jueves, 5 de diciembre de 2013

Capítulos XLIII-XLIV

Capítulo XLIII

Una vez que Francisco y Rogelio se fueron para siempre de nuestras vidas y de esta historia, todos nos quedamos un tanto más tranquilos por tal situación. Xochimitl entonces regresó con nosotros, en su rostro reflejaba una cierta paz, una armonía que no le había visto nunca antes. Ella sonreía, sonreía de una manera diferente, su sonrisa guardaba una emoción que tal vez ni ella lograba comprender.

    Ella y Juan volvieron a agradecernos a todos por nuestra ayuda, también se disculparon por habernos expuesto a Jérémy y a mí, a lo que nuestras madres dijeron que lo importante es que no había pasado nada más grave, y que por fin Francisco y Rogelio estarían en la cárcel.

    Juan sin embargo advirtió que debíamos estar al pendiente por cualquier circunstancia extraña que se pudiera dar, pues los compañeros lejanos de Francisco seguro se enterarían de que él ya estaba en la cárcel, y seguro iban a averiguar quiénes lograron encerrarlo.

    - Aunque llegaran a enterarse de quiénes lo metieron a la cárcel, no creo que hagan algo contra nosotros, esos malditos sólo se matan entre ellos cuando uno les falla, así que no tenemos por qué estar totalmente atemorizados – añadió Juan para no espantarnos del todo.

    - Además la policía dijo que estarían al pendiente de nuestro caso. Tal vez no sea seguro que las autoridades hagan algo, por eso debemos estar muy cerca de nuestros hijos – dijo también Xochimitl.

    Los padres acordaron estar en contacto por si algo pudiera pasar. Así finalmente todos nos despedimos y partimos a nuestras casas. Antes de que nos separáramos por completo, yo me acerqué a Jérémy para despedirme de él.

    - Todo acabó, debo decirte que te agradezco mucho por lo que hiciste por Axayácatl y yo – le dije con mucha pena.

    - No podía perder a dos personas especiales, sobre todo a ti – respondió con una gran sonrisa.

    Aunque las palabras de Jérémy, junto con el recuerdo de ese gran beso que significó todo para mí, representaban una emoción enorme para mi corazón, por otro lado, no podía estar del todo bien, esto era a causa del problema con Axayácatl. Entonces guardé un pequeño silencio.

    - ¿Sigues mal por lo de Axa, verdad? – me preguntó preocupado.

    - Él en verdad es una persona a quien estimo mucho, nunca quise que se diera cuenta de algo a lo que él tiene miedo. No podré estar tranquilo hasta que pueda aclarar las cosas. – expresé con un tono de tristeza.

    - Lamento si yo fui el culpable de que esto sucediera – de inmediato dijo Jérémy con mucha pena. Nunca lo había visto tan serio, esa sonrisa tan hermosa que siempre adorna su rostro desapareció por un momento.

    No pude soportar ver ese rostro tan preocupado de Jérémy, su silencio era como mi muerte. De inmediato añadí.

    - Aunque… debo decir que todavía no se va de mis labios ese sabor tan magnífico del beso de hace unas horas – con una pequeña sonrisa, una sonrisa que expresaba mi timidez, le dije a Jérémy.

    Él entonces volvió a estar alegre, alzó su vista hacia mí y me miró con una gran ternura a la vez que con emoción. Sin pensarlo me abrazó fuertemente, sus brazos rodeaban mi espalda y su cuerpo se juntó al mío en un una unión que pedía el corazón. Lo sentía justo enfrente de mí, y todo lo que alrededor estaba desapareció por un segundo, por un momento recordé aquel beso entre él y yo, veía a Jérémy y todavía no podía creer que él, que ese chico, que mi compañero de clases, que mi amigo, que mi amado me hubiera besado apenas hace unas horas.

