Josef ya iban hacia el partido de fútbol para por fin jugar. Jérémy ya se había tranquilizado, sus ojos no mostraban ya el llanto que había tenido minutos antes. Ambos ya iban a entrar al partido, pero:

    - ¡Jérémy! – grité desde lejos, mientras me acercaba a él.

    Él volteó con una gran sonrisa de emoción por haber escuchado mi voz.

    - Clemente, qué alegría verte. – dijo de inmediato él.

    - Tengo que darte algo – comenté nervioso.

    - Claro, ¿qué es? – extrañado expresó.

    Discretamente saqué una pequeña carta de mi bolsillo; él, al verla, quedó sorprendido y sin palabra alguna. De inmediato hizo una sonrisa, tal vez involuntaria, con la cual reflejaba emoción. Él tomó la carta.

    - Es para ti, yo… yo espero que te agrade; por favor, no la leas aquí en la escuela, espera a que llegues a tu casa – indiqué muy apenado, tenía mi rostro sonrojado. Él no respondió nada, su sonrisa decía todo lo que él sentía en ese momento: emoción y agradecimiento.

    Entonces yo me fui para que pudiera entrar Jérémy al juego. Mientras me alejaba no lo perdía de vista, veía cómo se integraba lentamente al partido. Jérémy no quitaba esa expresión de emoción en su cara, misma que Josef notó…

Capítulo XLVIII

Interminable parecía el día de clases para Jérémy, él estaba ansioso por llegar a su casa para por fin poder abrir y leer la carta que le había entregado.

    Antes de la última clase del día, Josef se acercó a Jérémy. Se ha referido ya que Josef se percató del momento en que le entregué la carta a su amigo, razón por la cual Jérémy no quitaba de su rostro una sonrisa que reflejaba su emoción.

    - Te notas bastante feliz y ansioso, ¿sucedió algo? – preguntó Josef.

    - ¿Cómo, en verdad en mi rostro se ve eso? – respondió sorprendido Jérémy.

    - Sí, además de que te ves muy diferente a como estabas en el gimnasio.

    Jérémy se sonrojó un poco, volvió a sonreír por la pena que le causaba el que su amigo se hubiera dado cuenta de lo que le pasaba.

    - Clemente me ha dado una carta antes de que yo entrara a jugar. Él me ha dicho que no la lea hasta que llegue a casa, ya no aguanto más para poder ver lo que dice – finalmente, el joven español habló con mucha emoción.

    - ¿Ves?, te dije que era cuestión de tiempo para que él te diera alguna respuesta – dijo Josef, quien sonrío de una forma en que expresaba el ya ser conocedor de lo que había acontecido momentos antes.

    - Mañana te diré qué es lo que dice la carta. Muchas gracias, amigo.

    Tras esta breve conversación, comenzó la última clase del día. Cuando hubo terminada, todos nos dirigimos a nuestras casas. En el trayecto de salida de la escuela, yo no pude voltear a ver a Jérémy, pues me daba pena el volver a ver su rostro después de haberle dado esa carta que guardaba importantes palabras para su corazón.

    Él, por su parte, se apresuró para poder llegar a su casa. Isabel, que iba a su lado durante el trayecto, notó la prisa que su hermano tenía para ir a su hogar, por lo que ella expresó:

    - ¿Se puede saber por qué tanta prisa?

    - Tú sólo apresura el paso, necesito llegar a tiempo – indicó Jérémy.

    Isabel miraba con extrañeza la actitud de su hermano, ella sabía que esa necesidad por apresurar el paso se debía a que Jérémy estaba emocionado por hacer algo.

    - << Seguramente tiene que ver con Clemente – pensó su hermana -, parece que cada vez están más juntos esos dos. Debo de darme prisa si quiero impedir que Jérémy se enamore >>.

    Finalmente los dos llegaron a su hogar. En cuanto lo hicieron, Jérémy corrió a su habitación sin si quiera dejar su mochila. Él entonces se encerró en su cuarto. Ahí permaneció recargado en la puerta, tenía una gran emoción que ni él mismo podía controlar, sus manos temblaban, sus piernas se tambaleaban.

    Entonces Jérémy alzó su vista y vio su compatudara, en seguida la prendió lo más rápido que pudo, entonces él puso la canción de “J´en ai marre!” de Alizée. Jérémy quería darle un valor más significativo a ese momento especial.

    Ya puesta la canción, él desdobló lentamente la carta, entonces comenzó a leer.