   Sí, yo flotaba con él en el aire, nos fundimos en un abrazo, y parecía que sólo existíamos nosotros. Sin embargo, de una profunda esquina en donde la oscuridad parecía armoniosa, un rayo veloz cruzó por todo el momento cósmico en el que estábamos Jérémy y yo. Entonces ese rayó entró a mi cuerpo, retumbo en mis entrañas y sentí como si me electrocutaran por dentro. Abrí mis ojos y todo ese universo se disipó, volví a la realidad y noté que ese rayo que había sentido en mi interior era nada menos que la mirada de Axayácatl. Él nos miraba desde una distancia considerable, pero sus ojos estaban clavados en nosotros, nos observaba con odio, con rencor, con un sentimiento de coraje que se sentía desde nuestra posición.

    - ¿No te vas a despedir de Clemente? – preguntó Juan a su hijo.

    - No, creo que está ocupado; además, seguro lo veré el lunes – respondió muy serio Axayácatl. Entonces todos ellos se fueron.

    Finalmente Jérémy y yo nos separamos, él parecía que no se había dado cuenta de la mirada de Axayácatl, pues su rostro miraba hacia el lado contrario en donde estaba él. Antes de irnos él me volvió a sonreír, pero su sonrisa era diferente a las que había visto de él, era una sonrisa en suma tierna, segura de sí misma, que expresaba un sentimiento que latía en el corazón de Jérémy.

    Los dos nos alejamos, fuimos con nuestras mamás, y todos nos dirigimos a nuestras respectivas casas.

    Aunque Renata ofreció a mi mamá llevarnos a casa, mi madre le dijo que no, pues no quería desviarlos mucho, además añadió el hecho de que el día todavía no oscurecía por completo, y que no había peligro. Renata aceptó y fue con Jérémy al coche, ya allí dentro los dos hablaron.

    - Sí que ha sido un día muy pesado. Realmente la historia de tu amigo Axayácatl es muy fuerte. Seguro no es el único que vivió una situación así en este país – expresó Renata con tristeza.

    - Así lo creo, aunque no sé por qué desde que lo conocí tuve un presentimiento de él, tal vez era porque a veces no lo veía del todo bien. – dijo Jérémy.

    - Lo bueno es que le has ayudado a acabar con todo esto. Me siento orgullosa de ti hijo. – Renata sonrió y tocó el rostro de Jérémy.

    - Gracias madre, no olvides que tú también ayudaste. – respondió el joven. Renata entonces prendió el carro para arrancar, y Jérémy de inmediato, como si se hubiera acordado de momento, dijo. – Por cierto, mamá, debo pedirte un gran favor.

    - Dime Jérémy.

    - Sé que sonará extraño, pero por favor, no le digas nada a Isabel sobre lo que pasó hoy. Ella a veces es un poco imprudente en la escuela, y puede decir algo sobre esto.

    - ¿Que no le diga nada a tu hermana?, ¿por qué, a qué te refieres con imprudente? – preguntó Renata interesada.

    - Es sólo que a veces suele decir cosas sin pensarlas, supongo que es natural. –Jérémy, sin querer culpar a su hermana de todo lo que había hecho y dicho desde su llegada a México, respondió.

    - Bueno, si en verdad no quieres que le diga, está bien. – Renata aceptó de buena manera lo que le proponía su hijo.

    Entonces los dos partieron para irse a su hogar. Por otro lado, mi mamá y yo tomamos un taxi para ir también a casa.

    - Perdón por haberte preocupado tanto – le dije en seguida a mi madre.

    - No te preocupes, lo bueno es que todo ya pasó. Pero aunque me dijiste que no era nada grave, no es tanto así, ve cómo te dejaron de la cara, traes moretones. Además eso de que te tuvieran ahí encerrado no es nada de poca cosa. Entiendo que lo hiciste por tu amigo, pero me pudiste haber dicho – expresó mi mamá preocupada.

    - No quería que estuvieras con el pendiente, además seguramente no me ibas a dejar llevar a cabo el plan. Perdón.