    No sé qué empezar a decir. Seguramente crees que soy un cobarde por haberte dado una carta y no haberte dicho esto personalmente, pero no encontraba en mí la fuerza necesaria para poder estar frente a tu persona y expresar todo lo que dice esta pequeña hoja. Es por eso que me decidí a escribirte, porque creo que siempre he dicho mejor las cosas por escrito.

    Hace mucho que deseaba dedicarte algún poema, pero la escuela y otros acontecimientos no me permitían. Necesitaba un tiempo y una chispa de inspiración. Creo que realmente la inspiración siempre la he tenido, pues es tu persona, pero mi corazón se encontraba en dudas porque no sabía si era correcto escribirte, puesto que no sabía si a ti te gustaban los hombres, como a mí.

    Ahora que ya lo sé, y que también conozco que tú y yo correspondemos en sentimiento, mi latir encontró el momento perfecto para dedicarte algunos versos. Seguramente no serán los mejores que leas, ya que tú has leído bastante, pero debes saber que ellos están escritos con todo el amor que te tengo.

    Espero sean de tu agrado:

Buscaba en mi camino
a alguien como tú
para que mi corazón
latiera de modo distinto.

Te encontré, hoy estás aquí,
¿qué debo decir o hacer?;
trato de que no sea algo tan fácil,
ni de lo que todo mundo dice.

Por eso, ante la luna llena,
decidí transformarme en ángel
y a tu cuarto entrar
para abrazar con mis alas tu persona.

Al estar tan cerca nuestros labios,
pude entender que era momento
para decirte lo tanto que te quiero
en esta noche en que estamos unidos.

Así pude tenerte frente a mí otra vez,
así me armé de valor para mis poderes usar;
y por este medio poderte
todo mi amor declarar.

    Como te mencioné – continuaba mi carta – es un pequeño poema que no es el mejor, pero que expresa todo lo que siento ahora por ti. Que se llama amor puro.

    Jérémy, perdona si esperé un poco de tiempo, pero mi amor no sabía cómo expresarlo. Hoy por fin estoy listo para decirlo: ¿quieres andar conmigo?

Clemente

    Jérémy, después de leer la carta, sonrió enormemente, se llevó la hoja al corazón y suspiró mientras cerraba sus ojos.

    - Mi querido Clemente, yo también te amo.

    Paralelo a ese momento, Axayácatl recién llegaba a su casa. Similar al día anterior, él se subió a su recámara para encerrarse. Inés, la única que se encontraba en su hogar, notó denuevo la acción de su hermano, entonces ella decidió que no esperaría más para saber lo que pasaba con él.

    Ella entonces subió e intentó abrir la puerta del cuarto de Axayácatl, pero ésta tenía seguro, por lo que Inés preguntó desde afuera.

    - ¿Axayácatl, te sucede algo?

    - No – él contestó cortante.

    Inés se quedó un momento callada debido a la respuesta de su hermano, ella estuvo a punto de volver abajo, pero insistió:

    - ¿Estás seguro que no te pasa nada?, ¿no quieres comer?

    - No, véte, déjame solo – volvió a responder con tono serio su hermano.

    - Escucha, en estos días te he notado muy raro, me preocupas.

    - Pues no te preocupes tanto, vete.

    Inés ante esa respuesta se molestó y decidió no continuar con las preguntas. Ella entonces, sin decir más, volvió a la cocina.

    Axayácatl, cuando escuchó que su hermana ya se había alejado de la puerta, se recostó en su cama y comenzó a pensar:

    - << Me siento tan mal por lo que te voy a hacer Clemente, pero no tengo otra opción. Verte todos los días con ese maldito de Jérémy es algo asqueroso, me da miedo y repudio acercarme a ti. Ambos no pueden llevar esa vida pecadora y sin objetivo alguno, sé que son buenas personas, pero eso que tienen en verdad es una enfermedad, es una confusión, lo mejor es que ambos se alejen de los que somos normales.

    "Les haré un bien cuando los separe definitivamente, por fin podrán llevar una vida normal si se dan cuenta que eso que sienten es un error ante el mundo, deben de entender que jamás serán bien vistos si siguen así de enamorados.

    Axayácatl estaba muy convencido de lo que iba a hacer. Así pasó el tiempo, y llegó el siguiente día.

    Yo había llegado muy temprano a la escuela, por lo que estaba casi solo en la formación. Sinceramente hubiera preferido llegar más tarde, pues el esperar tanto tiempo para ver a Jérémy me ponía aún más nervioso. No sabía qué era lo que me diría ante la pregunta que le hice por la carta, había momentos en que me arrepentía de haberle preguntado eso de una vez, pero ya no podía esperar más, necesitaba saber si él me amaba tanto como yo a él, si estaría dispuesto a pasar su destino conmigo.