    - No, no hay problema, después de todo lo hiciste por una muy buena causa. El problema será ahora que lleguemos a casa, van a preguntar por qué llegaste así. Tú vas a decir que jugaste en la escuela y que tuviste un accidente, que te caíste o algo así, y que me mandaron llamar para llevarte al hospital, ¿de acuerdo?

    - De acuerdo.

    Afortunadamente cuando llegamos a casa los demás, por alguna extraña y buena razón, no se encontraban. De inmediato me fui a acostar a cama, pues en verdad estaba muy cansado y quería dormir. Pero no podía dormirme, estaban en mi mente muchos pensamientos, muchas emociones en mi corazón. Aunque Axayácatl, Jérémy y yo nos encontrábamos lejos, por otro lado, nuestros pensamientos seguían en el mismo hecho.

    - <<No lo entiendo – pensé -, ¿por qué Axayácatl tuvo que ser tan agresivo con Jérémy y yo?, yo sé que el problema que tuvo con Francisco y Rogelio representó mucho para él, pero no debe por qué pensar en que todos los que gustamos de otros hombres somos así. Además, esos dos seguro estaban reprimidos en alguna parte de su vida, por eso actuaban así con Axayácatl, seguro ni si quiera sintieron amor por algún hombre, y eso es algo muy distinto a lo que yo siento por Jérémy, porque yo en verdad siento algo por él, algo que es sumamente bello. Ni Jérémy ni yo somos malos, al contrario, Jérémy es alguien bueno y que se preocupa también por Axayácatl. No sé cómo hacerle entender a Axa que las cosas no son como él cree.

    Entonces en mi pensamiento guardé un poco de silencio, todo quedó en suspenso después de pensar eso sobre Axayácatl, y de pronto vino a mí el recuerdo del beso de Jérémy. El recuerdo trajo consigo una sensación única, pues me hacía sentir otra vez ese beso tan suave y mágico, sentía que estaba otra vez ahí con él, enfrente, creando todo un universo a partir de nuestra unión de labios.

    - No puedo explicar lo que siento, no sé cómo se llama este sentimiento que nace en mí cuando recuerdo ese beso con Jérémy, jamás había sentido algo parecido. Me siento inmensamente feliz por ese beso, fue algo tan inesperado, todo fue tan natural. El chico al que pensaba todos los días, al que veía a cada que pasaba enfrente de mí, al que deseaba abrazar al menos por un pequeño instante, me besó, me besó con todo su cariño, me abrazó y me miró fijamente después de que nos besamos. Ciertamente todavía no lo asimilo, nunca pensé que a él le gustaban los hombres. Aunque… creo que todavía no puedo asegurar que me ame, ¿o sí? No, no debo ponerme a dudar ahora, debo disfrutar de ese bello recuerdo con él, con mi querido Jérémy; ahora sé que yo debo de dar el siguiente paso. Pero ¿y en la escuela?, ¿cómo nos comportaremos? No podemos ser obvios, si acaso sólo podremos juguetear como antes. Yo la verdad quisiera estar abrazado de él, tomarlo de las manos, incluso volver a probar sus labios (porque, Dios, ahora tengo una gran necesidad de volverlo a besar), pero sé que eso nunca se podrá hacer enfrente de todos, y menos de Axayácatl>>.

    Así, al pensar una cosa tras otra quedé finalmente dormido. Por otro lado, Axayácatl, que se encontraba en la colonia vecina de donde yo vivo, también se encontraba en su cama para dormir. Él tampoco podía conciliar por completo el sueño, por lo que empezó a pensar también.

    - <<No lo puedo creer ¿Clemente y Jérémy son homosexuales?, ¿en qué maldito mundo mi mejor amigo y el español que es deseado por todas resultan ser maricones? Después de todo Isabel tenía razón, ella me dijo que esos dos siempre estaban juntos, que siempre se ocultaban de los demás; pero yo no lo quería creer, y me confíe por el mentiroso de Clemente, él me negó que fuera así, maldito traidor, malditos idiotas – entonces Axayácatl detuvo un momento sus pensamientos. Tiempo después prosiguió - … Pero, ¿ahora qué debo de hacer?, ¿debo ignorar lo que vi entre ellos dos, debo fingir que no sé nada, aun cuando ellos estén enfrente de mí? O… ¿Será bueno decirle a Isabel lo que he descubierto?, después de todo ella me advirtió sobre esta situación. Tal vez sería bueno devolverle el favor.

    "Por otro lado, lo que no permitiré es escuchar lo que Clemente me quiera decir. Me duele mucho, pero tendré que alejarme de él, yo no quiero formar parte de esa enfermedad, yo no quiero convertirme en algo como ellos, no quiero ser otro Francisco u otro Rogelio. ¿Cómo, cómo Dios es que un hombre puede gustar de otro hombre, qué es lo que siente un homosexual?, ¿cómo es que pueden besar y abrazar a otro hombre?, ¿acaso no les da asco?, al menos yo sentía asco cuando Francisco y Rogelio me tocaban y cuando yo los sentía, porque después de todo teníamos lo mismo, nuestros cuerpos estaban conformados de igual forma, por eso yo creo que amar a otro hombre es un acto contra la naturaleza y el orden de las cosas… ¡Malditasea!, ¡Malditasea!, no puedo sacar de mi mente ese beso que vi entre ellos, fue algo tan inesperado el entrar al departamento y ver ese acto. Ver a Clemente sin camisa, siendo abrazado por Jérémy por la cintura, los dos con los ojos cerrados, tan juntos, sus labios moviéndose lentamente, parecía que nada existía a su alrededor, los dos estaban tan unidos en ese acto. Ver al chico más deseado por toda la escuela besar a mi mejor amigo, ¡por qué me hiciste ver eso Dios!

    Esos eran los pensamientos que Axayácatl tuvo al respecto de esta situación. Finalmente también se quedó dormido.

    Por su parte, Jérémy ya había llegado a su casa, Isabel hizo algunas preguntas sobre por qué la tardanza de su madre y su hermano para llegar, a lo que Renata le contestó que los dos habían ido a hacer compras, Isabel lo creyó todo. Jérémy estaba muy cansado y por ello se encontraba también recostado en su cama, viendo al techo y escuchando música. Él también tuvo su momento de reflexión.

    - <<Pero qué momento tan bello y significativo fue el que viví hace unos momentos. El beso con Clemente fue el mejor que nunca haya sentido jamás, realmente había esperado tanto por estar así con él, abrazados, con nuestros labios tan juntos. En verdad que siento algo por él, algo tan único, que incluso supera mucho a lo que sentía por Fernando en un pasado. Jamás pensé enamorarme de alguien aquí en México, cuando vine aquí me sentía tan triste, tan decepcionado por lo que había vivido en España, realmente no esperaba volver a amar; pero cuando vi a Clemente algo despertó. El ver su timidez, su sinceridad, su curiosidad y su pasión por la vida provocaron un deslumbramiento en mí, sabía que era un ser único. Cuando lo traté fue doble la sorpresa, sabía que en él se encontraba un cariño que había sido golpeado en el pasado, y que ahora a mí me correspondía cuidarle. Su carácter tierno, noble y sincero me hace ver que ha tenido amores fallidos, que se ha fijado en otros chicos de la escuela sin tener éxito alguno. El que no haya andado con otro hombre le hace más vulnerable, y es por ello que me da mayor responsabilidad en cuidarle y en hacerle sentir que realmente le amo. Porque en verdad le amo, le adoro, puedo decir que encontré al chico más tierno y encantador de todo el mundo, el único que en verdad ha robado mi corazón, al que daría toda mi alma y mi cuerpo, con el que me uniría en amor y pasión. Estoy seguro que el amor puede decir mucho en esta posible relación. Dios me ha dado una razón para existir, Dios existe, y existe en Clemente. >>

    Cuando Jérémy pensaba esas cosas, una gran sonrisa se dibujó en su rostro. Una de esas sonrisas que nacen cuando uno recuerda un momento de la vida que provoca en los sentidos una elevación por sobre el cuerpo, de tal forma que hace una especie de movimiento en el interior de nuestro corazón. Sin embargo, en ese momento en que Jérémy recordaba y sonreía, Isabel, que caminaba por el pasillo de los cuartos, observó tal expresión de su hermano.