    En fin que no podía estar quieto, me movía de un lado para otro sin saber a dónde iba en la escuela, caminaba por el patio y luego regresaba a la formación de mi grupo, pero todavía no estaba Jérémy. El tiempo era eterno, más para mi corazón enamorado, él quería que las cosas se dieran sin demorar.

    Finalmente, llegó Jérémy. Yo no sabía cómo reaccionar ante su mirada, ¿debía sonreírle, debía mirarlo fijamente, debía hacerme el que no lo vi?; no hubo necesidad de nada de eso, pues él me hizo señas para que yo lo acompañara atrás del asta bandera.

    Caminé discretamente hacia allá. Entonces llegué con él.

    - Hola – me dijo con una gran sonrisa en su rostro.

    - Hola, qué bueno que ya llegaste – la expresión del rostro de Jérémy había calmado mis nervios.

    - No sabes lo tanto que deseaba estar aquí para verte.

    - Igual yo, creo que no fue buena idea el que llegara temprano… - expresé apenado.

    - No hay momento del día en que no quiera estar contigo – él entonces me abrazó.

    - ¿Pudiste leer la carta? – dije mientras mi rostro estaba en su pecho.

    - Claro, la he leído.

    - Perdona si no fue la gran cosa, yo en verdad…

    - Clemente - me interrumpió -, no empieces a decir eso, sabes que todo lo que tú me das en sumamente especial para mí. No tienes idea de lo feliz que me has hecho con el poema que me diste ayer, esa carta ha sido lo más hermoso que jamás nadie me haya dado en mi vida, nunca lo olvidaré, nunca.

    - ¿En serio te gustó? – dije emocionado mientras lo volteé a ver a la cara.

    - ¿Acaso no me crees? – preguntó con tono juguetón.

    - Claro, pero es que es un poema…

    - Veo que no me crees. Ya sé qué hacer para que sepas lo especial que fue para mí eso.

    Jérémy entonces me tomó de los hombros y me recargó en la pared del muro del asta bandera. Él entonces comenzó a besarme.

    Aquel beso entre Jérémy y yo, el segundo de esta historia, fue tan tranquilo, tan suave, sin marcas de otras intenciones, era natural, iba al compás del tiempo y del viento.

    Tanto me moría por probar de nuevo sus labios, sus labios rojos y hermosos; ahora ellos estaban una vez más con los míos, en una danza celestial que retaba a cualquiera que nos pudiera ver en ese momento. El tiempo que había esperado para ver a Jérémy, ese tiempo eterno, fue el mismo que había durado ese beso con él, pensaba que nunca acababa. Ninguno de los dos quería detener ese mágico momento, ninguno quería separarse del otro.

    Desafortunadamente, nada dura para siempre, y menos si se tiene uno que esconder de la demás gente. El beso terminó, él me miró fijamente y yo a él. Jérémy me sonreía.

    - Creo que debemos de regresar, sino sospecharán – opinó él.

    Yo no tenía palabras para responder, por lo que sólo asentí con la cabeza. Mientras caminábamos de regreso a la formación, yo le había dicho que era la primera vez que le dedicaba un poema completo a alguien, cuando él escuchó esto, me sonrió, y antes de llegar con el grupo, él me susurró al oído lo siguiente: “Mi respuesta es sí, sí quiero andar contigo”. Cuando escuché estas palabras en mi oído, sonreí como nunca lo había hecho antes, mi cuerpo por un momento se congeló, y mis ojos expresaron la sorpresa que merecía tal acontecimiento.

    Jérémy entonces se alejó de mí para ir con sus amigos. Yo, por tanto, decidí pasar al baño en los pocos minutos que quedaban para que tocaran la campana. Estaba tan emocionado por la respuesta que me había dado Jérémy, ¡por fin había obtenido el sí!, ¡por fin él y yo éramos algo, algo especial!, me sentía bendecido, emocionado. Nunca me habían dado un sí por respuesta, mucho menos de esa forma, realmente este día se había convertido en el más increíble de mi vida. Los nombres de Jérémy y Clemente ahora se escribirían juntos para la eternidad.

    Pero de pronto, una sombra se posó justo atrás de mí, en mi hombro sentía una mano que detenía mi caminar. Por un momento pensé que era él otra vez, por lo que volteé de inmediato, y fue mi sorpresa ver que era Axayácatl.

    - ¿Clemente? – expresó él con tono serio.

    - Axayácatl… - dije totalmente impactado.


    - Quiero hablar contigo, ¿podemos ir a algún lugar?, es sobre el asunto entre tú y Jérémy – me comentó…

No hay comentarios:

Publicar un comentario