    - <<Ahora que le veo, noto que mi hermano últimamente ha estado muy reflexivo, distraído y demasiado contento. Creo que se encuentra enamorado, y no me cabe la duda de que es de ese sucio y pobre de Clemente. Parece que llegó el momento de interceder en todo esto. >>

Capítulo XLIV

El fin de semana pasó sin ningún inconveniente, más bien parecía que cada uno de nosotros estaba esperando el inicio de semana para empezar a actuar en nuestros planes. Axayácatl hablaría o callaría lo que vio entre Jérémy y yo. Jérémy buscaría la manera para acercarse a mí. Isabel comenzaría a interceder en toda esta situación que nos unía a su hermano y a mí. Yo, por mi parte, intentaría hablar con Axayácatl para poder, si tal vez no solucionar las cosas, al menos sí pedirle que no dijera nada sobre lo que había visto el viernes.

    Así fue que empezó la semana de clases, como era de esperarse, el ambiente era demasiado conflictivo, era una combinación entre odio y amor. Todos reaccionaron como lo había pensado, Axayácatl estaba muy serio y cortante conmigo, Jérémy estaba feliz y de vez en cuando se acercaba a mí para entablar una conversación. Para mí toda esa situación me era en verdad pesada, por un lado me encontraba emocionado por el hecho de notar que Jérémy buscaba mi persona, pero a la vez eso me incomodaba, pues sabía que Axayácatl de una u otra forma nos veía y seguía pensando en que yo lo había traicionado por ocultarle la verdad.

    Las primeras horas de ese lunes tan caótico pasaron lentas, eran agobiantes y desesperantes, sin embargo ya faltaba poco para que comenzara el receso. Jéremy se acercó a mi banca y se sentó a mi lado.

    - Ya veo que Axayácatl sigue serio con nosotros ¿cierto? - me comentó.

    - Sí, me duele mucho el que esté así. Aun cuando está justo atrás de mí no me habla, pasa a su lugar y ni si quiera me voltea a ver, es como si yo me hubiera convertido en un compañero más; no, es más, es como si yo no fuera nada, como si hubiera desaparecido de su vida – todo lo expresé con un gran tono de dolor.

    Jérémy me observaba fijamente, parecía que él también sentía mi dolor. Aunque él no era tan amigo de Axayácatl como yo, eso no era razón para que se sintiera mal por la actitud de un compañero al que estimaba.

    - Sé que el viernes me dijiste que no debía de sentirme culpable por lo que pasó con él, pero la verdad es que no puedo evitar pensar que yo fui el que provocó todo esto. Si yo no hubiera…

    - Jérémy – lo interrumpí en seguida -, te dije que tú no debes pensar que tuviste algo qué ver. La verdad es que tarde o temprano Axayácatl debía enterarse sobre lo que siento… lo que siento por… - por alguna extraña razón no pude completar la frase, parecía que mi mente, al saber que debía de completar esa frase con el nombre de Jérémy, no quería terminar esa idea.

    Él, al notar que no pude completar mi idea, expresó:

    - Tus palabras me tranquilizan, sé que también te preocupa el que yo no me sienta mal por todo esto. Estoy seguro que existirá una forma para solucionar todo.

    Ver que él no se molestó por no haber completado la frase me tranquilizó.

    - Espero que sea así Jérémy. Aunque por otro lado también temo demasiado que Axayácatl por su enojo diga algo de lo que vio entre nosotros – no pude evitar expresar mi otra preocupación.

    Jérémy calló por un momento, pues se quedó pensativo ante lo que le había dicho.

    - Eso es algo de lo que yo también temo, la verdad es que ambos no conocemos bien cómo es Axayácatl cuando se enoja, lo que nos queda es esperar. No sé por qué algo me hace pensar que él no ha dicho nada aún porque es consciente de que yo sé todo el problema que tenía con Francisco y Rogelio -añadió Jérémy.

    - E cierto, tal vez por eso todavía no se atreve a decir nada, no lo había pensado. En verdad espero que no comente nada, porque sino todo se acabará para nosotros.

    - También estoy muy nervioso por pensar en que pudiera decir algo de lo que pasó entre nosotros. Digo, sé que si así lo hiciera no tendría alguna prueba para comprobar que nosotros nos besamos, pero creo que eso no le haría falta, sabes cómo son aquí con eso de que dos chicos se besen. Me molesta mucho tener que ocultar lo que soy, fingir mis sentimientos.

    - Pero a las chicas les gustas mucho – por extraña razón comenté esto.

    Cuando expresé lo anterior hubo un silencio en la conversación, Jérémy volteó hacia enfrente del asiento, como viendo hacia al piso del salón, su rostro no reflejaba emoción alguna, parecía que mi comentario había provocado algo en él, algo misterioso. Al ver esto me apené mucho, estuve a punto de expresar mis disculpas, cuando de pronto vi cómo él sonrío como si le hubiese causado risa algún chiste o algo gracioso. Entonces él se acercó a mi oído y me dijo con voz muy baja: “Tú eres el que me gustas”. Cuando Jérémy me susurró al oído tales palabras, yo me quedé increíblemente impactado. Desde el beso del viernes hasta este momento, todas las acciones de Jérémy me parecían sorpresivas, pues nunca había vivido algo similar. Lo que me había dicho era algo de lo más dulce que sus labios habían pronunciado. Sentir su voz varonil en mi oído fue como escuchar el sonido del mar, el soplo del viento, la más fantástica música jamás conocida. Su voz, sus palabras, su aliento hicieron de mi oído un segundo corazón que también latió.

    Aquellas palabras de Jérémy hicieron que yo sonriera de manera única, mis sentimientos se transmitían a través de ese gesto mío. Después de que él se apartó de mi oído, yo me apené mucho, tanto que incluso sentí que me puse rojo. Él de inmediato me dijo.

    - No olvides eso que te he dicho, sólo a ti. – dijo y se levantó.

    Yo lo observé profundamente y él también a mí, razón por la cual no nos dimos cuenta que Josef, quien estaba justo al lado de la puerta del salón, es decir, enfrente de nosotros, había visto todo lo que había ocurrido, y parecía que sólo él se había percatado de ello, pues nuestros demás compañeros estaban en otros asuntos. Josef nos observó confundido, sobre todo a su gran amigo Jérémy, quien no se dio cuenta de que había alguien justo enfrente cuando me dijo eso al oído.

    Entonces sonó la campana que anunciaba el inicio del receso. Jérémy se salió del salón para ir con sus amigos, yo me acerqué con Lizeth y los dos nos fuimos  al patio de la escuela. Por su parte, Axayácatl seguía enojado, tanto, que no jugaba fútbol con los demás y tan sólo los miraba a todos en el partido, él estaba sentado en una de las bancas que están afuera de los talleres y que se encuentran justo enfrente de las canchas de fútbol.

    Por otro lado, Josef y Jérémy estaban sentados enfrente del asta bandera esperando para poder entrar al partido. Jérémy desde ese lugar podía ver a Axayácatl que también miraba el partido. Josef, que aún recordaba lo que había visto en el salón de clases momentos antes del receso, estaba un tanto extrañado, razón por la cual guardaba silencio a lado de su amigo.

    - Jérémy, hay algo en ti que he notado últimamente - le comentó Josef a Jérémy.

    - ¿En serio? ¿Y qué es lo que has notado Josef? - preguntó Jérémy, quien ya había dejado de ver a Axayácatl para entonces ver a los demás jugar.

    Josef guardó un poco de silencio, le daba pena comentarle a Jérémy sobre lo que había visto en el salón. En realidad Josef se sentía extrañado, pues el ver a su amigo ahí, justo al lado suyo, viendo a los demás jugar, recordar que era uno de los chicos más gustados de la escuela, que Jérémy no daba señal alguna como para pensar que le gustaban los hombres, todo eso eran factores que hacían que Josef no pudiera observar de la misma manera a su amigo.

    - Yo… Espero que no te moleste lo que te diré, pero te he notado raro con Clemente – finalmente habló.

    En cuanto Josef expresó esas palabras, Jérémy se sorprendió muchísimo. Pese a eso, no pudo voltear a ver al amigo que a lado suyo le había comentado eso.

    - ¿A qué te refieres? – preguntó temeroso Jérémy.

    - Sí, por ejemplo, cuando un día los encontré afuera del salón de juntas, ¿lo recuerdas?, (fue cuando tú me entregaste el balón de fútbol y yo fui a dejarlo al gimnasio); tú te habías tardado con Clemente para llegar a la clase de Educación Física, por lo que te fui a buscar, entonces…

    - Sí, lo recuerdo – interrumpió Jérémy por sus nervios.

    - Bueno, cuando los encontré y estaban tan juntos, Clemente pegado a la pared y tú justo enfrente de él, no supe qué pensar ni qué decir, fue algo demasiado raro verlos así de cerca y tú muy enfrente de su cuerpo. Cuando me vieron se pusieron muy nerviosos y de inmediato se separaron, fue como si estuvieran ocultando algo.

    Jérémy había olvidado que Josef se había dado cuenta de ese momento en que estaba tan cerca de mí, parecía que todo lo que había pasado anteriormente había hecho que él no se acordara que su amigo se percató de ese instante y que no había hablado de eso con él. Jérémy se puso aún más nervioso y sólo pudo tomarse las manos en señal de tal sentir.

    - No sólo eso, hoy noté que antes de salir del recreo tú estabas con él a lado de su lugar. Ambos hablaban mucho, eso realmente no es lo extraño, sino que después de un tiempo tú te acercaste a su oído y le dijiste algo a Clemente, algo que lo hizo sonreír mucho y que también lo hizo apenarse. – añadió Josef.

    Lo anterior fue suficiente para que Jérémy empezara a temblar por completo, entonces él finalmente volteó a ver a Josef, lo miró fijamente y con un rostro pasmado por la sorpresa.

    - Jérémy, ¿acaso tú eres gay? - finalmente le preguntó Josef, quien también volteó a ver a su amigo.

    Por su parte Axayácatl, que seguía sentado afuera de los talleres, todavía observaba sus compañeros jugar. Él no se dio cuenta que muy cerca de él Angélica e Isabel lo miraban.

    - Disfruto tanto que Axayácatl esté tan solo y serio, ¿tú no amiga? – expresó Angélica muy feliz.

    - Bastante, no sé por qué me da la impresión que algo ha pasado entre él y Clemente, porque no les he visto juntos en todo el día. Aunque todavía hay algo que me causa mayor enojo – dijo Isabel.

    - ¿Qué es amiga? - volteó Angélica a ver a Isabel.

    - E cierto que Axayácatl y Clemente han estado alejados y que eso es muestra de que nuestro plan ha servido de algo, pero por otro lado, el maldito e infeliz de Clemente cada vez está más cerca de mi hermano. Eso nos afecta a todos, ¿cómo se atreve ese maldito maricón acercarse a Jérémy? – dijo muy enojada Isabel.

    - Tienes razón, el muy idiota sigue acercándose con Jérémy, y tu hermano no merece que se le haga fama de maricón como a Clemente. – Angélica guardó silencio, entonces de pronto expresó. - ¡Creo que se me ocurre algo! – dijo emocionada.

    Cuando Angélica dijo esto, Isabel de inmediato volteó a verla.

    - La solución realmente está ante nuestros ojos y será demasiado fácil lograr lo que te diré: ¿Por qué no utilizamos a Axayácatl para que toda la escuela se entere de que Clemente es gay? Seguramente cuando Axayácatl sepa con seguridad de que Clemente es gay y de que le gusta tu hermano, no lo podrá soportar. Aprovechamos su enojo y le decimos que antes de que se pelee con Clemente, que lo grabe diciendo la verdad sobre lo que siente por Jérémy, entonces tú y yo nos quedamos con esa grabación y se la pasamos a toda la escuela. - propuso Angélica.

    - Amiga, acabas de decir algo increíblemente fantástico, esto sin duda alguna podrá acabar con Clemente - expresó muy feliz Isabel - <<Con la idea de esta estúpida - pensó Isabel-, podré arruinar la vida de mi hermano y la del enfermo de Clemente. Pero no debo permitir que Angélica se involucre en esto, o de lo contrario podría enterarse de que mi hermano también es gay y eso me valdría a mí una mala reputación>>.

    Mientras ellas formulaban ese plan, yo me encontraba con Lizeth caminando en el otro patio de la escuela.

    - Me alegra ver que con Jérémy te estás llevando mucho mejor, se ve que ambos se caen demasiado bien Clemente - me comentó Lizeth.

    - Sí, es un increíble amigo, jamás pensé llevarme tan bien con él – al decir esto, miré hacia el cielo mientras una sonrisa se me escapaba de mi rostro sin si quiera advertirlo yo.

    - ¿Clemente? – preguntó Lizeth al verme así.

    - ¡Ah!, ¡perdón!, es que veía el cielo, pensé haber visto algo – dije nervioso ante la pregunta de Lizeth.

    - ¿Viste algo en el cielo?, ¿no habrá sido al amor? – comentó ella con cierto tono con el que parecía saber algo.

    - ¿Qué, a qué te refieres Lizeth? – en seguida pregunté extrañado.

    - Clemente, tú y yo somos mejores amigos, a mí no me puedes ocultar nada, yo sé que te gusta Jérémy – dijo muy segura ella.

    Cuando ella me comentó esto yo me puse rojo del rostro, sin embargo no me causaba nervios el que ella me dijera sobre ese gusto por Jérémy, pues era mi amiga y no tenía miedo el que se hubiera dado cuenta de lo que sentía; aunque, por otro lado, aún no sabía si era conveniente el decirle lo que había pasado entre Jérémy y yo el viernes.  

    Mientras tanto, Jérémy y Josef seguían en su conversación. Los dos habían guardado un poco de silencio después de la pregunta que había hecho Josef. Jérémy seguía pasmado por todo lo que había dicho su amigo.

    - No, ¿sabes Jérémy?, perdóname por todo lo que te acabo de decir, y también por la pregunta que te acabo de hacer, ignórame, creo que no me corresponde a mí hacerte ese tipo de preguntas. En verdad discúlpame – expresó apenado Josef, quien al ver a su amigo así de nervioso y de sorprendido, sintió una especie de culpa por haber comentado todo lo anterior.

    Jérémy entonces volvió a sonreír como sonrió cuando yo le comenté lo de que era gustado por muchas en la escuela. Él entonces volteó a ver no al piso, no al partido, no al cielo, sino a la nada, a un lugar no específico del espacio en donde sólo él se encontraba, tal vez a un lugar que sólo él podía ver. Entonces expresó:


    - No tienes por qué pedirme perdón Josef, no hay ningún problema con eso. La verdad es que me has dejado impactado con la observación que me has hecho, pues pocas veces un hombre se percata de lo que pasa sentimentalmente con otros hombres. Pudiste observar muy bien cada una de mis actitudes con Clemente, y creo que ya es momento de decirte que sí, que es verdad que me gustan los hombres, y que me gusta mucho Clemente. Que amo mucho a Clemente…

No hay comentarios:

Publicar un comentario